La Asociación Amigos de los Jardines de la Oliva escribía en agosto de 2011 sobre los magnolios en general y alertaba sobre este en particular.

11 de marzo de 2012 en L´Atelier. -«MAGNOLIO». CATEDRAL DE SEVILLA

La Catedral de Sevilla tiene muchas perspectivas fácilmente reconocibles…. Pero para dibujar, las escalinatas del Archivo de Indias me llamaban esta mañana, pidiendo otra cosa…

Era el lugar perfecto para sentarse y ponerse a dibujar el «Magnolio».

Entre tanto monumento de piedra este árbol tiene también, como el ambiente que le rodea, proporciones monumentales…

Es tan grande e imponente que da nombre a la esquina donde está emplazado.

Y bien merece un dibujo…

El 9 jun. 2013.- Sevilla y sus Árboles: Hablemos del Magnolio. -Publicado por Miguel Márquez Gutiérrez.

El magnolio es un árbol muy ornamental, de porte alto y piramidal, los más viejos, aparasolado y de copa densa, son utilizado para embellecer jardines, parques y glorietas, algunos ejemplares pueden medir más de 20 metros, sus hojas son grandes y perennes, coriáceas, de un verde obscuro y brillante en el haz y rojiza y mate en el envés, grandes y elípticas, ligeramente puntiagudas, algo curvadas, con grueso nervio central y largo ápice.  Vegetan muy bien en suelos ligeros y sombreados, siendo muy resistentes a las enfermedades y plagas.

Tiene un cierto parecido a los ficus, sobre todo, con Ficus macrophylla, lo suelen confundir.

Sus flores son espectaculares, de un blanco nieve a un blanco crema, grandes y fragantes, pero de corta duración, nacen en los extremos de las ramas del año anterior y espaciadas unas de otras, por lo que, en los árboles adultos, aunque duran, como dije antes, poco, no se nota, permanecen de junio a Julio. Es una flor que se puede considerar como melífera, pues es muy visitada por las abejas.

Estas flores tienen gran parecido a los tulipanes y a los lotos, se diferencian de la gran mayoría de las demás flores en que no tienen pétalos ni sépalos al no disponer de cáliz ni corola, por lo que estas hojas reciben el nombre de tépalo, esta palabra se inventó para definir este tipo de hoja, de las flores que carecen de ellas

Sus frutos son como piñas alargadas que, una vez maduras las semillas se encuentran como encriptadas dentro, tienen forma de habita plana de un cm. de larga y un color rojo escarlata brillante

Los botánicos clasifican a estos árboles dentro de la familia de las Magnoliáceas y del género Magnolia, este nombre, puesto por Linneo, en recuerdo del médico, botánico y escritor francés, del último tercio del siglo XVII Pierre Magnol.

Este género está representado por unas 120 especies que se distribuyen por Sudamérica, Centroamérica, Méjico, Estados Unidos de América y el Sudeste de Asia.

Procede este árbol del Sureste de América del Norte, en Virginia fue donde se descubrió. La especie a la que pertenece es Grandiflora, por el tamaño de sus flores.

También es conocido por Magnolia virginiana var. fétida.

Se introdujo en Europa a principio del siglo XVIII y en la Universidad de Padua vive uno, que calculan que tiene 260 años.

Este árbol se encuentra muy representado en Sevilla, con bellos ejemplares que vegetan  muy bien, los podemos ver, en la Av. de Rodríguez Caso  en el Parque de María Luisa, en el Casino de la Exposición,  los más jóvenes  en el Cristina y  en los jardines de Celestino Mutis, en las Plazas de la Gavidia y la Magdalena, otro precioso, en la Av. de la Constitución, junto a la Catedral y los más viejos y hermosos  en los jardines de los Reales Alcázares, exactamente uno espectacular en el jardín de la Danza, frente al estanque de Mercurio.

Y como de Sevilla y del Magnolio estamos hablando, que mejor que acabar esta entrada, recordando este bello poema en prosa, llamado El Magnolio, de la obra Conos de Luis Cernuda, terminada en 1942 durante su exilio en Inglaterra. En él evoca su infancia, en su Sevilla natal.

Al fondo de la calle sólo había una puertecilla siempre cerrada, y parecía como sí la única salida fuera por encima de las casas, hacia el cielo de un ardiente azul. En un recodo de la calle estaba el balcón, al que se podía trepar, sin esfuerzo casi, desde el suelo; y al lado suyo, sobre las tapias del jardín, brotaba cubriéndolo todo con sus ramas el inmenso magnolio. Entre las hojas brillantes y agudas se posaban en primavera, con ese sutil, misterio de lo virgen, los copos nevados de sus flores. Aquel magnolio fue siempre para mí, algo más que una hermosa realidad: en él se cifraba la imagen de la vida.

