
En una publicación dedicada a los árboles de nuestra ciudad no podía faltar un capítulo dedicado a la poda y mantenimiento de estos árboles
No pretendo desarrollar un tratado de poda ya que existen muchas publicaciones técnicas al respecto, pero sí especificar las ideas básicas de la poda de nuestros árboles ornamentales.
No debemos convertir la poda, que es necesaria para la consecución de árboles sanos y vigorosos, en una operación traumática cada vez que la ejecutamos. Es obvio que podemos regular el crecimiento de un árbol, rompiendo, tronchando, mutilando o .cortando de forma inadecuada troncos y ramas, pero esto no es podar.
En el árbol ornamental, y desde su formación en vivero, se le aplican las primeras podas para ayudarlo a adquirir una forma equilibrada. Son varias las modalidades de intervención según los objetivos que pretendamos, árboles de crecimiento libre, árboles ramificados, o con porte arquitecturizado. Las podas de formación deben ser ejecutadas dentro de las reglas de poda y en plantas de calidad sobre formas deseadas ya desde el vivero.
Una buena filosofía será considerar la poda como una operación de cirugía aplicada a un vegetal.
El cirujano, en este caso el podador, deberá hacer uso de sus conocimientos y habilidades, utilizando las herramientas adecuadas en cada caso y efectuando los cortes correctos para facilitar una rápida cicatrización de las heridas, puertas abiertas a todo tipo de infecciones a veces con resultados irreversibles.
Tan importante es saber qué ramas debemos cortar, como realizar la operación con las técnicas adecuadas.

Podar, si se entiende la poda como la eliminación selectiva de ramas o partes de estas con un motivo y un fin concreto, no es una tarea fácil.
Es necesario conocer al paciente (biología del árbol) antes de efectuar cualquier operación, la analítica (su especie, sus condicionantes físicos y climáticos, la especie, su historia) antes de actuar.
Es conveniente conocer que descopar o descabezar árboles eliminando totalmente su copa, no es podar. Desgraciadamente es una operación que tradicionalmente vemos efectuar a muchos árboles y muy a menudo.
Con desmochar las ramas con una reducción drástica de la altura de la copa del árbol, con el fin de reducirla y dar mayor seguridad a las ramas; se consigue todo lo contrario, a medio y largo plazo el árbol es debilitado, esto no es podar. El mecanismo de supervivencia del árbol genera muchos brotes que reducen las reservas del árbol. El árbol se debilita y es propenso a verse afectado por plagas, enfermedades y hongos en sus maderas. La constitución de nuevas ramas sobre los troncos y ramas cortadas, crecen muy rápidamente a costa de las reservas del árbol, pero se desarrollan con menor estabilidad estructural. Las nuevas ramas son más inseguras debido a estos puntos de anclaje, aumentando las posibilidades de desgajes y caídas. El riesgo de fractura es mayor, independiente de las cavidades y pudriciones que puedan originarse.
Cortar drásticamente los árboles supone, por los crecimientos de nuevas ramas debilitadas realizar la misma operación cada dos o tres años, con unos volúmenes grandes de leña y así sucesivamente, diálogo de tontos, corto y desarrollo, me debilito, a los dos o tres años corto y me desarrollo, mayor debilitamiento, cortar así drásticamente los árboles es caro y en el menor de los casos, los árboles son debilitados. Esto sigue sin ser poda.
Terciar árboles, o sea reducir todas sus ramas a un tercio de su longitud, no debe ser considerado una técnica habitual de poda, aunque se realice de forma excepcional en casos especiales y siempre bajo la supervisión de cirujanos (arbolistas cualificados).
Por tanto debemos rechazar todo tipo de actuación incorrecta sobre los árboles para evitar:
1.- Reducir su capacidad productiva.
2.- Crear árboles inseguros, peligrosos e inestables.
3.- Reducir sus esperanzas de vida.
4.- La aparición de plagas y enfermedades.
5.- Alterar la forma natural del porte del árbol.
6.- Distorsionar su equilibrio estructural.
7.- Supone una eliminación de su valor patrimonial.
8.- La disminución de su contribución al paisaje donde está emplazado.
9.- La producción de crecimientos inadecuados y desordenados de nuevos rebrotes.
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10.- El incremento de los cortes de mantenimiento el resto de su vida.
Podar por contra, debe ser el mantenimiento y desarrollo adecuado del árbol, para que conserve su buena salud y formar una estructura correcta que evite peligros a los ciudadanos.
Por motivos estéticos, restaurar sus formaciones anómalas y preservar la belleza de la especie y la de su entorno.
Una buena poda evita la reproducción de plagas y enfermedades eliminando las partes afectadas.

