El Capricho.-Palacio

Visite el jardín cuando la Escuela Taller Alameda de Osuna lo estaba restaurando y después una vez terminada la  interesante restauración . En 1934, durante la República, fue declarado Jardín histórico. En 1985 Bien de Interés Cultural. Y en 2001 se le concedió el Diploma Europa Nostra en reconocimiento al trabajo de rehabilitación, restauración y rescate del conjunto natural y los inmuebles que contiene.

El Capricho constituye el único jardín del Romanticismo existente en Madrid.

El parque de El Capricho es un jardín de 17 hectáreas en forma de triángulo ubicado en el barrio de la Alameda de Osuna del distrito de Barajas, al noreste de la ciudad .

 Se construyó por expreso deseo de la duquesa de Osuna que sufragó las obras y lo cuidó hasta su fallecimiento. En 1900 pasó a manos de Gustavo Bauer a quien heredaría Ignacio Bauer Landauer hasta que en 1945 la Sociedad Inmobiliaria Alameda de Osuna adquirió la finca .

En 1974 pasó a cargo del ayuntamiento de Madrid.​ Su edificio principal se halla en fase de rehabilitación para reabrir como museo aproximadamente  en 2023.

En su diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (Madrid, 1845-1850), Pascual Madoz lo menciona como «una de las posesiones más hermosas y magníficas que hay en España, y la única quizá que puede competir con los Reales Sitios».

El Palacio de los duques de Osuna

María Josefa Pimentel, duquesa de Osuna (1752-1834), casada con el IX duque de Osuna, Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pacheco (1755-1807), fue una de las damas más importantes de la nobleza de la época y mecenas de artistas.

En 1783 la duquesa compró un terreno al conde de Priego que contenía «una huerta y una casa». Un año después, el jardinero de la corte francesa, Pablo Boutelou, le presentó un proyecto inicial para la casa y un jardín diseñado al estilo inglés y chino.

Entre 1785 y 1789 se llevó a cabo la primera fase de la obra: se remodeló el interior del antiguo caserón,​ se construyó el jardín bajo —que se convertiría en el giardino italiano—, el templete y el estanque de los cisnes.

De 1790 a 1808, durante la segunda fase, se compraron más terrenos. Se construyeron algunos de los edificios (los caprichos): la ermita, el abejero, la casa de cañas y la casa de la vieja. Se creó el lago y el estanque de los patos, y se canalizó el manantial en una ría navegable que recorría el jardín. Además, se realizó una ampliación del edificio principal, que quedó convertido ya en palacio.

El matrimonio nunca vería totalmente concluido el jardín. El duque, fallecido en 1807, legó en su testamento la propiedad a su esposa, quien la mantuvo hasta que durante la ocupación francesa con la familia refugiada en Cádiz, se instaló en ella el general francés Augustin Daniel Belliard.

 A su vuelta en 1815, la duquesa continuó las obras e hizo construir el Casino de baile, hasta que a su muerte en 1834 la propiedad pasó a su nieto, Pedro Alcántara, quien encargó también a López Aguado hijo nuevas construcciones, entre ellas la exedra en la plaza de los Emperadores, dedicada a su abuela, y el puente de hierro. Cuando Pedro murió sin descendencia en 1844, el Capricho pasó a su hermano, Mariano Téllez-Girón,​ quien lo mantuvo y celebró allí fiestas para la alta sociedad, incluida una en 1863 celebrada en honor de la reina Isabel II.

​ Sin embargo, a pesar de la gran fortuna del duque, los excesivos dispendios lo sumieron en enormes deudas, por lo que su viuda y heredera, la princesa María Leonor de Croy y Lowenstein, arrendó la finca al duque de Santoña hasta 1896. Fecha en la que, por orden del Tribunal Supremo, se tuvieron que subastar todos los bienes ducales para satisfacer los créditos y deudas contraídas por el duque. De esa forma, gran parte de las obras de arte y mobiliario de los palacios pasaron a manos de coleccionistas privados. En 1900, tras fracasar la venta al ayuntamiento de Madrid, El Capricho fue adquirido por Gustavo Bauer, representante en España de la banca Rothschild. Su familia conservó la finca en buen estado hasta 1936.

