Ataque de picudo en el Paseo de la Palmera.-Sevilla

Se ha procurado evitar el estudio innecesario de muchas enfermedades que aún existiendo no son consideradas como plagas, sólo detallo las más importantes de las conocidas en nuestra propia ciudad que atacan a los árboles en los parques, jardines y vías públicas.

He procurado especificar la importancia de los daños, medios para combatir las enfermedades y datos someros para un diagnóstico de estas.

Conocedores de los síntomas, podemos consultar textos especializados para determinar con exactitud sus causas.

Todo enemigo que se conoce es menos enemigo.

Todas las enfermedades tienen en común el que para desarrollarse necesitan cierto grado de aptitud de los parásitos para atacar las plantas, y que los medios defensivos de éstas sean insuficientes para evitar el ataque.

Los producto plaguicidas químicos son tóxicos, teniendo una innata capacidad de producir daños en los organismos vivos, además de los peligros ambientales, debemos utilizarlos con moderación y sólo en casos necesarios en evitación de riesgos innecesarios.

La toxicidad viene definida por su capacidad de producir daños y efectos adversos, siendo en este sentido todos peligrosos.

El riesgo es la probabilidad de que ocurra un hecho no deseado.

La población expuesta a este riesgo es básicamente:

–                                                           La población laboral.-        Trabajadores que manipulan los productos.

–                                                           Población no laboral.-       Los expuestos a través del contacto ocasional.

–                                                           Población en general.-      Por ingestión a través del aire, el agua o el consumo de alimentos.

No todos los plaguicidas tienen el mismo comportamiento, por ello hay que considerar los posibles beneficios (acción contra la plaga) y los costes que supone su aplicación (ecológicos, de salud humana).

En tratamientos exteriores puede producir efectos no deseados en el medio ambiente, como en contaminaciones terrestres, al aplicar plaguicidas a través de riego, manteniendo el efecto residual en el medio o por alteración del equilibrio biológico, que se traduce en la aparición de nuevas plagas, resurgimiento de especies controladas, adquisición de resistencia a los plaguicidas, así como la destrucción de especies beneficiosas (pájaros, murciélagos, etc…) que controlan de forma natural poblaciones de insectos que pueden convertirse en plagas en un momento dado.

La contaminación de la fauna terrestre, acuática y avifauna, contaminación atmosférica por arrastre de plaguicidas, contaminación del agua por arrastre aéreo o de forma directa, contaminación de los alimentos, daños a especies protegidas, etc… debe ser tenida en cuenta.

En la aplicación hay que evitar escorrentías, la difusión del tratamiento en forma de gases, la ingestión por animales, la contaminación de recursos, ecosistemas y la captación de aguas potables. La contaminación de las aguas pone en peligro la fauna avícola.

ENFERMEDADES.-

Enfermedad es toda anomalía en el desarrollo normal del árbol.

En el proceso normal de la vida del árbol se producen fenómenos necróticos en su cuerpo vegetativo, caída de las hojas en otoño o ramillas que se desprenden espontáneamente de las ramas, son procesos de muerte natural que no pueden considerarse como enfermedades.

En la patología forestal se distinguen dos clases de enfermedades: abióticas y bióticas.

Abióticas:       Enfermedades producidas por falta o exceso de agua motivadas por el frío o el calor, falta o exceso de sales en el suelo, sustancias tóxicas o causas atmosféricas y mecánicas.

Bióticas:         Son las que dependen de organismos vivos: virus, bacterias, hongos y plantas parásitas.

Las causadas por insectos las estudiamos en Entomología y la restantes en la Patología.

Analizando los síntomas de las enfermedades de los vegetales, las de las raíces, por su posición son las más difíciles de observar, sobre todo los primeros síntomas. Cuando avanzan y afectan gran parte del sistema radical son fáciles de diagnosticar, por ejemplo la Armillaria mellea o Phytophtora spec.

En los troncos y ramas las grietas por insolación excesiva, o las producidas por heladas intensas, los chancros longitudinales de la corteza o los corticales de los cipreses, chancros que agrietan la corteza, los que impiden la circulación de la savia, los que producen resina, los que obstruyen los vasos conductores de la albura, los que impiden la circulación de la savia en los chopos atacados por el hongo Dothchiza populea, son las más notables.

Finalmente los síntomas de las enfermedades foliares, fenómenos de marchitez, decoloraciones pardo-amarillentas, desecación de hojas, afecciones por sequía, afecciones de sustancias tóxicas, manchas pardas, defoliaciones, capas blanquecinas de aspecto polvoriento que cubren la superficie de las hojas y las negruzcas que recubren las partes externas afectadas por los hongos conocidos vulgarmente como Fumaginas o tiznes (negrilla), son fácilmente apreciables.

Muro vegetal secandose por falta o exceso de agua

La falta de agua o el exceso.-

La falta de agua observada por marchitez, decoloraciones, desecaciones de las hojas o muerte parcial o total de la planta.

