
Madrid.-Jardines del Monasterio del Escorial
El Escorial es un municipio de la Comunidad de Madrid (España), perteneciente a la comarca de la Cuenca del Guadarrama.
Dentro de su término fue erigido, en el siglo XVI, el célebre Monasterio de El Escorial. Sin embargo, esta construcción se encuentra en la actualidad en San Lorenzo de El Escorial, municipio surgido dos siglos después
Los Jardines de los Frailes.-Mandados construir por Felipe II, que era un amante de la naturaleza, constituyen un lugar ideal para el reposo y la meditación. Manuel Azaña, que estudió en el colegio de los frailes agustinos de este monasterio, lo cita en sus Memorias y en su obra El jardín de los frailes. Es lugar de entretenimiento y estudio de los alumnos. El rey concebía sus jardines como un espacio productivo donde cultivar hortalizas y plantas medicinales, pero también los veía como una fuente de placer, con fuentes y flores.

El monarca recopiló planos de jardines de Francia, Italia, Inglaterra y los Países Bajos, contratando a los mejores jardineros, tanto extranjeros como españoles.
Este hoy austero jardín estaba originalmente repleto de flores, formando una especie de tapiz, por lo que fue comparado con las alfombras que se traían de Turquía o Damasco.
También era un auténtico jardín botánico, con hasta 68 variedades diferentes de flores, muchas medicinales, y unas 400 plantas que se trajeron del Nuevo Mundo.
Al sudoeste del jardín se encuentra la Galería de Convalecientes o Corredor del Sol, un espacio amplio, aireado y lleno de luz diseñado para el reposo de los enfermos.
Se apoya con una articulación arquitectónica poco conseguida en la Torre de la Botica, tal vez por la necesidad de garantizar la clausura a los monjes. Su sobria fachada hacia la lonja Oeste contrasta con la más abierta hacia los jardines, donde la solución arquitrabada con arcos sobre columnatas jónicas es única en el Monasterio.

Madrid.- Jardines Palacio del Pardo
El Palacio Real de El Pardo es una de las residencias de la Familia Real Española.
Su principal uso en la actualidad es el de alojar a los jefes de Estado extranjeros de visita oficial en España.
Se encuentra en el Real Sitio de El Pardo (España), en el entorno del monte protegido del mismo nombre.
Su gestión corresponde a Patrimonio Nacional, organismo estatal que administra los bienes al servicio de la Corona Española.
Se construyó en el siglo XVI, a partir de un edificio primitivo del siglo XV.

Un aspecto actual corresponde a las reformas y ampliaciones emprendidas en el siglo XVIII, a instancias del rey Carlos III, en las que participó el arquitecto Francesco Sabatini.
Además de por sus valores arquitectónicos, el palacio destaca por su decoración interior, representativa de diferentes épocas históricas. Destacan unos frescos, obra Gaspar Becerra, restos de la decoración pictórica que tuvo el palacio durante el reinado de Felipe II.
Asimismo, es especialmente relevante su colección de tapices, del siglo XVIII, en la que figuran cinco de las series más conocidas de Francisco de Goya.

Madrid.- Quinta del Duque de Arco
La Real Posesión de la Quinta del Duque del Arco (conocida también como Quinta de El Pardo) es un ejemplo de las casas de campo que algunos aristócratas de los siglos XVII y XVIII utilizaban para retirarse a las afueras de Madrid.
Se encuentra en el Monte de El Pardo, a pocos kilómetros del pueblo del mismo nombre, dentro del término municipal de Madrid (España).
El Palacio de la Quinta tuvo su origen en la Quinta de Val Rodrigo, una casa de labor que compró el Duque del Arco, don Alonso Manrique de Lara (íntimo cortesano, Montero Mayor de Felipe V y Alcaide de El Pardo) en 1717.
Construyó una casa cuyas trazas recordaban al Palacio de la Zarzuela, del arquitecto Gómez de Mora. A la muerte del Duque en 1745, la Duquesa donó la propiedad a los reyes Felipe V e Isabel de Forneció, quienes la incorporaron al Real Sitio de El Pardo. Fue declarado Monumento Nacional en 1935.
El golpe de estado de Francisco Franco sorprendía el 17 de julio de 1936 al presidente del Estado, Manuel Azaña, en la Quinta del Pardo, donde residía.
Por motivos de seguridad se trasladó al Palacio de Oriente tras la noticia.
Más tarde, durante la Guerra Civil española, en el palacio estuvo alojada la Quinta División del Ejército de la República (mandada por el comandante Palacios).
Por lo cual fue objetivo frecuente de los obuses de las tropas Nacionales de la Casa de Campo.