Ante inadecuadas plantaciones, sobre todo en vías urbanas, la poda servirá para someter a los árboles al espacio disponible ya sus necesidades de uso.
Aplicando criterios basados en los conocimientos de la biología vegetal arbórea,.veremos que muchas de las prácticas tradicionales que se han desarrollado durante siglos han sido concepciones erróneas.
El estudio de la anatomía de los árboles nos muestra:
1.- Que los árboles son generadores de tejidos. No están dotados como los animales para regenerar o restaurar los tejidos existentes.
2.- Que la madera es una estructura altamente ordenada.
3.- Que el árbol constituye una jerarquía de compartimentos (CODIT).
La respuesta del árbol a las heridas que se le producen actúa de tres formas:
1.- Los límites del compartimento preexistente se fortalecen, para resistir la extensión de la destrucción.
2.- El árbol crea paredes por medio de procesos anatómicos y químicos frente a las heridas o infecciones.
3.- El árbol continúa desarrollándose y aísla la herida.
Los árboles sobreviven a las heridas e infecciones, si disponen de tiempo, energía y capacidad gen ética para reconocer y compartimentalizar el tejido herido o infectado mientras genera nuevo tejido que mantendrá en vida el árbol.

C.O.D.I.T. (Compartimentalización de la podredumbre en los árboles).
A través de muchas investigaciones seccionando miles de árboles, un grupo de investigadores dirigidos por el Dr. Alex Shigo crearon un modelo CODIT para hacer comprender la respuesta de los árboles a las heridas.

Sintetizando, en el momento de la agresión el árbol refuerza los tabiques o paredes que existen. La pared 1 resiste la extensión vertical de la madera infectada. La pared 2 la extensión hacia el interior y la pared 3, la extensión lateral, generando el cambium la pared 4, que separa la madera infectada de la madera sana. Un sistema de compartimentalización y defensa del árbol.
PRINCIPIOS BASICOS DE PODA SEGUN SUS OBJETIVOS
PODA DE FORMACIÓN
Se practican desde vivero para ayudar al árbol a que adquiera su forma natural equilibrada o la que persigamos imponer según los objetivos del producto final.
La regularidad será la primera de las condiciones al aplicar esta poda, que exige un seguimiento anual de poda invernal y en verde durante todo el año, intervenciones ligeras en eliminación de horquillas, supresión de ramas entrecruzadas o poco vigorosas, refaldado de troncos. Se trata de ayudar al árbol en su completo desarrollo en armonía con su porte específico, en crecimiento libre, se busca favorecer la dominancia apical y esclarecer la copa dentro de su estructura eliminando ramas en exceso o debilitadas.
En algunos casos y ya desde vivero los árboles son conducidos en formas arquitectónicas, pantalla, marquesina, túnel, etc… Su preparación se realiza progresivamente con pequeños cortes dirigidos a esta formación.
La preparación de las formas de copa se va adquiriendo progresivamente con podas o despuntes suaves hasta que los árboles adquieren las dimensiones deseadas.
Los árboles en vivero ramifican, siendo necesario la poda para formarles los troncos, sin ramas bajas para que respondan a los criterios estéticos de la especie.
La eliminación de las ramas bajas se realiza así mismo de forma progresiva con el fin de respetar un equilibrio entre el tronco y la formación de la copa.
Las plantaciones jóvenes en vivero se desarrollan a menudo con imperfecciones o anomalías, tanto en su desarrollo vegetativo como por la aparición de anomalías de orden sanitario, golpes de maquinaria en los troncos, ramas desgajadas, etc… que son cuidadas para poder ofrecer árboles con superficies lisas.
Como vemos la poda es necesaria al árbol desde su crecimiento en vivero.
En árboles adultos ya situados en su lugar definitivo, según la función que deban realizar tanto en las vías públicas, parques o jardines, deben estar sometidos a tratamientos regulares de mantenimiento.