Su detección es compleja, ya que son varios los factores que inciden: la naturaleza del terreno, profundidad de los niveles freáticos, exceso de agua…

Los daños producidos por la sequía varían según la mayor o menor resistencia de las especies. Las plantas jóvenes al tener el sistema radical superficial son las más propensas a estos daños. Estos debilitamientos en el transcurso de la sequía predisponen a las plantas a ser atacadas por hongos patógenos o insectos. Sólo con una cuidada elección de especies, teniendo en cuenta los factores climáticos adversos si se prevén, se pueden paliar estos daños.

El exceso de agua estancada por largos períodos en el suelo, dificulta la disponibilidad de oxígeno para la respiración radicular, muriendo las raíces por asfixia o ahogadas.

Frío y calor. Afecciones.-

Los efectos de fríos intensos en zonas templadas pueden afectar los vegetales. Las temperaturas bajas hielan el agua del protoplasma celular y lo deshidratan con síntomas análogos a los de la sequía.

La intensidad de los daños depende de la edad de las plantas, de sus características específicas y de la naturaleza del suelo.

Las heladas de primavera y otoño producen daños considerables, sobre todo en los semilleros y planteles.

Falta o exceso de sales.-

El desarrollo de las plantas depende de la presencia en el suelo de cantidades relativamente importante de macronutrientes (calcio, fósforo, magnesio, nitrógeno y potasio) así como de micronutrientes en menor escala (azufre, boro, zinc, cobre, hierro, manganeso, molibdeno, etc…) elementos que de forma más o menos transformada se encuentran en las cenizas de las plantas.

La falta de estos elementos nutritivos conduce al deficiente desarrollo de los órganos de la planta; éstas adquieren portes raquíticos o enanizados característicos de plantas desarrolladas en suelos pobres, rocosos o degradados.

Cuando la planta está debilitada aparecen sobre ellas enfermedades de todo tipo.

La carencia de nutrientes debe ser diagnosticada. Los conoceremos por los efectos visuales, análisis de suelos, análisis de hojas. La utilización de plantación de plantas jóvenes para poder determinar los síntomas, pueden ser una solución.

Cada deficiencia es detectada por las carencias que muestra la planta, decoloraciones azuladas, falta de fósforo, las clorosis amarillentas por falta de hierro o manganeso, falta de crecimiento de las plantas por escasez de fertilizantes orgánicos, desecación de los bordes de las hojas, falta de potasio y así otras muchas.

Las faltas de otros microelementos como el azufre, el boro, el zinc se manifiestan por la reducción del crecimiento de las plantas y el oscurecimiento de las hojas, la aparición de decoloraciones de tipo clorótico se le atribuye a la falta de hierro o manganeso. Todas ellas se pueden corregir, si es rentable, con la pulverización de las plantas con preparados especiales.

Los excesos de cloruro de sodio pueden ser eliminados en drenajes adecuados y riegos abundantes con agua dulce que arrastre las sales. Añadir yeso para contrarrestar el Ph y recurrir a especies resistentes a las sales: Tamarix, Ailanthus, A. cyanophylla, etc…

La utilización de sustancias desherbantes es un trabajo de especialistas y los errores ocasionados pueden tener graves consecuencias para los árboles plantados, para el medio ambiente, así como también para el aplicador. El desherbaje de las plantaciones no se debe pensar con productos totalmente permanentes, sino como un verdadero desherbaje selectivo.

Aplicación de Herbicidas

La elección del herbicida se hará previo un diagnóstico preciso de la situación

¿Cuáles son las malas hierbas existentes?.

*           Plantas anuales, vivaces, monocotiledóneas, dicotiledóneas, rebrotes de leñosas: espectro de acción de las sustancias desherbantes.

¿Cuáles son los objetivos buscados?

*           Suprimir las malas hierbas existentes: Herbicida de post emergencia.

*           Impedir toda aparición de malas hierbas en todo el año. Herbicida de pre-emergencia total.

¿Cuáles son los perjuicios?

*           Una joven plantación (menor de un año). Herbicida selectivo.

*           El material disponible. Elección de la fórmula (granulado o polvo mojable).

*           El estadio de la vegetación. En función de estos diferentes criterios, la materia activa (o la asociación de diversas materias activas) adaptada será la escogida.

Algunas reglas que respetar cuando se utilizan productos herbicidas.

*           Respetar escrupulosamente las dosis prescritas.

*           Efectuar aplicaciones regulares para evitar cualquier riesgo de sobredosis.

*           Respetar las condiciones de aplicación y las épocas indicadas.

*           Seleccionar el material adaptado (tipo de tubo, en hendidura o espejo) en buen estado de funcionamiento.

*           Trabajar a baja presión para las aplicaciones líquidas (inferior a dos bars).

*           Tratar sin viento o muy flojo para evitar arrastrar los productos hacia otros vegetales.

*           Para los herbicidas de penetración foliar, no tratar más que en ausencia de lluvias y sobre una vegetación seca (en ausencia de rocío).

*           En fuertes temperaturas (superiores a 25 ºC) abstenerse de tratar.

Para el conjunto de condiciones de empleo, consultar índices fitosanitarios.

La contaminación de las aguas pone en peligro la fauna avícola.