Durante la Guerra Civil, la finca fue requisada por los republicanos y se construyeron varios refugios antiaéreos subterráneos, donde se instaló el Estado Mayor del Ejército del Centro, mandado por el general Miaja, en lo que se llamó la posición Jaca. Diseminados por el jardín se pueden ver aún los respiraderos.

Durante los años en que El Capricho estuvo en empresas privadas se fue deteriorando y se produjeron algunos expolios. En 1974 lo compró el ayuntamiento de Madrid, y de 1986 a 1992 la Escuela Taller Alameda de Osuna realizó trabajos de restauración, además de una completa investigación histórica y documental.

“A partir de este momento histórico hay dos fechas fundamentales para la salvaguarda de este importante monumento histórico-artístico, a saber: 1985, con la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español que declara el jardín Bien de Interés Cultural, y 1986 con la creación de la Escuela-Taller Alameda de Osuna, momento desde el cual el Ayuntamiento de Madrid se encuentra realizando la recuperación y restauración integral de este conjunto, que representa el más original y consumado ejemplo de villa suburbana del siglo XVIII en España, además de uno de los pocos exponentes de jardín paisajista que tenemos en nuestro país.” así lo describe El Capricho Jardin de la Alameda de Osuna.

Años recientes

En 2014 se repuso en la rotonda central del abejero una de las piezas artísticas más valiosas, la estatua de Venus obra de Juan Adán; si bien realmente es una réplica donada por la coleccionista Alicia Koplowitz que posee la obra original.

También en 2014 se recuperaron el busto de la duquesa y las dos estatuas de mármol que, antes de la subasta de 1896, se encontraban en la exedra.

El palacio se lleva reformando desde 2018 para su reapertura como museo o centro de interpretación en 2023.  La obras, que en un principio iban a finalizar en 2021, se paralizaron en 2019 durante unos meses, pues aparecieron daños no contemplados en el tejado que ha retrasado su apertura.

El jardín

El diseño del jardín fue obra de tres jardineros paisajistas franceses. El proyecto inicial se debe a Pablo Boutelou, hijo de Esteban Boutelou que ya había participado junto a su padre en dos jardines reales: el Campo del Moro y la Granja de San Ildefonso, aunque al final tuvo que abandonar el trabajo para volver al servicio de los reyes. La duquesa entonces contrató a Jean-Baptiste Mulot y Pierre Provost con la condición de no realizar ningún otro trabajo en España

En el jardín se mezclan los estilos del paisajismo inglés, francés e italiano, reflejo de las influencias artísticas de sus diseñadores. Mientras que frente al palacio se crearon parterres formales al más clásico estilo del jardín francés, en el lado sur del palacio, en una zona más baja que el resto, se mantenía el jardín italiano —existente mucho antes de la compra de los duques, posiblemente desde el siglo XV, al estilo de los íntimos giardinos secretos de principios del Renacimiento italiano. Sin embargo, la mayor parte se diseñó como un jardín inglés, caracterizado por un estilo más libre y natural en el que la vegetación no quedaba constreñida a la rígida formalidad de los jardines barrocos franceses. Se ambientó además con elementos románticos, entre los que no podía faltar el agua y los puentes, junto a los cuales se realizaron pabellones y construcciones dedicados al entretenimiento, para crear un ambiente de fantasía muy del gusto de la aristocracia de aquella época. Elementos más clásicos como templetes, columnas y estatuas con representaciones de seres mitológicos complementaban el paisaje.

El jardín El Capricho de la Alameda de Osuna se articula en tres diferentes niveles. Un eje principal conduce a la fachada posterior de Palacio y rodeándolo por su costado izquierdo se sale a la plaza de la fachada de acceso principal con su portalón de entrada al palacio. Enfrente se encuentra la casa de Oficios, antiguas dependencias de caballerizas y servicios donde hoy se encuentra el Conservatorio Municipal. Al norte se extiende todo el jardín paisajista de trazado libre e irregular y sur aparece el jardín Bajo y la zona de los invernaderos.

Un camino flanqueado de cipreses conduce a la entrada posterior de Palacio que hoy es la entrada principal del Jardín y que desemboca en una plaza redonda que se utilizaba, según cuentan, para hacer corridas de toros, aunque no se han encontrado documentos que lo acrediten.