PODAS DE MANTENIMIENTO
Sólo se describen las podas concernientes a un mantenimiento normal del arbolado una vez plantado que en árboles de formación libre se realizarán con una frecuencia de 4 a 8 años según especies, sin embargo en las podas arquitecturizadas formando pantallas, marquesinas, túneles, etc… deberemos actuar anual o bianualmente según especies.
En los árboles de formación libre o natural, si han sido bien plantados teniendo en cuenta sus necesidades de luz, espaciados según su desarrollo y con espacio aéreo suficiente para desarrollarse, se les practican podas de limpieza y aclareo, en las que se actúa principalmente sobre ramas secas o peligrosas para la seguridad vial tanto para los ciudadanos como los equipamientos.
Se realizan efectuando un repaso general a toda la copa del árbol con supresión sistemática de ramas secas o desgajadas, ramas debilitadas, tocones, etc… Los conocidos como chupones del tronco y las ramas, si no restituyen parte del árbol son eliminados para favorecer el desarrollo del árbol en su forma natural suprimiendo aquellas ramas que en número exagerado crecen impidiendo la penetración de la luz dentro del árbol.
El equilibrio del árbol es respetado evitando eliminar más del treinta por ciento de la copa, como el árbol ha sido podado sucesivamente, no es necesario cortar ramas de gran diámetro.
Para árboles sanos, las podas son espaciadas con una periodicidad mínima de cuatro a ocho años. Es una poda de saneamiento, ya que el árbol está formado estructuralmente.

PODA EN ÁRBOLES ARQUITECTURIZADOS
En este caso nuestro objetivo será mantener la silueta en un volumen previamente establecido, ya sea por razones estéticas o para permitir una cohabitación duradera entre el árbol y su entorno.
Las podas para conservar estas formas deben ser realizadas sobre los brotes tiernos, una o dos veces al año, utilizándose la poda en verde, cortando ramas de poca sección con herramientas muy afiladas, pueden ser realizadas en cualquier época menos en el movimiento de savia (normalmente se ejecutan dos podas: una estival- poda verde- seguida de una poda en seco después de la caída de las hojas en los latifolios).
CORTES CORRECTOS
La propia naturaleza si somos observadores nos indica el lugar apropiado de cortar una rama. Fijarse en una ramas seca y comprobar por dónde se separa del árbol al caer. Es el punto de unión al tronco. Los tejidos de la ramas se desarrollan hacia la base y forman lo que denominamos cuello o arruga. Las fibras del tronco rodean el cuello de la ramas con un nuevo cuello, el del tronco.
«La arruga de la corteza de la rama» es el pliegue que se forma en la corteza en el punto de unión entre el tronco y la rama.
Estas dos señales nos permiten situar los límites de la zona de protección de la base de la rama.
El corte correcto ha de respetar los sistemas de protección previstos por el árbol.
Si dañamos esta zona, el árbol queda expuesto a la invasión de hongos y enfermedades.



La arruga de la corteza nos determina el ángulo correcto del corte el tamaño y orientación del cuello de la rama que se manifiesta en todos los árboles con mayor o menor acentuación según la especie.
Es un mito el que la inclinación del corte obedece al objetivo de escurrir el agua de lluvia.
Un corte correcto es el que respeta el cuello de la rama y la arruga de la corteza.
Para evitar desgajes en la corteza y la obtención de cortes correctos en ramas de gran porte, es conveniente analizar con anterioridad dos cortes de descarga, uno de la parte inferior y otro en la superior, tirar la rama y después realizar el corte correcto.
EPOCAS DE PODA. ¿CUÁNDO PODAR?
Realizando podas adecuadas basadas en la tecnología moderna de arboricultura, esta operación puede realizarse en cualquier época del año. Sin embargo es conveniente evitar los periodos de mayor vulnerabilidad del árbol.
Estos son:
a) El de brotación, cuando el árbol inicia la vegetación hasta la formación de las hojas.
b) El de senescencia, antes del reposo vegetativo.
No es cierto que sólo se puede podar en invierno.
En determinados árboles, y sobretodo en podas arquitecturizadas, se practica la poda en verde, y en muchos casos la eliminación de chupones o regulaciones de crecimiento para equilibrar troncos y copas en primavera y verano.
Utilizar herramientas adecuadas, el hacha es una magnífica herramienta para talar, pero difícil de utilizar en poda de árboles ornamentales por la dificultad de realizar cortes correctos.
Las motosierras son rápidas para desmochar árboles pero peligrosas para el árbol y el podador.
Las tijeras, serruchos, márcolas deben estar en buen estado de corte. Las herramientas precisan una buena conservación. Desinfectar las herramientas para evitar la transmisión de plagas y enfermedades.
No utilizar espuelas o ganchos para trepar a los árboles vivos.
El acceso a los árboles debe hacerse con medios y técnicas adecuadas, herramientas telescópicas, escaleras, plataformas elevadoras, cestas hidráulicas, etc… o utilizar la técnica de trepa, la más respetuosa con el árbol ya que ayuda a acceder a zonas inaccesibles a la maquinaria.
Es necesario que la poda sea realizada con personal especializado, es un trabajo peligroso y responsable si no se conocen las técnicas adecuadas a aplicar en cada caso.
Es imprescindible que la realicen profesionales cualificados, formados teórica y prácticamente para este menester.
Planean las actuaciones, inspeccionan los árboles antes de actuar, conocen y respetan sus limitaciones evitando osadías, deben ir provistos de los equipos adecuados de seguridad para evitar accidentes a ellos mismos ya terceros.
No realice ninguna poda con trabajadores temerarios, sin conocimientos ni seguros de responsabilidad.