El exceso de abonos orgánicos y fertilizantes químicos es perjudicial, deben emplearse concentraciones y dosis adecuadas, en las épocas oportunas.

Como hemos visto los condicionantes del suelo determinan muy mucho es estado de salud de los árboles, el suministro de nutrientes, el agua, el oxígeno, dependen de las propiedades físicas y químicas del suelo. Los suelos pueden ser estériles o secos, húmedos, compactos o arenosos, carentes de nutrientes, con niveles freáticos altos o bajos, etc… factores de los que dependen los árboles.

En las ciudades estos condicionantes se agravan, pavimentos, conducciones de servicios públicos, escombros, hormigón, compactaciones, impermeabilizaciones, reflexiones solares, etc… son para tener en cuenta.

La aplicación indiscriminada de herbicidas produce también importantes daños en el suelo y, en consecuencia, a las plantas, al no utilizarse con las debidas precauciones.

La utilización de sustancias desherbantes al pié de los árboles debe ser trabajo de especialistas. Los errores ocasionados pueden tener graves consecuencias.

Polo Quimico de Huelva

Sustacias tóxicas de la atmósfera.-

La existencia de industrias que producen gases tóxicos, los humos producidos por los vehículos y calefacciones producen daños notables.

El gas sulfuroso debe ser tenido en cuenta.

Su intensidad varía según la época del año y la distancia entre la emisión y los vegetales. La época peor es la primavera, cuando las plantas transpiran con mayor intensidad.

No todas las plantas tienen predisposición a la intoxicación de gases tóxicos, los Ailanthus, Platanus, Populus, Robinia, Ulmus, etc… entre las frondosas, entre las coníferas el Ginkgo, el Taxodium, el Taxus, etc… son los más resistentes.

Este mismo tipo de daños lo produce en las plantaciones costeras la sal transportada por los vientos marinos.

Las especies de hoja persistente gruesas son menos susceptibles a los daños que las de hoja caduca. La encina es sorprendentemente resistente, las Lagunarias, Metrosidero, Ficus vars., Cupressus macrocarpa, Cupressocyparis leylandii, Acacia vars, Garria, Myoporum, Hakea, Pitosporum, Melaleuca, etc… La protección de las especies sensibles puede conseguirse con barreras protectoras de especies resistentes que actúen como barreras o filtros que reduzcan el contenido en sales del aire. Genista monosperma, Tamarix gallica, Arundo donax, Garria elíptica, Myoporum, etc…

Los atmosféricos y mecánicos.-

Son los que se producen por efectos naturales: el granizo, la fuerza de la nieve, la fuerza del viento, descargas eléctricas, o los ocasionados por el hombre o animales que dejan expuestos los tejidos interiores a las acciones perjudiciales y a los ataques de hongos.

Los vientos fuertes tronchan y desgajan los troncos y las ramas de los árboles, si son fuertes los arranca de raíz o inclinan permanentemente si son vientos dominantes. Su acción mecánica es muy compleja ya que actúa sobre estructuras asimétricas, irregularmente flexibles y ancladas en suelos de características distintas. Atacan principalmente a ramas previamente podridas por la acción de hongos xilófagos. Sistemas radiculares defectuosos, hoyos poco profundos o plantas espiralizadas en contenedores, afectan principalmente su estabilidad.

El granizo destruye las hojas y frutos pudiendo dañar sus cortezas cuando jóvenes y los brotes tiernos.

La nieve es otro factor que aunque escaso en nuestro clima, puede ser un enemigo por el peso que acumula sobre las copas y ramas. Las heladas, o más aún los calores fuertes, producen quemaduras en las hojas y necrosan tejidos en árboles jóvenes.

La falta de luz se manifiesta por el ahilamiento de los árboles, con deformaciones en copas y troncos, produciendo amarilleamiento de hojas y aminoración de crecimientos.

Las sequías prolongadas producen «stress» con marchitez de hojas, pudiendo llegar al desecamiento del árbol.

La acción de descargas eléctricas sobre los árboles es poco conocida, pero ocurre aunque de forma aislada y son producidas durante las tormentas.

Las heridas causadas por el hombre son principalmente las que se realizan en las podas mal ejecutadas sin tener en cuenta la cicatrización de los cortes.

En los animales, son los roedores, conejos, ratones, ciervos, etc… los que circundan por completo las partes bajas de los troncos de las plantas jóvenes. Las ratas royendo los brotes jóvenes de árboles adultos de los que se elimentan, los debilitan disminuyendo su vigor y precipitando la muerte de las ramas. Ocurre en nuestra ciudad normalmente con las Gleditsia triacanthus (Acacia negra).

Gleditsia roida por las ratas

ORGANISMOS PATOGENOS

Son los parásitos capaces de atacar los tejidos vivos de las plantas y producir enfermedades. Pueden ser saprofitos o parásitos que mueren al morir la planta parasitada.

La aptitud que tienen los parásitos de atacar los tejidos vivos se llama virulencia.

Cuando los parásitos intentan invadir un vegetal vivo encuentran en él una serie de medios de defensa.