En el año 1974 se celebraban en la Quinta las audiencias del entonces príncipe don Juan Carlos.
Desde 1994 y gracias a los esfuerzos del Servicio de Jardines, Parques y Montes del Patrimonio Nacional, en colaboración con la Escuela Taller de Jardinería y Medio Ambiente de El Pardo, se está tratando de recuperar este auténtico tesoro de entorno natural.
Actualmente, en ella está alojado el Colegio Público de Educación Especial La Quinta de la Comunidad de Madrid.
Los jardines, que son lo más importante en la Quinta, fueron diseñados por el francés Glaude Truchet hacia 1726, y responden al mismo gusto formal que el de La Granja de San Ildefonso.
Los jardines de más de 10.000 m2 se componen de cuatro grandes terrazas con rasgos españoles e italianos, esculturas y estanque. Grandes coníferas llaman poderosamente la atención.

Madrid.-Quinta los Molinos.-
El Parque de la Quinta de los Molinos se encuentra en el barrio de Salvador en el distrito de San Blas-Canillejas de la ciudad española Madrid. Es considerado un «parque histórico». Está delimitado por la calle Alcalá, la calle Miami, la calle de Juan Ignacio Luca de Tena y la avenida del Veinticinco de Septiembre.
Este jardín fue propiedad del conde de Torre Arias. En el año 1920 lo regala al arquitecto alicantino César Cort Botí, que era profesor de Urbanismo en la Escuela de Arquitectura así como concejal del Ayuntamiento.

Éste construyó un jardín de tipo mediterráneo. A su muerte, el parque quedó semiabandonado.
En septiembre de 1980 y tras un convenio con la Gerencia Municipal de Urbanismo, se cede al Ayuntamiento de Madrid tres cuartas partes de las 28,7 hectáreas de la propiedad original, permitiendo que el resto del parque fuera de uso residencial
Descripción del parque.-Con una extensión de 25 hectáreas, el parque incluye grandes extensiones de arbolado, en el que se puede encontrar una gran cantidad de especies (olivos, pinos, eucaliptos) aunque la estrella del parque son los almendros, que florecen en febrero, ofreciendo un fantástico espectáculo.
También se halla, en el extremo norte del parque, un palacete de comienzos del siglo XX, con zonas de jardín con flores y extensiones de césped. También hay un estanque, un molino y el edificio conocido como Casa del Reloj, actualmente en rehabilitación.
El parque está recorrido por multitud de caminos de tierra, además de un camino pavimentado, bordeado por grandes plátanos, que lleva desde la entrada principal, en la calle Alcalá, hasta el palacete.

Madrid.- Jardines de Aranjuez
Los Jardines de Aranjuez son una serie de bosques y parques ajardinados y ornamentados con numerosas fuentes y estatuas, situados junto al río Tajo y al Palacio Real de Aranjuez (Comunidad de Madrid, España).
Están al cuidado del Patrimonio Nacional de la monarquía española y además ostentan el título de Patrimonio de la Humanidad bajo el nombre global de Paisaje cultural de Aranjuez (que también incluye el palacio) otorgado por la Unesco en 2001.
Los Jardines son cuatro: el del Parterre, el de la Isla, el del Príncipe y el de Isabel II.
Jardín del Parterre.-Junto a la fachada este del Palacio Real, se alza el Jardín del Parterre, mandado construir por Felipe V al jardinero francés Esteban Boutelou en 1727 y plantado en 1746.

En su lado norte da a parar al río Tajo, mientras que por su lado oriental y meridional, desde el Puente Barcas hasta los arcos de Palacio, está flanqueado por un foso de cantería y una barandilla de hierro con jarrones de flores sobre pedestales, creados en 1762 por orden de Carlos III.
La entrada principal al jardín se realiza a través de dos garitas de cantería.
Fuentes.-Aparte de las numerosas flores y árboles de toda clase del jardín, destacan sus tres fuentes: la de Hércules y Anteo, la de Ceres (situada anteriormente en el Jardín del Príncipe) y la de las Nereidas.
La Fuente de Hércules y Anteo, la más espectacular del jardín, fue mandada construir al arquitecto Isidro González Velázquez y al escultor Juan Adán por Fernando VII en 1827. Su emplazamiento original estaba previsto en la zona trasera de la Casa del Labrador, en el Jardín del Príncipe, aunque finalmente se situó en el Parterre.