INTERVENCIONES EXCEPCIONALES
Antes de realizar cualquier intervención excepcional sobre cualquier árbol, debemos hacer un diagnóstico previo del mismo que nos servirá para la toma de decisiones, más si tenemos en cuenta que estas intervenciones son costosas y no consiguen jamás una «segunda juventud» a los árboles ya muy decadentes.
Mejoras de suelos con excesiva compactación, aireación de suelos con inyección de abonos, renovación de capas de tierra alrededor del árbol, etc… y entre estas operaciones podas excepcionales, ya sea de reducción de copa, siempre considerando que estos trabajos responden más a necesidades nuestras que a necesidades propias del árbol, podas de reestructuración del árbol para reorientar su copa y equilibrarla.
Estas podas, si los árboles han sido conducidos desde su juventud, no son necesarias, sólo se aplican en casos en los que no se hayan efectuado podas correctas, en árboles deformados por cualquier causa, etc… Se trata de seleccionar las nuevas ramas tomando gran protagonismo y atención particular, la orientación de los tira savias.
Estas restauraciones no se consiguen con una sola poda sino que, en años sucesivos con acertados criterios, después de un trabajo especializado y regular, podemos mejorar el árbol.
CIRUGIA ARBOREA
De las técnicas de cirugía arbórea implantadas hace algunos años muchas están en desuso, con los nuevos estudios realizados sobre la biología del árbol.
Los tratamientos arborícolas que atentan a las barreras del árbol (CODIT) destruyen también sus sistemas naturales de defensa. Las barreras de protección separando la madera infectada de la madera sana no deben ser destruidas cuando pretenden curarse las cavidades.
Las perforaciones en el tronco para evitar plagas o enfermedades deben hacerse con incisiones poco profundas, sin ampliar las extremidades. Los orificios para drenar las aguas de las cavidades deben evitarse, pueden producir nuevas pudriciones.
La utilización de cables sólo se justifica para evitar los árboles peligrosos. Generalmente se colocan en árboles interesantes a conservar.
Siempre será un compromiso entre una herida y el alargar la vida del árbol.