Lo más frecuente es que la planta oponga a la infección una resistencia puramente pasiva, bien sea empleando medios mecánicos o químicos.

La virulencia del parásito puede ser de tal naturaleza y potencia que le permite atacar plantas de especies muy variadas y normalmente sin embargo los parásitos atacan solamente a especies o grupos de especies.

El proceso infeccioso varía con la naturaleza del parásito. Los parásitos que se desarrollan en las hojas y brotes verdes son muy numerosos. Producen daños que se traducen por regla general en disminuciones de la actividad funcional de las hojas y, por tanto del crecimiento. Los que atacan los frutos distorsionan la maduración y precipitan la caída prematura. Los parásitos penetran en el interior del vegetal, utilizando las heridas de las ramas, troncos y raíces. Producen la destrucción de la sustancia leñosa con repercusiones sobre la resistencia mecánica de las partes atacadas.

Los factores climáticos tienen una influencia muy marcada en la infección, desarrollo, multiplicación y proceso infeccioso de los parásitos.

VIROSIS

Sólo pueden ser observadas con microscopios electrónicos, se transmiten por inoculación con la intervención de insectos, por injertos o al podar árboles sanos con herramientas utilizadas en árboles enfermos.

Sus síntomas son muy diversos: moteados en las hojas, decoloraciones amarillentas o blanquecinas, tumores y las «escobas de bruja», etc…

No existen tratamientos curativos prácticos, su mejor prevención es la utilización de plantas resistentes al virus.

Las virosis autóctonas conocidas son los tumores de raíz en los Eucaliptos, los moteados en los Acer, Populus y Olmos, las «escobas de bruja» de las Robinias, la grafiósis de los Olmos, la tristeza de los agrios…

BACTERIOSIS

Enfermedades producidas por bacterias, mayores que el virus, y más pequeños que las esporas, pueden ser observadas con los mayores aumentos de los microscopios ordinarios. Las infecciones bacterianas son mucho más variadas en el hombre y en los animales que en las plantas, pero producen importantes daños cuando estas aparecen, ejemplo: el fuego bacteriano (Erwinia amylovora) en perales y melocotoneros.

Su multiplicación es puramente asexual, por división transversal de su cuerpo en dos partes equivalentes. Absorben las sustancias que les sirven de alimento a través de su pared celular.

MICOSIS. HONGOS Y SUS CLASES.-

Son más frecuentes y variados en las plantas que en el hombre y los animales.

Los hongos no poseen raíz, ni tallo, ni hojas, sus células no se especializan, carecen de tejidos diferenciados como los vegetales superiores. Todas las células son iguales, excepto las reproductoras, carecen de clorofila, lo que les obliga a vivir de forma parásita o saprofita.

Los forman una serie de filamentos entrelazados llamados hifas, cuyo conjunto se denomina micelio.

Los hongos se propagan vegetativamente, o por medio de esporas, son arrastrados por el viento, el agua o los animales.

La mayoría de las enfermedades forestales autóctonas son micosis producidas por hongos parásitos que atacan los tejidos vivos de las plantas.

Existen diversas órdenes, formas y familias que son objeto de estudio por los micólogos.

Fanerógamas parasitas

Son las plantas huésped que parasitan sobre las raíces o partes aéreas de los árboles.

Una de las más importantes en zonas húmedas es el Viscum album L., conocida como muérdago, tiene el tallo nudoso y articulado y sus hojas opuestas, sencillas, algo carnosas, enteras y coriáceas. Sus raíces absorben el huésped, el agua y los compuestos minerales, los pájaros se encargan de su propagación.

El tratamiento más utilizado es la eliminación de las ramas huésped.

La Cuscuta europea o «cabello de Venus» y la Cuscuta epithyum «barbas de capuchino», son plantas carentes de hojas y de clorofila que parasitan en las partes aéreas de otros vegetales, se fijan mediante órganos chupadores, producen grandes cantidades de semillas que germinan en forma de delgados filamentos cuya extremidad traza amplios círculos en el aire buscando la planta huésped a la que fijarse.

Sus daños no tienen importancia, se retiran de las plantas atacadas y se destruyen quemándolas, evitando su dispersión.

Los Orobanche tampoco tienen clorofila y sus hojas reducidas a escamas. Son herbáceas de tallos gruesos y carnosos con flores en espiga terminal y fruto capsular bivalvo. Parasitan en retamas, brezos, jaras y tomillos. Sus daños son de poca consideración: por medio de órganos chupadores extrae alimentos de las raíces de la planta parasitada.

Las madreselvas y otras sarmentosas son plantas con clorofila, no parásitas, que al enrollar sus tallos a los troncos de otros vegetales les producen daños de forma indirecta. Los daños no llegan a ser de consideración si se recurre a tiempo eliminándolos.

Sólo por citar las más conocidas.

MEDIDAS CULTURALES. PLANTAS RESISTENTES Y MEDIDAS FITOSANITARIAS.-

Es importante la elección ya desde vivero de las especies más idóneas para la plantación teniendo en cuenta sus características específicas y ecológicas.

