Bosque de Buçaco.-Hotel

Muy cerca de Coímbra, existe un lugar conocido como el bosque encantado, la Mata do Buçaco que sorprende de forma inmediata.

Es especialmente conocida porque en el siglo XVII los carmelitas descalzos vallaron una parte, conocida actualmente como Bosque de Busaco  y fundaron allí el convento de Santa Cruz de Busaco, plantando todo el perímetro con mucha variedad de árboles que actualmente forman un frondoso paraje, muy visitado, que se recorre por diversos senderos. En el siglo XIX se construyó un palacio real transformado posteriormente en el Palacio Hotel de Busaco, que está entre los hoteles más bellos del mundo.

Su origen se remonta al siglo VI, cuando una comunidad de monjes benedictinos recala en el valle, pasando posteriormente los terrenos a manos del Obispado de Coimbra, que, a principios del XVII lo cedió a los carmelitas descalzos, quienes construyen el monasterio, en 1628 y que le proporcionaron al lugar su época de mayor esplendor.

 Actualmente solo quedan la iglesia, cuya fachada principal tiene tres arcos, interior de nave única, y planta de cruz latina, y el claustro, rodeados por el hotel.

Los monjes, en su afán de conseguir un lugar para el recogimiento y la oración, deciden levantar un muro de piedra de 5750 metros de longitud que delimita el bosque, y continúan con la plantación de especies forestales exóticas, provenientes de las colonias portuguesas.

En el bosque crecen alrededor de 400 especies autóctonas y 300 exóticas que introdujeron los marineros portugueses durante la Edad de los Descubrimientos.

Hoy día, podemos contemplar más de setecientas especies arbóreas, en una superficie de unas 400 hectáreas. Especies únicas, que requerirían viajar por todo el mundo para contemplarlas: abetos del Himalaya, acacias australianas, alcanforeros japoneses, araucarias brasileñas, cedros del Cáucaso, eucaliptos de Tasmania, fresnos de Pensilvania, ginkgos biloba, palmeras de Asia, pinos mejicanos, secuoyas, tilo y tuyas americanos… Junto a ellos árboles autóctonos y flora europea: alcornoques, encinas, hayas, lentiscos, olivos, olmos, robles y tejos.

La pluviosidad anual es de unos 1500 mm, con 130 días de lluvia. La temperatura oscila entre los 35 grados centígrados en verano y 5 en invierno. Las nieblas, sobre todo en verano e invierno, son frecuentes y densas.

El bosque de Busaco alberga una de las mejores colecciones dendrológicas de Europa.

​Entre las muy diversas especies que lo habitan se encuentran aliso común, pitósporos, mimosas, acacias, tilos (habitantes habituales de la laurisilva).

De los 86 árboles notables registrados por la Fundación Mata do Bussaco,​ muchos, por sus características y longevidad, han sido mencionados en la literatura popular y académica. En 1768 el botánico inglés Philip Miller provocó un debate de doscientos años al afirmar que una de las especies de ciprés del bosque, Cupressus lusitanica, era originaria de Goa;​ a finales de la década de 1990 el escritor experto en vinos Hugh Johnson visitó el arboreto y describió un eucalipto regnans como «seguramente el más grandioso de Europa»;​ recientemente, el historiador y arborista Thomas Pakenham incluyó uno de los notables ejemplares, una Araucaria bidwillii en su libro Árboles Notables del Mundo.

Los ambientes

El bosque se divide en tres ambientes:

el arboreto, que ocupa alrededor del 80% del bosque, es donde se ha producido la mayor reforestación iniciada por los carmelitas en el siglo XVII con especies autóctonas, excepto por la introducción de los cipreses (Cupressus lusitanica) que solicitaron expresamente y se han convertido en el emblema del bosque. Uno de sus ejemplares más notables, el «Cedro de San José», llamado así por haber sido plantado junto a la ermita del mismo nombre en 1644, fue derribado por un ciclón en 2013. Medía 16 m y 5,5 m de circunferencia de tronco.​ A mediados del siglo XVIII se empezaron a introducir especies foráneas como cedros ,douglasias, araucarias ,sequoyas, eucaliptos.

la Floresta Relíquia (bosque de reliquias), una reducida zona al sudoeste, habitada únicamente por especies autóctonas consideradas reliquias de la laurisilva existente antes de la aparición del hombre. Formando tres hábitats distintos se encuentran el robledal, el lauredal predominando el laurel portugués, que crece junto con los madroños, y el adernal, donde se concentran ejemplares de la especie (Phillyrea latifolia) que extraordinariamente alcanzan 15 m de altura.​