Sobre la puerta real de entrada al jardín se puede leer “El Capricho” nombre con el que la Duquesa quiso llamar a esta posesión debido al especial interés que sentía por ella.

Dos casetas laterales hacían los oficios de guardería: Desde esta puerta un eje o camino principal que articula todo el conjunto se enlaza con la Plaza de los Emperadores y de allí atravesando el parterre a la fachada posterior y más ricamente tratada del Palacio.

Este hermoso paseo aún conserva bellos ejemplares arbóreos.

 En el camino hacia el palacio a la izquierda está el parterre de los duelistas, llamado “Plaza de los Cipreses”, obra de Martín López Aguado, acertada composición en la que se levantan sobre sendas columnas de mármol, dos bustos de que representan a los dos duelistas de espaldas prontos a comenzar el duelo, a los cuarenta pasos reglamentarios. Un semicírculo de cipreses los rodea.

Un poco más adelanta hacia el Palacio se construyó el invernadero hacia 1795, edificio de planta rectangular en dos alturas. En la parte posterior y orientado a mediodía se encuentra la estufa, estructura de hierro y cristal abovedada.

Continuando por este camino, a la derecha, hay una elegante fuente de mármol blanco y corte renacentista rodeada por cuatro bancos, instalada a finales del siglo XIX y que seguramente procedía de otro lugar.

Atravesando dos puentes con barandilla de hierro se llega a la Plaza de los Emperadores donde se colocaron en 1815 los bustos de doce emperadores romanos.

Esta plaza alberga también la Exedra, cuyo origen resulta todavía confuso, puesto que hay notas que nos permitirían situarlo entre 1787 y 1792, albergando una fuente y atribuida a Ángel María Tadey,. Mandoz atribuye la obra a Martín López Aguado. Lo más lógico parece confirmar que la Exedra sí existía con anterioridad y que D. Pedro Alcántara Téllez Girón, que heredó la Alameda por la temprana muerte de sus padres, al fallecimiento de su abuela Dña. María Josefa, quiso rendir homenaje a la creadora de todo este hermoso conjunto. Siguiendo sus indicaciones, Martín López Aguado colocará en 1838 el busto de bronce de Dña. María Josefa (hoy desaparecido), realizado por el escultor José Tomás. Diversas esculturas, leones, jarrones, y las esfinges de plomo vaciadas por Francisco Elías adornaban el conjunto.

Continuando por lo que podríamos llamar eje formal del jardín se llega al parterre. Un álbum de fotografías del gran fotógrafo inglés Clifford, fechadas en 1856, que son un documento inapreciable para conocer la Alameda, nos muestra esta avenida flanqueada por lo que parece sin lugar a duda una rosaleda.

El parterre actual se debe al jardinero y pintor sevillano Javier de Winthuysen (1875-1956), que trabajó en la restauración de este jardín por encargo del Patronato de Jardines de la Dirección General de Bellas Artes entre 1943 y 1952. El parterre volvió a sufrir transformaciones más tardías a su compra por el Ayuntamiento de Madrid.

A la derecha del Palacio y en un nivel inferior se encuentra el llamado Jardín Bajo, el jardín privado, íntimo que tiene el encanto de corresponder a al núcleo, al corazón original de la antigua y primitiva casa comprada por los duques al Conde de Priego, cuyos orígenes podríamos remontar al siglo XVI.

Entre el Jardín Bajo o Jardín de las ranas, llamado también así por la fuente adornada con ranas que aparece en su placita central, es la misma que vemos en el plano presentado por Boutelou a la duquesa en 1784.

Contiguo al jardín Bajo hacia el Oeste se encuentra el Laberinto del cual se conservan escasas referencias, hasta la descripción de Mandoz en 1845. Al encontrarse planos con el diseño exacto del laberinto se decidió su reconstrucción. Después de una cuidadosa limpieza y un tratamiento singular de aquellos árboles que se debía respetar por tener un tamaño considerable se procedió al traslado y plantación del laberinto, recuperando los bancos de la placita central y plantando en su centro un árbol de Júpiter.

En la época de la Alameda el laberinto sin perder sus fuertes características estéticas y ornamentales respondía de acuerdo con los gustos del momento a un juego romántico y amoroso presente en el jardín.