La obtención de plantas resistentes es el mejor método a largo plazo para controlar las enfermedades, la selección de especies, variedades e híbridos resistentes es el mejor medio para combatir las agresiones. Los clones de Olmos introducidos son una demostración de variedades resistentes a la «grafiosis».

Las medidas fitosanitarias de los distintos países deben impedir la transmisión de organismos patógenos, prohibiendo el tránsito de determinadas plantas de unos países a otros. El éxito de estas medidas depende en gran parte de la cooperación internacional para evitar la propagación de enfermedades de un país a otro.

Exijamos pasaportes sanitarios o guías fitosanitarias al recepcionar plantas como garantía sanitaria de las mismas.

MEDIDAS PROFILACTICAS Y TERAPEUTICAS. MEDIOS MECANICOS. MEDIOS QUIMICOS. MEDIOS BIOLOGICOS.-

Las medidas profilácticas y terapéuticas para prevenir y curar enfermedades se agrupan según los medios que se empleen, ya sean mecánicos, químicos o biológicos.

Los medios mecánicos consisten en impedir la extensión del parásito destruyendo sus fructificaciones externas, los residuos de la vegetación del año y las partes enfermas. Cuando todo el árbol esté atacado, es necesario destruirlo. Su destrucción debe hacerse lo más pronto posible. Las hojas muertas o caídas al suelo, residuos de la vegetación del año, deben quemarse.

Cuando se trate de una enfermedad del sistema radical, habrá que extraer el tocón, una vez cortado el árbol, procurando sacarlo lo mejor posible del suelo para destruir la totalidad de las raíces por quema o enterramiento «in situ» del material infectado. Numerosos parásitos acaban su ciclo evolutivo en estado saprofito sobre los tejidos muertos de sus huéspedes y producen en ellos cuerpos de fructificación, susceptibles de reproducir las enfermedades durante el siguiente periodo vegetativo.

La poda de ramas enfermas es muy recomendada por su eficacia. Es conveniente desinfectar las herramientas. Las podas son sin embargo la causa de muchas micosis, transmitidas por las herramientas que se utilizan.

Las herramientas de poda se desinfectan sumergiéndolas un instante en un recipiente que contenga alcohol de 90º o alguna solución acuosa concentrada de los sulfatos metálicos de cobre o de hierro.

El caldo bordelés puede utilizarse como preventivo en concentraciones de 1% al 2% en pulverizaciones o soluciones acuosas cauterizando las heridas. Los tratamientos curativos son muy escasos.

Los remedios químicos, funguicidas sistémicos y antibióticos pueden ser utilizados aunque no han dado resultados positivos en muchos casos.

Los tratamientos curativos son muy escasos en Patología Forestal.

Los medios biológicos de lucha contra las enfermedades se basan en los enemigos naturales de los parásitos.

Cipreses atacados de Seridium

ENFERMEDADES EN LOS VIVEROS.-

Algunas de las principales enfermedades que se detectan en los cultivos: Fusarium spp. y Alternaria spp.

Los hongos de suelo, no especializados sobre un vegetal determinado que atacan a las plantas recién germinadas y producen una enfermedad muy común en las plantas de los viveros es conocida como el «damping-off» o alternariósis.

Viven en el suelo como saprófitos a expensas de la sustancia orgánica. Al nacer las plantas adquieren virulencia, sus micelios se extienden por los tejidos tiernos de las plantas afectadas destruyéndolas. Cuando ya no existen plantas vivas, los hongos causales de esta enfermedad recobran su carácter saprofito.

Cuando las plantas crecen muy juntas favorecen el desarrollo de la enfermedad que se transmite por medio de las herramientas y sobre todo al repicar plantas procedentes de viveros infectados.

En muchos viveros los daños producidos por el «damping-off» han sido importantes. Estos daños pueden ser la consecuencia de dos tipos de infección: una infección pre-emergente, en el primer momento del desarrollo de la planta. La infección reduce considerablemente el nacimiento de las semillas y una infección post-emergente, cuando el parásito ataca a las plantas ya salidas de la superficie del suelo, el cuello de la raíz se marchita, estrangula y oscurece, la planta se dobla y se muere.

Para su control conviene prescindir de los abonos orgánicos, rotar los semilleros, cubrir las semillas con tierras extraídas de capas profundas o arenosas. Desinfectar los suelos. Sulfato ferroso, sulfato de aluminio, ácido sulfúrico, ácido acético, formol, etc…

LA ESTRUCTURA DEL SUELO.-

La estructura del suelo, su contenido en oxígeno, las aportaciones de agua son elementos esenciales para el desarrollo del árbol.

Las alteraciones del suelo que sufren los árboles urbanos, generalmente relacionadas con la compactación e impermeabilización deben ser consideradas a la hora de la planificación de los espacios verdes urbanos.

No siempre podemos actuar correctamente cuando notemos deficiencias en oxígeno, un labrado superficial del terreno, la instalación de sistemas de aireación y drenaje o el labrado del suelo con la aplicación de aire a presión por métodos neumáticos, no siempre es posible.