Sobre el pilar central se encuentran las estatuas de Hércules, agarrando con su fuertes brazos y levantando del suelo a Anteo.
En la base del pilar, hay un nicho que representa Hércules niño luchando con una serpiente, así como a una pitón vencida.
Hay también diversos trofeos de caza como muestra del poder del héroe mitológico en sus Doce Trabajos: un ciervo, un toro, un león y varias serpientes.
En los extremos de la fuente, que es ovalada, encontramos dos columnas con las palabras Avila y Calpe, así como con la leyenda Non plus ultra. Por último, el borde del estanque está adornado con diversos jarrones con flores, realizados en plomo y pintados de color mármol. Esta fuente se encuentra edificada sobre la anterior Fuente del Tajo, en la que el río estaba representado por un anciano sentado sobre un haz de cardos, que sujetaba una serpiente.

Jardín de las Estatuas.-En el extremo occidental del Jardín del Parterre, en una pequeña plazoleta cuadrada de la cara sur del Palacio Real, se encuentra el Jardín de las Estatuas, por los 14 bustos de mármol de emperadores romanos, reyes de España y personajes de la Antigüedad, colocados sobre otros tantos nichos en la pared.
También es llamado Jardín del Rey, por Felipe II, que lo mandó construir. Este jardín del Rey (segunda mitad del siglo XVI) es un jardín cerrado adosado al lado sur del Palacio junto a la torre del Reloj que sigue el modelo renacentista italiano del jardín secreto y privado. Fue proyectado por Juan Bautista de Toledo y ejecutado por Juan de Herrera (1577-
Es un jardín para poder ser contemplado desde los balcones del palacio, conformado por un trazado regular de calles que limitan cuadros de boj, flores y vegetación baja.
En el centro se sitúa una fuente de jaspe verde obra de Roque Solario.

El propio rey tiene aquí un busto de tamaño natural, armado de cota y malla.
Los medallones de Carlos I e Isabel de Portugal, que antaño rodeaban la estatua de su hijo, fueron llevados finalmente al Museo del Prado en 1869, donde siguen actualmente.
Las estatuas son de la época de Felipe IV.
Jardín de la Isla
Fuente de Hércules e Hidra.
Fuente de Apolo.
Fuente del Espinario.
Fuente de Venus.
Fuente de Baco.
Fuente de Diana.
Este jardín, llamado así por encontrarse rodeado por tres lados por del río Tajo y por el sur por una ría artificial, se encuentra al norte del Palacio Real.

Origen.-Su origen se remonta a la Orden de Santiago, que entre 1387 y 1409 construyó un palacio maestral, antecesor del actual palacio.
Desde aquellos años se construyó un canal o ría aprovechando un meandro del Tajo, donde se situaron diversos molinos o aceñas.
Cuando en 1487 Fernando el Católico pasó a ser Gran Maestre de la Orden, la reina Isabel la Católica, se aficionó a la Isla, con lo que pasó a conocerse como Jardín de la Reina. Posteriormente Carlos I y Felipe II decidieron convertir la zona en un entorno natural privilegiado y llevarlo a su máximo esplendor.
El Señor Don Felipe III hizo reparar aquellas fuentes y poner algunas de las que hoy hay.
“ Para ello se descubrió una cantera de mármol en Villarrobledo en la Mancha, el año de 1604, de donde se sacaron pedestales y otras piedras para los pilones o estanques de ellas….»

Entrada.-Se accede a él desde el Parterre, pasando por encima de la presa que crea la ría, mediante un puente en forma de rampa, así como por una escalinata de 1744, flanqueada por seis estatuas sobre otros tantos pedestales. A cada lado de las compuertas de la presa, el agua del Tajo desciende por sendas cascadas.
Fuentes.-Con numerosas flores y árboles frondosos, este jardín también posee numerosas fuentes y estatuas, así como de diversas estufas e invernaderos.
Las principales fuentes son las de la Boticaria, la de Hércules e Hidra, la de Apolo, la del Reloj, la del Niño de la Espina, la de Venus, la de Diana, la de Baco y la de Neptuno.
Fuente de la Boticaria.-Nada más entrar al Jardín a través del puente en rampa, se encuentra la Fuente de la Boticaria, con vaso circular, con figuras de niños con conchas y rocas. Al fondo, se alza imponente el llamado Salón de los Reyes Católicos, un paseo de más de 300 m arbolado con plátanos, situado junto al dique alto del Tajo, al que separa una barandilla de hierro con pedestales y jarrones, al igual que en el foso del Jardín del Parterre.
Fuente de Hércules e Hidra.- La Fuente de Hércules e Hidra, que es la primera que uno se encuentra al cruzar la ría por la escalinata, está colocada sobre un zócalo y una basa de jaspe negro de planta octogonal, con una gran taza y un pedestal sobre la cual está la figura de Hércules matando a la hidra.