El muro del parterre que lo limita debió ser ejecutado en los primeros años del siglo XIX cuando se produce una ampliación del terreno para la creación del parterre, tapando las escaleras realizadas en 1785. Se aprovecha entonces el nicho de la escalera para hacer la gruta del palacio, gruta que será restaurada en 1839 y se construye la correspondiente al laberinto. Ambas grutas estarán adornadas por rocallas, conchas, caracolas y dos mascarones con sus correspondientes juegos de aguas.

Cruzando del camino principal y entrando en la parte norte del jardín aparecen una serie de “escenografías” preparadas sin duda por Ángel María Tadey tan de moda en los jardines de la época que se acomodan las nuevas tendencias paisajísticas.

El_Capricho_Casa_de_la_Vieja.

La primera construcción que aparece subiendo la pequeña ladera lateral es la llamada “Casa de la Vieja” levantada en el primer periodo del jardín.

Esta casita tiene un enorme valor testimonial, pues habitualmente este género de construcciones, que para más asemejarse a la realidad estaban realizados con elementos toscos y pobres, no han resistido el paso del tiempo y han desaparecido de los jardines europeos por su fragilidad. Las que podemos encontrar, como en caso de Versalles han sido rehechas repetidas veces.

Toda la casita conserva un gran encanto, cubierta por un magnífico rosal de pitiminí que en primavera temprana se cubre de una cascada de pequeñas flores amarillas.

El camino flanqueado de cipreses nos conduce al Casino, importante pieza que sirve de remate a la ría. Su acceso principal está pensado como final del trayecto en barca por la ría, con una visión frontal de la doble escalinata de acceso, una importante barandilla de cerrajería y una gruta adornada con la escultura de un jabalí, copia de una escultura florentina, ejecutada en piedra de colmenar. Es una construcción octogonal, sobre una planta cuadrada, construida por Antonio López Aguado sobre otra ya existente, y a su vez restaurada y modificada por su hijo Martín……..

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Desde la terraza que rodea todo el Casino se podría contemplar por el costado oeste todo el jardín de flores, y por el lado este el final de la ría con un pequeño ensanchamiento.

El paseo por la ría se remata en la batería o “fortín”, original elemento decorativo, ejecutado con todo primor y esmero. Estaba adornado con una garita con un soldado vestido y armado, doce cañones de bronce con sus cuñas, puente levadizo de madera, rodeado todo él por un foso, tal como nos lo muestra la serie de fotografías realizadas por Clifford.

Mas al este de la zona del fortín se encuentra la rueda de Saturno, centro de una composición radial que ocupa es extremo norte de la posesión. En el centro de una plaza radial que se abre en seis caminos de iguales proporciones. La estatua de Saturno devorando a sus hijos se eleva sobre una columna de orden Pestum.

En la foto de Clifford se ven setos altos y un denso ajardinamiento que cierra todo el panorama con abundante vegetación.

Desde este punto central que es la columna de Saturno se singularizan dos perspectivas importantes. La que se abre hacia el extremo norte de la posesión y que culmina con el Abejero y el camino que nos conduce al Templo de Baco.

El Abejero (1793-1796)   es una de las construcciones más singulares de la Alameda. Autentico palacio para las abejas nos introduce de manera refinada en el mundo ilusorio de esta sociedad culta y rebuscada., es obra de Mateo de Medina, consta de una cúpula con una rotonda central donde se ubica la estatua de Venus. A derecha e izquierda se extienden sendas alas que terminan en un pabellón de más altura. Madoz lo calificaba como de estilo árabe. En estas alas se encontraban los panales, protegidos por cristales, para que los invitados de los duques pudieran contemplar la laboriosidad de las abejas mientras merendaban

En el eje central de la perspectiva de la plaza de la columna de Saturno se encuentra colocado sobre una colina el Templete de Baco, anteriormente de Venus. Elemento básico en el jardín paisajista cuya inspiración debemos buscar en el templo de Vesta en Tívoli. El Templete presenta una curiosa planta ovalada, con un mayor espacio en los Inter columpios de los ejes centrales que permiten una mejor visión de la escultura.

La desaparición de la cúpula, tal como hoy se nos presenta debió ocurrir en el primer tercio del siglo XI pues Mandoz en su diccionario nos describe el templete sin la cúpula.