En la actualidad existen casas especializadas que con maquinaria adecuada realizan trabajos de aireación y esponjamiento del suelo con inyecciones de aire a alta presión en el suelo, que podemos complementar con aireadores fijos, verticalmente colocados en perforaciones realizadas en la base de la copa del árbol.

En suelos pobres tenemos necesidad de incorporar abonos para un mejor desarrollo de los árboles.

El éxito depende de que sepamos elegir el abono y dosificarlo bien. Podemos realizar un análisis del suelo, que nos determine las carencias. Un sobre abonado de uno o más componentes nutritivos puede bloquear otros elementos.

En árboles urbanos debemos tener en cuenta la importancia que supone un reparto homogéneo de los nutrientes en todo el sistema radicular. Podemos utilizar abonos orgánicos-sólidos, orgánicos-líquidos, minerales sólidos, minerales líquidos, etc…

Es importante la profundidad de la aplicación, así como la aplicación de abonos de liberalización lenta.

No deben ser desechados los sistemas de abonado por inyecciones, abonado con el agua de riego o los abonos foliares, al existir poca superficie útil para poder aplicarlos.

En árboles urbanos, cuando la estructura del suelo ha sido modificada en algunas ocasiones nos podemos ver obligados a intercambiar el suelo, por contaminaciones superficiales del mismo, lo realizamos de forma superficial retirando la capa superior hasta las raíces superficiales, generalmente unos 30-40 cm. y aportando un nuevo sustrato. En otras ocasiones será un lavado de suelo para eliminar materias que dañan al árbol, repetidos y copiosos riegos con lanzas de lavado pueden dar resultados positivos.

Una práctica cada vez más utilizada y fundamental para el desarrollo de las microrrizas es el mulching o el recubrimiento de la superficie al pie de los árboles para evitar su compactación y mantenerla húmeda y aireada.

Podemos utilizar cortezas, virutas, restos de pajas u hojas, su normal descomposición enriquece el suelo de nutrientes y reduce la evaporación manteniendo la humedad del suelo y favoreciendo el sistema radicular.

Otra posibilidad es el cubrimiento de la zona radicular con plantas tapizantes o vivaces, sus cuidados culturales favorecen a las raíces.

DAÑOS POR DESMONTES Y TERRAPLENADOS.-

Cualquier variación del nivel del suelo puede tener efectos negativos sobre el sistema radicular de los árboles existentes. Algunos árboles resisten mejor que otros la falta de aireación de las raíces y a la perturbación de la vida bacteriana del suelo. Las humedades a la altura del tronco pueden producir podredumbres.

Existen diversos sistemas para realizar desmontes o rellenos de el suelo sin alterar o alterando el mínimo los sistemas radiculares. La aplicación de uno u otro será en función del estado del terreno y clase de árbol plantado.

PROTECCION DE ARBOLES EN ZONAS DE OBRAS.-

Es triste comprobar la poca o nula sensibilidad de los directores facultativos y encargados de obras hacia los árboles existentes en los solares a urbanizar o construir y en sus proximidades.

Debemos de considerar las distintas protecciones que deben de tenerse en cuenta a la hora de iniciar las obras con entrada de maquinaria pesada y auxiliar en una zona donde existe vegetación a respetar.

            Defensa de las partes aéreas, golpes, quemaduras, desgajes, …

Defensa de la zona radicular, compactaciones, rellenos, desmontes, instalación de tuberías, construcciones, bajada de niveles freáticos…

Para cada caso existen técnicas adecuadas para proteger los árboles, ya sea vallando todo el sistema radicular o protegiendo los troncos con tablas, alambres, neumáticos…

TRATAMIENTOS FITOSANITARIOS.-

Cultivemos árboles sanos y bien cuidados, estarán menos expuestos a enfermedades, sin embargo los árboles sanos sufren la virulencia de ataque de hongos, virus, bacterias, insectos… y otros parásitos.

Debemos prever muchas enfermedades que cuando aparecen ya no tienen remedio y han dañado la belleza del vegetal. Cuando los ataques no pongan en peligro inmediato al árbol, apliquemos medidas ecológicas, lucha biológica o lucha física.

Cuando los umbrales del ataque de la enfermedad o plaga sean importantes, aplicar productos químicos para la lucha fitosanitaria equilibrados y específicos para dañar lo menos posible a otros insectos útiles.

Las aplicaciones de inyecciones a los árboles por medio de pequeñas perforaciones que introducen el producto por presión directa en el flujo de la savia, todavía no está lo suficientemente investigado:

-Es difícil determinar la dosificación y concentración correcta.

-Los agujeros o heridas imprescindibles son fuente de infecciones.

No son claros los beneficios y sí los perjuicios.

DAÑOS EN LAS RAICES.-

Los daños en raíces pueden ser difícilmente diagnosticables.

En muchas ocasiones el deterioro de las raíces está relacionado con anomalías en el suelo de tipo químico. Con un suelo bien cuidado evitaremos muchos daños. Cuando sea la copa lo que nos manifieste que las raíces están dañadas posiblemente lleguemos tarde a un tratamiento eficaz.