Alrededor encontramos unas barandillas de hierro y ocho pedestales con otras tantas figuras de mármol en los bordes de la plazoleta.
Esta fuente fue mandada construir por Felipe IV a José de Villarreal y Bartolomé Zumbigo y sustituye a una fuente anterior dedicada a Diana de la época de Felipe II.
Las esculturas colocadas sobre pedestales que existieron alrededor de la fuente fueron compradas por Felipe V y situadas originalmente en los Jardines de La Granja.
Después de este emplazamiento se situaron en las columnas de la entrada principal del Jardín del Príncipe por orden de Carlos IV y finalmente descansan en el Museo del Prado de Madrid.
Fuente de Apolo.-La Fuente de Apolo (o de Triptólemo), del siglo XVI, está situada justo después de la de Hércules, con un zócalo, basa y pretil de mármol octogonales, en cuyo centro se halla una taza con la figura de Apolo con la planta puesta sobre un dragón.

En el pretil pueden verse diversos relieves, con un pie de sátiro en cada esquina.
La plazoleta en la que se encuentra esta fuente era llamada anteriormente la Puerta del Sol de Aranjuez, en referencia a lo concurrido del lugar, por analogía con la plaza del mismo nombre de Madrid.
Pasando a la llamada Calle de la Galería, encontramos el Burladero, una serie de surtidores colocados en el suelo que despiden arcos de agua a la altura del pecho de una persona.
Fuente del Reloj.- Este paseo nos lleva directamente a la Fuente del Reloj, también conocida como de las Horas o del Anillo, que se encuentra en una plaza cuadrada, flanqueada por seis bancos de piedra, con una fuente en el centro.
Cuando se encuentra en funcionamiento, la sombra del chorro del agua va marcando las horas, como si de un reloj se tratase, sobre los bordes de la fuente.

Fuente del Niño de la Espina.-A continuación, la Fuente del Niño de la Espina, también conocida como del Espinario o de las Arpías, mandada crear por Felipe III, posee un pretil cuadrado de piedra jaspe con una columna corintia en cada esquina.
En el centro hay un pedestal con una taza sobre la cual descansa un joven de piedra, en actitud de sacarse una espina clavada en su pie izquierdo.
En cada esquina de la fuente hay una columna, en lo alto de la cual se encuentra la figura de una arpía, que despiden agua hacia el centro de la fuente.
Antiguamente, la plazoleta en la que se halla esta fuente contaba a su vez con un cenador en cada esquina, con tres bancos y cuatro columnas de orden jónico de 1783, que sujetaban un cascarón de madera y plomo, desmontados en 1867 al dañarse uno de ellos por la caída de un árbol.
Fuente de Venus.-También conocida como de Don Juan de Austria, pues se cree que la piedra con la que está construida fue conseguida en la Batalla de Lepanto.
Situada en el centro de una plaza octogonal, se compone de una gran taza con balaustre y una segunda taza, donde se halla una figura de Venus en bronce, en actitud de secarse el pelo con las manos. Fue enviada a España desde Florencia en 1571.