En esta zona del jardín hay también dos estanques aislados. El llamado de las tencas en el extremo norte es el mayor de la posesión.

La “ruina”, fábrica hecha ya con intención de simular una edificación abandonada, entraba en la serie de pequeñas edificaciones propias de la jardinería de la época. Contribuía a añadir el elemento “tiempo” con su peso evocador, sentimental llamada a lo efímero de las cosas, y subyace a la presencia de la muerte en contraposición a la imagen de la vida y la naturaleza.

Toda esta zona norte del jardín va deslizándose hacia una suave vaguada que terminará atravesando por los puentes de hierro próximos a la Plaza de los Emperadores el camino principal por el que hemos entrado en la finca.

Existen otros numerosos puntos de interés, entre ellos podríamos destacar la ermita, hecha intencionadamente con aspecto ruinoso. Es una edificación sencilla de planta rectangular. En sus dos fachadas habría dos campanas que llamaban a la oración.

No podía faltar la presencia de la Montaña Rusa. Dos caminos serpenteantes, uno de subida y otro de bajada rodean la montaña. Una barandilla de madera de carácter rústico los protegía. Una cascada desciende desde lo alto. En la plataforma superior se colocaba cada temporada una tienda de campaña de hierro con sus colgaduras, elemento exótico que se añadía al gusto por lo chinesco y que contrastaba con la casa de cañas o el gabinete de esteras junto al estanque central de la ría.

En la parte central del jardín está el estanque de los patos ejecutado antes de 1804. Un romántico banco de piedra hacía de este paraje uno de los más deliciosos del jardín.

Había en el jardín una zona destinada específicamente a la instalación de juegos de temporada, hoy llamado jardín de juegos, de ellos tenemos noticias desde el comienzo de la creación del jardín. Quedan todavía las bases donde se sujetaban.

La vegetación a la que se dedicó especial atención en sus comienzos del jardín con la llegada de plantas desde los viveros de Aranjuez y del Buen Retiro, de Francia y de levante, fue decayendo paulatinamente.

Toda la que ocupaba los márgenes del río y del arroyo al secarse estos desapareció. El paso del tiempo, la falta de cuidados, y el abandono hicieron el resto. A pesar de ello todavía quedan algunos magníficos ejemplares de pinos, arboles del amor, robles, madroños, cedros, tilos, encinas, aligustres, chopos, saúcos, tamarix, durillos, plátanos, acacias e importantes masas de tilos que hacen de la Alameda un espectáculo  único en primavera.”

Construcciones

De la remodelación y ampliación de la antigua casa se ocuparon varios arquitectos españoles, como Mateo Guill, Manuel Machuca Vargas, Mateo de Medina o Antonio López Aguado. Artistas y escultores recrearon obras de la antigüedad clásica para ornamentar el palacio y el jardín, como el escultor italiano José Pagniucci o el español Juan Adán, autor de la Venus del Abejero. El pintor Francisco de Goya, amigo de la duquesa, también realizó cuadros y grabados para el palacio. Entre ellos, la serie llamada Asuntos de brujas, que decoraban la biblioteca.

El Capricho.-Palacio

El Palacio: está situado en el lado noreste del parque, ocupa 1200 m²; de planta cuadrada irregular, tiene cuatro torres esquineras y tres patios interiores. Según describe el representante de la comisión ejecutiva de los obligacionistas de Osuna Joaquín de Larrumbide:

La fachada Este tiene una gran portada de sillería caliza, labrada y tallada, estilo renacimiento con luz suficiente para la entrada de carruajes, así como dentro, un vestíbulo con una doble escalinata de piedra de sillería caliza, con balaustrada de hierro. La fachada Oeste, que da vista al jardín, es de estilo corintio compuesto: en la planta baja tiene una galería con pilastras rectas de piedra caliza, bien despiezada, llamando la atención las dimensiones extraordinarias de las piedras que forman el dintel recto de la galería superior. Esta galería superior está formada de un intercolumnio también corintio, con las basas y capiteles de mármol blanco, y los pedestales, columnas y cornisas de piedra caliza bien despiezada. Esta fachada, con vuelo exterior, tiene una doble escalinata que da acceso a la galería del piso principal o superior, construida con piedra caliza de piezas de grandes dimensiones, sirve de antepecho una artística balaustrada entre pedestales y sobre estos, bustos de mármol blanco que sirven de decorado.