En las obras del viario o construcciones, en muchas ocasiones es inevitable el corte de raíces, para ello las descubriremos manualmente y efectuaremos cortes lisos con herramientas afiladas, sellando éstos con cicatrizantes funguicidas para evitar pudriciones. No debe actuarse con máquinas excavadoras que producen desgajes y movimientos en todo el sistema radicular. Las raíces no deben desecarse, se deberán cubrir lo antes posible para evitar daños mayores.

Hay que considerar al intervenir en raíces importantes, que generalmente éstas no se regeneran y pueden producir un grave problema en la estática de los árboles.

Las raíces deben ser protegidas del viento y las heladas y el sol que las deseca por lo que será necesario recubrirlas con tierra o tejidos de embalar, pajas, lonas, etc… procurando mantenerlas húmedas.

Cuando se trata de raíces aisladas pueden vendarse con yute o embadurnarlas con arcillas con el mismo sistema tradicional que se utiliza en los «garrotes» de olivo.

Cuidaremos de evitar una excesiva compactación del suelo que afecte la zona radicular, repartiendo las presiones que puedan ejercer el tránsito de vehículos. Recubrimientos de (grava o gravilla) chapas de hierro, traviesas de madera, etc… aisladas técnicamente con zahorras o traviesas pueden evitar cualquier compactación.

Si queremos evitar que la propagación de las raíces invada zonas construidas podemos instalar barreras con láminas imputrescibles existentes en el mercado que evitan o repulsan a las raíces o utilizar tratamientos anti-raíces.

LAS AYUDAS ESTATICAS A LOS ARBOLES.-

Las ayudas estáticas son soluciones técnicas para mejorar la estabilidad del árbol.

La técnica o la estática, tal como se entienden estos conceptos y su aplicación nos recuerdan inmediatamente al calculista de estática. El cálculo estático en relación con los árboles vivos está en desventaja, con variaciones fuertes y frecuentes. A las dificultades que surgen a la hora de determinar valores en árboles vivos hay que añadir los siguientes: los datos existentes sobre rotura, elasticidad de la madera, cargas y pesos se refieren a madera industrial, sin savia, sin nudos. La flexibilidad de las ramas depende mucho de la presión de la savia, de las células vivas. No en valde, ni por casualidad se rompen ramas tremendas al mediodía con fuerte calor en verano sin la acción del viento (Gleditsia triacanthus- Acacia negra) en la hora de mayor fase de evaporación, o sea la hora en que la presión de la savia está en su punto más bajo.

La dificultad de poder determinar la oposición al viento de una copa, con hojas grandes o chicas, húmedas o secas, ligeras o pesadas, lisas o ásperas, es difícil.

En la actualidad existen varios instrumentos indispensables para el estudio y determinación del estado interno y mecánico de los árboles.

Sus defectos internos y pudriciones, fisuras y cavidades pueden ser fácilmente detectados con martillos electrónicos y el endoscopio.

Las resistencias de las maderas mediante perforaciones, el resistógrafo o la medición de los momentos de flexión y los ángulos de fractura de los árboles a través del fractómetro.

Siendo utilizados todos estos sistemas por especialistas en arboricultura moderna, aunque el riesgo 0 no existe.

Existen trabajos importantes en la estática de los árboles en Alemania, se investiga y calculan las fuerzas de flexión, empuje y torsión, en un tiempo prudencial puede haber cambios importantes.

La experiencia y la práctica, con una observación contínua del comportamiento de los árboles ante la acción de los fenómenos atmosféricos, la fuerza del viento, de la lluvia, de la nieve si existe, etc… nos da a conocer la elasticidad de las maderas, los troncos y las ramas, nos indica cuales son los puntos más débiles, las zonas más delicadas. Cada rama de forma individual tiene su comportamiento y se acolcha a la fuerza del viento según su posición en la copa del árbol y la aminora por rozamiento de fibras.

Si queremos vivir con los árboles debemos aceptar sus riesgos.

Evaluación de los riesgos

Las ayudas estáticas sólo se colocarán cuando se consideren imprescindibles, ya que en muchas ocasiones influyen de forma negativa en la elasticidad natural del árbol.

Evitaremos el peligro de infección por las heridas que necesariamente tendremos que practicar y el cambio en la estructura del árbol.

La estabilidad del árbol se inicia en vivero con podas adecuadas y después en su plantación en la vía pública.

Al plantarlo deberá colocársele un buen tutor, protegiéndolo de torsiones y vuelcos, debemos evitar los rozamientos en el tronco o los estrangulamientos por ataduras estrechas. Los ligamientos a los árboles deben ser controlados periódicamente.

Pueden colocarse tutores con estacas inclinadas simples, contra el viento dominante, en forma de trípode, estacas simples o dobles, caballetes de cuatro estacas, etc… lo importante es proteger su estabilidad en el momento que su estructura está en desarrollo.

A medida que vayan creciendo, las podas estructurales de formación, con selección de las ramas primarias que van a formar la copa del árbol, según la forma elegida, son necesarias, fundamentales para no tener que actuar posteriormente. Cuidaremos que el lugar de plantación definitivo sea el adecuado para el buen desarrollo del árbol sin necesidad de tener que aplicarle podas frecuentes.