Bosque de Buçaco.-Jardín frente al Hotel.-2002

El jardín es el área más formal que rodea el palacio. Se estableció entre 1886-87 en el estilo barroco tradicional de la época, con parterres bordeados por setos de boj en topiaria. El valle de los helechos (Vale dos Fetos), establecido entre 1887-88, es otra de las zonas ajardinadas, se encuentra junto al Lago Grande y está habitada por una formación de helechos arbóreos (Dicksonia antarctica). El administrador en aquellas fechas, Ernesto de Lacerda, se desplazó en persona a viveros franceses y belgas para comprar las semillas y plantas que ocuparían los jardines.​

En 2015, un equipo de investigadores de la universidad de Aveiro creó el proyecto Life+BRIGHT para la conservación del bosque. Uno de los objetivos es controlar e intentar erradicar las especies invasoras que dificultan el desarrollo adecuado de las autóctonas, ya sean de flora o fauna.​

El 19 de enero de 2013 el ciclón Gong asoló Portugal, causando importantes daños materiales. Destruyó varios cientos de granjas y derribó miles de árboles en los parques nacionales portugueses, entre ellos Buçaco.

Bosque de Buçaco.-Galería del Hotel

Los monjes obtuvieron del Papa Gregorio XV en 1622 una bula que prohibía la entrada a las mujeres, ingeniosamente sorteada cuando la Reina Catalina, viuda de Carlos II de Inglaterra, quiso visitar el Buçaco, abriendo una nueva puerta en el muro. Desde entonces hay una tercera entrada, llamada Portas da Rainha. Otra bula que concedió Urbano VII, condenaba a la excomunión a aquellos que talasen o degradasen el bosque.

Entre 1730 y 1750 los monjes construyeron once ermitas en el bosque para vivir en ellas en aislamiento, de las que continúan en pie nueve. Las vistas que se obtienen desde sus tejados son espectaculares: todos los matices de verde que se puedan imaginar, una alfombra densa y tupida, que te transporta a lugares mucho más lejanos, y nos recordaba, inevitablemente, a la película, Los últimos días del Edén. Es lo más parecido que encontraremos en Europa a una selva tropical, lo que por sí solo hace que la visita resulte atractiva.

Con la abolición de las órdenes religiosas en 28 de mayo de 1834, y los procesos de desamortización el Buçaco pasa a manos de la monarquía y del Estado ,se continúan con las labores forestales y acrecientan su fama con la construcción del palacio.

También entonces se instaló el viacrucis de más de tres kilómetros que hoy en día está formado por veinte pequeñas capillas en cuyo interior están representadas las distintas estaciones mediante figuras modeladas en barro a tamaño natural.

Desde el aparcamiento ubicado junto al hotel se inicia el recorrido a la cercana Ermita de la Asunción y la Fuente Fría. Este manantial, que brota entre las rocas es una de las fontanas más hermosas de Buçaco.

Sus aguas descienden en interminable escalera hasta alcanzar el Vale dos Fetos (helechos), un pequeño paseo bordeado de decenas de ellos, de gran altura, entre calas, hortensias, rododendros y  arces pseudoplátanos.

Una gran parte del viejo convento fue derribado a comienzos del siglo XX para construir un pabellón de caza para la familia real portuguesa. Del proyecto se hizo cargo el italiano Manini aunque también intervinieron arquitectos como Nicola Bigaglia, Manuel Joaquim Norte y José Alexandre Soares. Tras la primera guerra mundial, ya convertido en el Palace Hotel Buçaco, se convirtió en uno de los destinos de moda en Europa.

Bosque de Buçaco.-Jardín del Hotel 2002

De estilo neomanuelino, su estructura exterior en piedra de Ança, recuerda a la Torre de Belem, y muestra motivos del claustro del Monasterio de los Jerónimos de Lisboa, así como del Convento de Cristo en Tomar, refugio de los últimos templarios

Especialmente interesantes son la fachada Sur y sobre todo la llamativa galería Este, con varias escenas de la gesta portuguesa.

Desde 1996 está catalogado como Edificio de Interés Público.

En definitiva, un lugar sorprendente, poco conocido fuera de Portugal y que supone el encuentro con una flora que difícilmente podremos ver en otro lugar.