Sobre el cornisamiento de esta fachada hay colocados unos pedestales; entre estos, sirviendo de antepecho a la terraza, una barandilla de hierro fundido, y sobre los pedestales, unas estatuas de mármol blanco que sirven de remate. Sobre las naves laterales de Norte y Sur hay dos espaciosas terrazas con el pavimento forrado de zinc, con una barandilla de hierro fundido entre pedestales de piedra caliza

En el piso bajo había habitaciones para los criados y para invitados, además de cocina, salón de baile, comedor de gala, oratorio y el cuarto del capellán. En el primer piso estaban los aposentos de los duques y sus hijos. Y el último estaba dedicado a almacenes, desván y cuartos para el servicio.

​ Madoz, en su diccionario, describía las estancias de esta manera: «…la riqueza compite con el buen gusto… y la vista recorre con embeleso todos los adornos, muebles y colgaduras…».

El Casino de baile: (1815) es obra de Antonio López Aguado y posteriormente (entre 1834-44) reformado por su hijo Martín. Es de estilo neoclásico y consta de dos plantas. La inferior, cuadrada, contiene la bomba hidráulica que extrae el agua de uno de los varios manantiales subterráneos de la finca para abastecer la ría. La planta superior, a la que se accede por una doble escalinata —bajo la cual se encuentra la figura de un jabalí sobre un peñasco por donde sale el agua—, es octogonal y está culminada por un tejado piramidal.

Una terraza de hierro forjado rodea todo el perímetro de esta planta; el interior es un gran salón circular con salida por cuatro puertas orientadas a los cuatro puntos cardinales, e intercaladas con cuatro ventanas. Sobre todas ellas se encuentra  un relieve con seis figuras de ángeles que representan cada una de las cuatro estaciones .  La simbología de los otros cuatro es desconocida. El salón está pavimentado en madera y decorado con pinturas y espejos.

El decorador y tramoyista italiano Ángel María Tadey y Borghini se encargó de construir y decorar tres de los caprichos del parque:

La Casa de la vieja: (1794-97) es una construcción rústica de piedra que a semejanza de la aldea de María Antonieta recreaba una escena campesina. De planta única, tiene cuatro habitaciones: el gabinete de musgo, llamado así por tener las paredes cubiertas de musgo; la cocina, decorada con pinturas que recrean los útiles y el mobiliario de una antigua cocina campestre; el gabinete rico, con paredes y techo cubiertos de pinturas de estilo pompeyano y el cuarto de la vieja, que antiguamente se cree que estaba habitado por algunos autómatas.​

La Casa de cañas: (1792-98) es una pequeña construcción de estilo chinesco totalmente revestida de cañas de bambú. Está situada a orillas del lago central y se usaba como cenador, o lugar de descanso tras la travesía por la ría. Consta de dos reducidos espacios: un embarcadero cubierto y una sala. Ambos están decorados con pinturas de paisajes.

La Ermita: (1795-96) también llamada casa del ermitaño es una pequeña construcción rectangular de ladrillo cuya fachada está flanqueada por dos columnas. El interior está decorado con pinturas al temple que recrean frescos, falsas ventanas con vidrieras, un altar y hasta un cuadro rasgado que representa a San Antonio.

 En el lado derecho de la ermita, a los pies de un pequeño tejadillo, se puede ver una enigmática lápida piramidal. Algunas teorías apuntan que podría ser la tumba del mendigo que habitó la ermita, fray Arsenio, alojado por los duques a cambio de techo y sustento, como parte de la escenografía para sorprender a sus invitados. Otras cuentan que los ermitaños fueron dos, a Arsenio le sustituyó Eusebio, y a su muerte se colocó un autómata.​

El Fortín o Batería: obra atribuida a Martín López Aguado en fecha incierta, aunque en un inventario de 1829 ya se menciona: «Batería: una mesa de madera fina con filetito de embutido, 12 sillas con asientos de paja pintados de blanco con rayas verdes y moradas, una garita con un soldado vestido y armado al natural, 12 cañones de bronce con sus cureñas». Y sobre dicho soldado consta en una nota de pago de 1814: «por una peluca para el soldado». Así como en otra de 1817: «tierra, bolas y pólvora para el soldado».