Fuente de Baco.-Más al fondo en el jardín, la Fuente de Baco se encuentra en una plazoleta hexagonal con bancos de piedra, en cuyo centro se halla un estanque circular de jaspe. En su centro una gran taza con un pedestal sobre el cual el dios Baco, coronado con racimos de uvas y sentado sobre un tonel con un pequeño grifo, alza una copa de vino con su brazo derecho.
El cuerpo de esta fuente fue regalado a Felipe III por el Gran Duque de Florencia y diseñado en mármol por Giambologna. Inicialmente iba a albergar la fuente llamada de Sansón con el filisteo, que fue regalada por Felipe IV a Carlos I de Inglaterra en 1623 y hoy presente en el Victoria and Albert Museum de Londres. Finalmente desde 1656 está coronada por la figura de Baco, realizada por Jonghellinck.
Fuente de Neptuno.-La Fuente de Neptuno, del italiano Alessandro Algardi, está situada en la parte más alejada de la entrada al Jardín. Representa al dios Neptuno sobre un tazón, empuñando su tridente con la mano derecha. Está sobre un carro con forma de concha, tirado por sendos caballos marinos. Alrededor, sobre cuatro pedestales, encontramos a las diosas Cibeles y a Ceres, cada una con una corona con forma de castillo y sobre sendas carrozas tiradas por leones, sujetados por niños. En el tercer pedestal se encuentra Juno, sobre un pavo real, mientras que en el cuarto, Júpiter está sobre un águila que se apoya en un globo terráqueo, sujetado por tres titanes
Fuente de las Gracias.-Existió antiguamente una fuente más allá de la de Neptuno, la llamada Fuente de las Gracias o de los Tritones, del siglo XVI aunque de autor desconocido.

Fue colocada en 1656 en el extremo final del Jardín por Felipe IV.
Con sucesivas mejoras y ampliaciones realizadas por orden de Felipe V y Fernando VI, finalmente esta fuente fue trasladada por el arquitecto Pascual y Colomer al Palacio Real de Madrid, donde sigue actualmente.
Emparrado.-En el extremo nordeste del jardín, se encuentra el Emparrado, una zona de huerta cerrada al público. Antiguamente se cultivaban fresas, espárragos y otras hortalizas para abastecimiento de Palacio.
Jardín del Príncipe
Embarcadero del río Tajo.
Fuente de Narciso.
Fuente de Apolo.
Kioscos chinescos.
Jarrón.
Este jardín, situado entre el río Tajo y la Calle de la Reina, es el más extenso de todos los de Aranjuez, con un perímetro de 7 km y una extensión de 150 hectáreas, de las cuales sólo son visitables aproximadamente la mitad.

En la parte norte, que es la que da al río, está protegido por un dique de piedra llamado Malecón de Solera, mientras que en su cara sur, lo limita una larga verja sobre un zócalo de piedra de Colmenar y pilares de ladrillos, ornamentados por artísticas piedras.
El jardín está formado por gran variedad de especies de árboles diferentes, como: plátanos, ahuehuetes, pacanos, caquis de Virginia, cipreses, liquidámbares, pinos, castaños de indias, tilos, fresnos, robles, cafeteros, magnolios, arces, carpes, árboles del amor, de Júpiter, …
Origen.-Tiene su origen en la llamada Huerta Grande de Don Gonzalo y en un pequeño jardín mandado crear por Fernando VI en la zona del embarcadero sobre el río.
No es hasta el 3 de octubre de 1772 que el futuro Carlos IV, que en aquel momento ostentaba el título de Príncipe de Asturias, manda su construcción.
Se finalizaron los trabajos en 1804.

Entrada.-La entrada principal de este Jardín, situada en la Calle de la Reina, justo detrás del Palacio de Godoy, se realiza a través de una puerta de hierro, obra de Juan de Villanueva, con dos basamentos de piedra, con cuatro columnas cada uno y coronadas por cornisas de orden jónico. En lo alto, están rematadas por geniecillos de piedra con flores, aunque anteriormente estaba adornada por las esculturas de Palas y Pomona, que ya estuvieron en la Fuente de Hércules e Hidra del Jardín de la Isla y que hoy están en el Museo del Prado.
Embarcadero.-Posee un embarcadero fortificado (mandado crear por Carlos IV), muy usado durante las estancias de los Reyes en Aranjuez, en las que organizaban paseos por el Tajo a bordo de lujosas falúas. Dichas embarcaciones se conservan todavía en el Museo de Falúas Reales o Casa de Marinos, que se encuentra al lado. También encontramos en la zona un castillo de piedra, de construcción inacabada, y que fue usado como depósito de leña. Actualmente alberga un restaurante.

Fuentes.-Hay una sección del jardín llamada Anglochina, en la que encontramos las hermosas fuentes de Narciso y de los Cisnes.el diseño de Isidro González Velázquez.
Fuente de Narciso.-La primera, obra de Joaquín Dumandre, muestra al hermoso Narciso junto a su perro, asomándose a un hermoso tazón sobre el que se encuentra en lo alto de un pilar, a punto de caer en él.
Sujetan el tazón cuatro robustos Hércules. Al resultar gravemente dañada en la Guerra de la Independencia Española, fue reconstruida por Esteban de Ágreda en 1827 según el diseño de Isidro Gonzalez Velázquez.

