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Parque Centro en Alcala de Guadaira
  1. Juan de Aizpuru Rodriguez .-Dr. Ingeniero Forestal, y  amigo.

Todo jardín debe tener un «alma» que lo identifique, una personalidad propia que le dé carácter.

No se trata de rellenar los huecos que han dejado los constructores con vegetación.

Lo ideal sería a la inversa: primero el jardín, después la construcción.

Existe una tradición árabe sobre el Generalife y la Alhambra de Granada. «Primero fué el agua; después el huerto; más tarde vino el jardín y al final se hizo la Alhambra».

No podemos empezar por el jardín, pero si podemos hacerlo al unísono con la construcción.

Hemos de buscar la «idea» del jardín, es decir su alma.

Hagamos el jardín poniendo los cinco sentidos e incorporemos el simbólico buscando un estilo que puede ser un liviano recuerdo a los jardines hispano-árabes, a los del Renacimiento, a los paisajístas ingleses, etc., e incluso a los progre-sistas contemporáneos.

No debe ser una mezcla de estilos.

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Parque Centro .-Alcala de Guadaira

Para ello tendremos muy en cuenta:

1.1. La visualización.

Las formas de los árboles y las plantas, sus volúmenes en el tiempo, su cromatísmo pensando que son seres vivos que cambian en el transcurso del año su biología.

1.2. El olfato.

     El hombre va perdiendo el olfato -dificilmente se huelen ya las feromonas- y el oido. De todos modos, percibir el olor de algunas plantas como el ailanto, huele a podrido, o la lantana, huele a orin de gato, es desagradable. Y tambien se da cuenta de los olores buenos de otras plantas aromáticas.

Empleemos plantas aromáticas, los cítricos con su azahar -que huelen a Semana Santa- romeros, tomillos, santolinas, jazmines, damas de noche, cipreses macrocarpa, arrayanes, entre otras. Nunca plantas malolientes.

1.3. El tacto.

Los exquisitos hispano-árabes en su cenit jardinero prohibieron todas las plantas pinchudas.

De ninguna manera nosotros utilizaremos chumberas, pitas, yucas, agaves y cactáceas pinchudas. Ni árboles con pinchos, la parkinsonia por ejemplo, o la acacia de tres púas, que tanto se emplean en la jardinería.

Llegaremos a más; a poner plantas «que dé gusto tocarlas» como la santolina, la gazania, la verbena.

1.4. El gusto.

Es un recuerdo al huerto, el primer jardín. No podemos llenarlo con frutales comestibles si es un jardín público, por razones obvias.

Pero podemos poner algunos naranjos, limoneros, palmeras datileras, madroños, olivos, granados, etc.

1.5. El oido.

     La vegetación profusa elimina los ruidos. Muchas veces no podemos cercar el jardín con vallas vegetales por muchas razones. La primera, porque todo muro, aunque sea vegetal, es egoista, insolidario; la segunda, porque el espacio del entorno puede ser estético y debe verse y gozarse.

Algunos grupos vegetales o bosquetes de árboles nos pueden eliminar ruidos, los vientos dominantes suaves cuando atraviesen las hojas y las ramas, se harán suave música para los oidos sensibles.

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El arbol humano

1.6. Sentido simbólico y ecológico.

A veces el símbolo es mucho. Una bandera, una canción, unas siglas, un logotipo, dicen casi todo.

Lo mismo o más con los vegetales.

Cuidaremos que puedan nidificar pájaros.

En la descripción de la composición del jardín expresa:

«El jardín va perdiendo densidad y altura de vegetación, al final aparecen las estatuas», «queremos situar en algunos parterres, antiguos bocoyes de madera -aceituna de mesa- prensa y almazara- aceituna de aceite- piedra de molino, horno de pan y recuerdos al cante flamenco- Joaquin el de la Paula o algún personaje ilustre o anónimo que sea representativo del pueblo. Un panadero por ejemplo.

El jardín de la Plaza de la Cultura:

Escogemos dos plantas muy mediterráneas: palmeras y cipreses.

Las palmeras serán datileras, a ser posible hembras que son más esbeltas y además producen dátiles. De todas maneras conviene poner dos ejemplares machos para que sea más fácil la fecundación.

Los cipreses enmarcarán la chimenea industrial alta en una zona semicircular.

Jardín homenaje al olivo:

Los árboles, por razones de espacio, no se sitúan al marco de los olivares.

Sí quiero que figuren las dos clásicas variedades: de aceite y de aceituna de mesa. Dentro de estas últimas, dos razas: manzanilla y gordal. Es decir, seis de almazara, tres de manzanilla y una de gordal.

En este último caso se le dá primacía a la agricultura sobre la jardinería, con el suelo arado y limpio de vegetación, como es lógico.

Juegos de niños:

«Para que los niños no se achicharren bajo el sol, plantaremos unas Tipuanas, que se aparasolan mucho y producen sombra aceptable.

Para las madres, padres y abuelitos, que vigilan sentados a los niños, situamos otras especies.

Extracto de memoria de un parque en Alcala de Guadaira