Antonio Burgos en su recuadro de ABC, escribía el 7 de junio de 2014   Salvar el Magnolio

Y terminaba su recuadro con este escrito “Se llevaron a Martínez Montañés de vuelta al Salvador y quisieron poner allí el bronce de Juan Pablo II. Y el magnolio siguió en su esquina. Pero este año, ay, apenas está dando flores. El magnolio de la Catedral está enfermo, espelechando como un perro callejero sarnoso. Sus hojas han perdido el brillo y las ramas su poderío. Se le ve seco. Apenas ha dado magnolias. ¿Quién riega el magnolio? ¿Lo riegan acaso? ¿Está enfermo este magnolio monumental o es que la indolencia municipal de la ciudad arboricida lo ha dejado secar? Se libró de la tala de árboles que Monteseirín hizo en la Avenida para su dichoso tranvía, pero no del abandono y el olvido. Yo creo que ni las dos flamencas que bailan para los turistas bajo su sombra se han enterado de que hay que salvar al magnolio de la Catedral. ¿El concejal de Parques y Jardines dice usted? Ese, menos todavía, ¿usted no ve cómo tiene al pobre magnolio? Yo creo que ese señor ni sabe qué significan los magnolios en la Sevilla del ruiseñor sobre la piedra del atardecer en la Catedral de Luis Cernuda.”

3 jul. 2015 Miradas dibujadas escribió

Caminando por la Avenida de la Constitución, desde la Puerta de Jerez, divisamos cómo la potente imagen de la mole catedralicia, presenta un rincón en el cruce con la calle Fernández y González. En ese espacio hay un guardián, un centinela que preside ese singular enclave desde hace ya tiempo: el magnolio de la Catedral.

El nerudiano árbol lo mismo da sombra a los paseantes que se sientan en los bancos que le acompañan, que a un grupo de músicos callejeros que deciden tomar ese espacio como improvisado escenario. Ve la entrada de las cofradías por la Puerta de San Miguel, el pasar monótono del “metro centro”, e incluso, durante un tiempo dio cobijo a la estatua de Martínez Montañez. Pero lo que verdaderamente me emociona de ese hito urbano es cuando desde la lejanía observo que le han brotado sus espectaculares flores blancas.

(No observó su languidez, que ya acusaba)

El 13 de junio de 2016 escribía yo mismo en mi blog editado por la Plataforma Ciudadana Parques y Jardines de Sevilla donde alertaba del estado de decrepitud que mostraba el magnífico y singular magnolio (Magnolia grandiflora), existente junto a la Catedral en el mismo espacio que en su día cobijo a Martínez Montañés, hoy en la Plaza del Salvador.

Comentaba que anteriormente existía un parterre con plantaciones a pie del Magnolio, hace pocos años suprimieron el parterre y pavimentaron su superficie, dejando un miserable alcorque para este árbol singular.

Los síntomas de asfixia de raíces son evidentes por falta de oxígeno y elementos nutritivos, al igual que ocurrió con del laurel de Indias de la plaza San Leandro, junto a la viajera Fuente del Pato, al pavimentar la plaza

Perforaciones para airear las raíces con entrada de oxigeno que lo necesitan e inyecciones de abono le son necesarias, esperemos que alguien se apiade del estado actual del árbol y actúe en consecuencia aplicándole con sensibilidad las medidas que exige para su recuperación

Seguramente será otra víctima de la peatonalización de la Avenida que además de dejarnos sin sombra, a traído daños subsidiarios a su entorno.

Escritos y loas al magnolio no le han faltado pero su estado cada vez es más grave, lamentaremos su perdida cuando ya nada sea posible para salvarlo, llevamos años viéndolo agonizar sin que se adopte ninguna solución practica que existe para salvarlo y por su longevidad siga durante años embelleciendo este pequeño rincón, ofreciendo flores y dándonos el oxígeno necesario captando polvo contaminante y ofreciendo su pequeña sombra en la isla de calor en que se ha convertido  la Avenida de la Constitución.

Doctores tiene la Iglesia para resolver el desatino de quienes, con buena fe, pero ignorantes de lo que podía ocurrir decidieron pavimentar el pequeño jardín que albergaba esta esquina.

SALVEMOS EL MAGNOLIO, QUE TODAVÍA ESTAMOS A TIEMPO.