Fuente de los Cisnes.-La Fuente de los Cisnes es también obra de Joaquín Dumandre, inspirada en otra de La Granja. Presenta un peñasco con dos figuras de niños de mármol que agarraban un cisne, por cuyo pico salía el agua. Dañada en la Guerra de la Independencia Española.
Sólo se conservaba el pilón y el peñasco central, pero en 2009 se llevó a cabo la restauración de las figuras de los niños y el cisne.
Fuente de Apolo.-Más allá, la Fuente de Apolo, en mármol de Carrara, muestra al dios de la belleza en lo alto de un pedestal.
Mandada crear por Carlos IV no fue terminada hasta el reinado de su hijo Fernando VII, con diseño de Isidro González Velázquez.

Detrás, con forma semicircular, seis columnas coronadas con otros tantos patos lo escoltan. A ambos lados, encontramos dos columnas cuadradas, con dos tazones en lo alto. La estatua de Apolo fue comprada por Felipe V y situada en La Granja. Carlos IV la mandó traer a Aranjuez.
Actualmente la estatua presente en el Jardín del Príncipe es una reproducción, pues la original fue devuelta en 2000 a La Granja.

Estanque de los Chinescos.-El Estanque de los Chinescos, lago artificial bordeado por una pequeña baranda, con tres islas, sobre las cuales encontramos un templete o kiosco de estilo griego, otro de tipo chinesco y un mausoleo de granito egipcio.
El pabellón griego es obra de Juan de Villanueva, con una serie de ocho columnas de orden jónico que sujetan el techo, coronado por una piña de bronce pintada de color mármol (aunque originalmente poseía un dragón dorado).
Entre cada columna existieron unos vasos canopos egipcios, ahora desaparecidos.
Por otro lado, el templete chinesco original resultó gravemente dañado en la Guerra de la Independencia Española y reconstruido por Fernando VII más bien como un kiosco de estilo turco, con vivos colores verde, rojo y dorado.
Montaña Rusa.-Muy cerca, se construyó una montaña artificial, la llamada Montaña Rusa, aunque su verdadero nombre es Montaña Suiza, coronada por un templete de madera, desde las cuales se pueden contemplar hermosas vistas de todo el jardín.

Casa del Labrador.-Finalmente, su extremo más oriental se encuentra la Casa del Labrador, edificación mandada construir por Carlos IV y de gran riqueza por su colección de estatuas y relojes. En este jardín viven en libertad faisanes y pavos reales, así como ardillas y otros animales similares.
Jardín de Isabel II.-Es éste el último jardín en construirse en Aranjuez, ya en el siglo XIX, cuando Isabel II era todavía una niña. Este jardín cuadrado, situado junto a la Plaza de San Antonio y el Paseo del Brillante, fue construido sobre una zona que servía anteriormente de estercolero, así como para estacionamiento de carretas y ganado.
Los primeros árboles se plantaron en 1830, mientras que cuatro años más tarde se dispuso en el centro del jardín un pedestal de mármol con una estatua de bronce de la Reina Niña.
Alrededor, existen ocho bancos de piedra y ocho jarrones con flores.

Madrid.-Casita del Príncipe del Pardo (Madrid).
La Casita del Príncipe es una de las residencias de la Familia Real Española. Es un palacete neoclásico de finales del siglo XVIII, que se encuentra en el barrio madrileño de El Pardo (España). Su gestión corresponde a Patrimonio Nacional, organismo del que dependen los bienes del Estado a disposición de la Corona Española.
El edificio está situado junto al Palacio Real de El Pardo, en el monte homónimo, una extensa área forestal vinculada históricamente con la monarquía española, que la utilizaba con fines cinegéticos. Fue erigido en 1784 como pabellón de caza, para uso de Carlos IV, por entonces príncipe de Asturias, por encargo de su padre, el rey Carlos III.
Se debe al arquitecto madrileño Juan de Villanueva, quien ideó un diseño previamente ensayado en las Casitas de Arriba y de Abajo, de su misma autoría, levantadas en el Real Sitio de El Escorial.
Durante el franquismo la construcción fue destinada a la vivienda del Jefe de la Casa Civil del dictador Franco dada su proximidad al Palacio del Pardo donde éste residía. En los primeros años del siglo XXI se procedió a una rehabilitación. Después de dieciocho años cerrados, se reabrió al público en abril de 2009.
El palacete está construido en materiales de granito y ladrillo y se dispone en cinco cuerpos principales, en los que prevalece la horizontalidad sobre la verticalidad. Junto a la fachada principal se extienden unos jardines neoclásicos de trazado hipodámico, separados del edificio por una vía asfaltada realizada en el siglo XX.
En el interior, organizado en pequeñas salas, se guardan importantes colecciones de bordados y sedas, así como pinturas de Lucas Jordán, Antón Raphael Mengs y Francisco Bayeu, autor de los frescos de la bóveda del comedor (1788).