Cuando se trate de árboles viejos y para asegurarles contra roturas o abatimientos a la vía pública podemos utilizar el sistema de cableado con cables de acero colocados correctamente con anclajes y tensores evitando el peligro latente y la posible dirección de la caída, pero sólo en casos excepcionales, no como norma.

Cuando nos encontremos con árboles que hayan desplazado su centro de gravedad de la vertical, existe mayor peligro de caída o rotura.

En la mayoría de los casos, por razones técnicas de seguridad, los árboles se talan y desaparecen, sin embargo pueden ser enderezados sin gran riesgo, cuando existe suficiente espacio en el lado de tensión para excavar y socavar, así como para asegurar provisionalmente la estática del árbol aplicando las técnicas adecuadas en cada caso.

En algunas ocasiones nos encontramos con heridas importantes y podredumbres en el tronco o ramas importantes del árbol que reducen sensiblemente la resistencia a la rotura, son troncos estáticamente debilitados.

La disminución de resistencia en la zona debilitada debe ser valorada porcentualmente con relación a la superficie dañada con la superficie total de la sección a la altura del árbol. Un tronco o rama hueco con paredes sanas es relativamente estable. Es igual a una tubería, la estabilidad empieza a disminuir considerablemente cuando existen aberturas.

La colocación de barras enroscadas de acero es una práctica habitual para fortalecer la estática del árbol.

Además del aclareo y los terciados de copas de árboles que ofrecen peligro para aminorar su resistencia a los vientos y eliminar el peso, la colocación de anclajes ha dado muy buenos resultados para su aseguramiento estático, sin embargo hay que considerar que toda colocación depara riesgos de infección, los árboles a los que se les apliquen estas técnicas tienen que ser repasados frecuentemente para retensar y controlar los tensores, las tuercas, los cables, etc… y cuidar de que puedan aflojarse por las dilataciones de la madera.

Las técnicas de anclaje de copas son muy depuradas por lo que será conveniente dirigirse a arboricultores especialistas en caso de aplicarse.

En árboles de alto valor histórico se utilizan otros sistemas extraordinarios, verdaderas estructuras artificiales para sostener todo el árbol con las medidas estáticas necesarias a fin de evitar dañar el valor estético al árbol.

En pocas ocasiones nos preocupamos del sistema radicular. El cuidado del árbol urbano debe ocuparse fundamentalmente de este aspecto. Las pequeñas zonas de proyección del árbol abiertas deben quedar exentas. No es fácil en la vía pública. Al igual que anteriormente recomendamos plantaciones con tapizantes o «mulching», tampoco es fácil, deberemos acudir a los cubre-alcorques metálicos, de fundición o prefabricados de hormigón, a la ampliación de la superficie de los alcorques, al solado con pavimentos permeables o blandos, a la utilización de estribos metálicos, defensas, bolardos o piezas de hormigón, evitando la colocación de bordillos en alto que impidan que penetre el agua de lluvia o la que indirectamente reciben de los baldeos de las calles, las losas tramadas de hormigón o ranuradas, rejillas, parrillas, etc… serán buenas piezas para evitar la compactación de las zonas radiculares.

Arboles podados en su forma natural

LA CONDUCCION DE LAS CORONAS EN LOS ARBOLES URBANOS.-

Por diversas razones, los árboles no deben ser tratados de la misma manera en las ciudades que en los bosques o en el campo. En particular la conducción y formación de los árboles a lo largo de las calzadas trae importantes problemas. Precisemos qué entendemos por «árboles urbanos», los árboles de tronco derecho creciendo a lo largo de las calles y sobre las plazas, pues los árboles de parques y otros espacios verdes responden a otros criterios. La conducción de coronas no implica solamente las medidas dentro y alrededor de la corona; hay que tener en cuenta una serie de exigencias importantes.

La formación de corona debe empezar con los árboles jóvenes en vivero; hace falta en efecto proceder a una primera selección desde este estadio precoz. (En el capítulo sobre la poda de los árboles ornamentales, se fijan los criterios básicos de estas actuaciones).

La mayor parte de las condiciones favorables para un desarrollo correcto de la corona deben estar satisfechas desde el estadio de la planificación, de la llamada de la oferta y los trabajos de construcción y plantación. Estos condicionantes nos llevan a las conclusiones siguientes:

-La selección de especies.

-Las exigencias de calidad.

-La tolerancia al medio urbano.

-El suministro y el transporte.

-La plantación.

Es deseable frecuentemente proteger la zona radicular con hitos o bolardos, armaduras o estructuras tubulares, una buena manera de evitar la compactación del suelo es preservar la capa arable y dejar una cubierta vegetal, es una práctica natural- la más segura desde el punto de vista de la plantación y del mantenimiento- y la menos cara para cumplir esta condición.

Cuando la zona radicular no puede ser protegida por una cobertura vegetal entre los árboles, hace falta evitar la compactación por otros medios.