Este fortín consiste en una estructura de ladrillo de forma triangular ubicada al final del ramal derecho de la ría. Madoz, en su diccionario geográfico de 1845, lo describe minuciosamente como: «…con baluartes, puentes estables y levadizo, y foso de aguas que le circunda. Este fuerte está guarnecido por 12 piezas de artillería de varios calibres con sus correspondientes arcas de municiones, con juegos de armas, asta, bandera, y demás útiles necesarios para su defensa y ornato.»​ A la derecha de este fortín, se puede observar una pequeña construcción deliberadamente en ruinas, llamada la Casa del Artillero.

Monumentos y otros elementos

Además de los caprichos, completan la ambientación del jardín plazas, fuentes, templetes, estatuas y columnas.

La Plaza de los Emperadores: está situada a medio camino entre la entrada y el palacio. Obra de Mateo de Medina y Martín López Aguado, está formada por una exedra con cuatro columnas jónicas coronadas por una semicúpula. En el centro, el busto en bronce de la duquesa de Osuna del escultor José Tomás, y a cada lado una estatua de mármol sobre pedestal: Hércules con Ófante y Baco con sátiro. Delante, en semicírculo, ocho esfinges de plomo vaciado sobre pedestales bajos. Alrededor de la plaza hay diez bustos de emperadores romanos, también sobre pedestales. El monumento es un homenaje de Pedro Alcántara a su abuela.

El Templete de Baco: (1786-88) es obra de José de la Ballina. Está situado sobre una elevación hacia la derecha del palacio. Es de forma ovalada, con doce columnas jónicas en grupos de tres, que sostienen una cornisa dórica. En el centro, sobre pedestal, una gran estatua de mármol de Baco.​

La Rueda de Saturno: de autor y fecha desconocidos, aunque podría ser otro encargo de Pedro Alcántara, dado el escudo que figura en la base de la columna. Se sitúa también en la zona derecha del parque, por detrás del Abejero. Consiste en una columna de aspecto dórico sobre un pedestal de piedra coronada por una escultura de mármol de Saturno devorando a su hijo. De esta columna parten seis caminos formando radios.

El Puente de hierro: (1834-39) obra de Martín López Aguado. Está situado junto a la casa de cañas, a la salida del ramal derecho de la ría. Consta de un arco doble de hierro sobre el que se apoya la estructura de tres tramos. Los dos laterales, en cada orilla de la ría, descansan sobre una base de granito escalonada. Tanto el suelo del tramo central como los escalones son de madera, y completa el conjunto una barandilla de hierro forjado. Su altura, de casi cuatro metros, permite el paso de las barcas de paseo. Fue el primer puente de este tipo fabricado en España.

El Monumento al III duque de Osuna: (1838) obra también de M. López Aguado, está situado en la isla central del lago. Consiste en un bloque piedra berroqueña que se yergue sobre un cúmulo de rocas —algunas extraídas de las ruinas del castillo de Barajas donde estuvo prisionero—, de entre las que surge una pequeña cascada artificial. En la parte frontal del bloque una lápida de mármol gris con un medallón del perfil del duque y la inscripción: «A la memoria de Pedro Téllez-Girón, III duque de Osuna, virrey de Nápoles, encerrado en el castillo de la Alameda en MDCXXI, por envidia y prepotencia de sus enemigos. Erige este monumento sobre las piedras de su prisión D. Pedro Alcántara Téllez-Girón, XI duque de Osuna, conde de Benavente. Año de MDCCCXXXVIII.»

Las fuentes son otros de los elementos que adornan las plazas y los rincones del parque.

La fuente de los Delfines, llamada así por los cuatro delfines de su base, es una de las principales. Se comenzó a construir en 1795. La taza superior está rematada por tres ranas de bronce.

La fuente octogonal, llamada «del collar de perlas» por la forma de caer el agua gota a gota, se encuentra en una pequeña plaza rodeada de parterres florales y bancos, antes de llegar a la Plaza de los Emperadores. En tiempos de la duquesa estaba situaba, junto a su pareja, en los patios interiores del palacio.

Extraído de Wikipedia y El Capricho Jardin de la Alameda de Osuna

Fotos de diapositivas digitalizadas  tomadas en distintas visitas realizadas y la mayoria bajadas de internet.