CONCLUSION
Escuchamos muchas veces que «la mejor poda es la que no se realiza» o que los «árboles no deben ser podados» ya que en la naturaleza crecen y se desarrollan y nadie los poda. Esto no es cierto. En la naturaleza lo realizan de forma natural los condicionantes climatológicos, las ramas se secan y caen, las ramas se desgajan y caen, los vendavales y las tormentas podan los árboles, eso sí sin ningún peligro, en el caso de los árboles urbanos es distinto.
Considerando toda poda como una agresión, ya que toda herida ofrece una puerta abierta a las enfermedades por la destrucción de su tejido protector, ¿Por qué podamos?.
LA IGNORANCIA, EL PEOR ENEMIGO DE NUESTROS ÁRBOLES
ORNAMENTALES
El árbol es un ser vivo, no podemos tener frente al mismo la misma actitud que frente a un material inerte.
Toda poda ha de considerarse como una agresión, toda herida ofrece una puerta abierta a las enfermedades por la destrucción de su tejido protector.
El árbol ornamental para su propio desarrollo no necesita podas, las podas pueden ser peligrosas, las únicas podas de mantenimiento tienen un carácter esencialmente preventivo. Estas aseguran una mejor sanidad del árbol y alargan su esperanza de vida, eliminando sus ramas muertas, mal orientadas o los brotes conocidos como chupones que distorsionan su estructura.
Es necesaria una toma de decisiones para poner en marcha nuevas prácticas.
No las confundamos con las podas de los frutales o forestales cuyos fines responden a objetivos particulares de aumento y control de producción a la selección de ramas con yemas de fruto o a la poda forestal dirigida a la obtención de portes altos y rectos para aumentar su valor maderable, ni siquiera a las vides que anualmente se podan para promover nuevas fructificaciones.
Hay que luchar contra la generalización de prácticas tradicionales, antiguas y excepcionales que se transforman en herramientas habituales de gestión bajo pretextos la mayoría de las veces dudosos.
Se practica la poda drástica en nuestro árboles sin razón que la justifique. Se hace necesaria una toma de decisiones para poner en marcha nuevas prácticas.
No basta con denunciar prácticas inadmisibles, es necesario hacer conocer, difundir y enseñar las «técnicas de la buena poda».
La acción deseada es difícil que alcance efectos reales a corto plazo, pero debemos de evitar las «masacres con la motosierra».
Sea cual sea el movimiento de opinión hacia prácticas correctas de poda, los malos hábitos y ciertas convicciones erróneas están profundamente arraigadas y serán difíciles de desarraigar.
Los árboles dejados crecer libremente toman la forma característica de su especie o variedad, regularizar su porte natural debe ser nuestro objetivo.
El medio urbano sin embargo está lejos de ofrecer las condiciones ideales para «SU desarrollo, elegir las especies adecuadas y plantarlas de acuerdo con el espacio aéreo y subterráneo reservado, evitará la necesidad de actuaciones severas posteriores, plantaciones próximas a edificios, farolas, grupos semafóricos, edificios monumentales, vías de circulación de transportes pesados, etc… serán inconvenientes que hay que prever.
Debemos acabar con la plantación indiscriminada de árboles en nuestro ambiente urbano, plantemos miles de árboles sí, pero siempre donde éstos puedan crecer libremente.
Plantar el árbol correcto en el sitio correcto.
Los árboles con demasiada frecuencia están inadaptados, su cuidado y formación, que debe empezar en el Vivero de producción y después durante los primeros años de plantación. Elegir bien y formar bien, son condiciones esenciales para no tener que podar.
Los árboles que nos benefician, absorbiendo el polvo contaminante de la atmósfera, que nos alivian de los rigurosos calores del verano, pagan un fuerte tributo a las construcciones, a la impermeabilización de los suelos, a las obras que se ejecutan sin control ni sensibilidad en la presencia de estos seres vivos, con frecuencia vemos materiales acumulados en sus troncos, descortezados, desmochadas sus ramas con raíces mutiladas.
Sin embargo, el carácter público de los árboles urbanos y la presencia de bienes y personas que circulan bajo los mismos, imponen a los responsables de su cuido el garantizar unas condiciones de seguridad satisfactorias con una gestión adecuada.
El público ejerce presiones sobre los responsables de la gestión del patrimonio de árboles plantados en las vías públicas y jardines de la ciudad como usuarios del espacio y como electores, presión sobre la poda por razones de excesiva oscuridad en sus viviendas, de molestias por la caída de las hojas en otoño, a los insectos en primavera, a la limpieza, los pájaros ensucian sus coches aparcados, las raíces levantan pavimentos u obstruyen alcantarillados… No debemos considerar los árboles como enemigos. Es difícil con frecuencia distinguir las verdaderas necesidades de los falsos problemas, pero cuando ha existido una anarquía absoluta en su plantación, estos problemas existen y son importantes, obligando a eliminar muchos árboles desarrollados, que con una adecuada plantación se hubiera evitado.
La poda debe limitarse en todo lo posible a operaciones de formación y de mantenimiento simple de los árboles, con operaciones ligeras y frecuentes, cuanto más pequeñas las heridas la cicatrización será más fácil.
Demos la oportunidad de que cada árbol mantenga su desarrollo y estructura, el plátano que sea plátano, el naranjo que sea naranjo, demos al árbol el espacio necesario para su desarrollo, no plantemos, si luego no gestionamos su mantenimiento y conservación o la gestionamos mal.
Por la poda no podemos destruir la estética del árbol ni su valor patrimonial, ambiental o poético.
El miserable aspecto de los árboles mutilados es triste de soportar.

Las podas severas, terciados y desmochados deben suprimirse del proceso normal de poda, justificadas como excepcionales en casos singulares y realizándose según los principios básicos, conforme a la biología del árbol, debemos evitarlas por inaceptables e inadmisibles, más en un clima como el nuestro donde la sombra es un bien preciado, desde el punto de vista estético protegeremos su forma natural y evitaremos el riesgo de enfermedades, pudriciones y debilitamiento de la estructura del árbol para el futuro, con una reducción de su esperanza de vida.
Seamos sensibles a estos seres vivos y acabemos con la ignorancia que los maltrata. Ellos son parte muy importante de nuestra calidad de vida.
Quizás, como expresa el poeta Manuel Benítez Carrasco en su compendio de versos sobre «Amemos y defendamos la naturaleza», en el «Dice el árbol», comprendamos nuestra filosofía.
«Yo soy tu amigo y te digo;
Por favor, no me hagas daño;
mas si es necesario, sea,
pero sólo el necesario.»