Carlos V de España y sus jardines.-
Carlos V, que en este jardín se entregó por completo a la influencia morisca, en otro cuarto cedió su territorio español como enteramente a la influencia del Renacimiento italiano.
El primer intento de este arte en suelo español fue el palacio que el emperador construyó en la colina de la Alhambra, pero está en ruinas, y no podemos deducir nada de hablar de los sitios de jardín, como ahora vemos.
Carlos había pasado los primeros meses de su vida matrimonial feliz en la Alhambra, y siempre esperaba ver este lugar muy bien otra vez.
Sabemos que el estado de la ciudad en esos días, y de las casas de campo encantadora con sus jardines y aguas frescas por tierra.
Navigero, que era el seguidor y amigo del príncipe, le ha dado una descripción muy encantadora de ellos.

En el año siguiente Carlos comenzó la construcción de un nuevo palacio, que era totalmente de estilo italiano.
Las villas de la época, especialmente la Villa Madama, tiene que haber influido directamente en el suelo de planta de este palacio: el edificio central estaba en una plaza con un gran patio circular con pilares en el medio, y no hay duda de que tales planes desempeñaron un parte importante en la mente y los recuerdos de los teóricos y artistas por igual.
Se podría pensar de León Battista Alberti ‘s consejos, de Rafael en tierra los planes, diseños de Serlio Villa.
Si el patio inmenso del palacio imperial quedó completamente vacío y sólo se utilizaba para la inclinación y muestra, o se sembró en parte y adornado con flores, debe seguir siendo una cuestión abierta. Esto trae a la mente el patio central para los juegos de Poggio Reale, que un príncipe español construyo en suelo italiano.
Carlos nunca tuvo éxito en la celebración de festivales aquí, y él nunca vio el edificio, que quedó en ruinas.
Evidentemente, sin embargo, algunos se trabajó en los jardines, que al parecer se habían previsto para ascender en terrazas.

En los cuarenta años no parece haber habido preparativos para la visita del emperador.
En ese momento Luis de Mendoza tenía una especie de acuerdo de fuente establecido en la subida al castillo y se ha preservado como un monumento de estas partes del lugar.
Bajo la Torre árabe de Justicia se levanta un muro elaborado, dividido en secciones por seis columnas dóricas. que tiene entre el segundo y el quinto de una fuente altamente adornada pegada a la pared, y una pequeña cuenca frente a la cual el agua salía a borbotones a través de las máscaras de los tres dioses de los ríos.
En el reinado de Carlos esta aproximación a la Alhambra fue lo único que conocemos su hermosa decoración.
Fue Felipe II que hizo el camino de carro conveniente que se plantó, sin duda por sus órdenes, con olmos enanos, porque él fue el primero en introducir el árbol en España y le gustaba tenerlo muy extendido.
Laborde en el siglo XIX habla en alabanza de este enfoque, plantada con olmos.
Felipe también plantó el hermoso parque de la Alhambra con olmos, aunque la plantación más tarde con los árboles que vemos hoy en día sólo datan de la época de Wellington.
Los bonitos sitios del jardín en la terraza de Torre de la Vela tal vez pertenecen a la época anterior .En cada uno de sus reinos Carlos V era un gran amante y mecenas del jardín.

Con todos los hombres de su generación que compartía un profundo interés por la botánica, y cuando se retiró, enfermo y cansado de la regla, en el monasterio de San Jerónimo en San Yuste , dedicó el tiempo que había dejado este mundo ya sea en a las diversiones mecánicas o la jardinería.
El monarca cansado había construido para su propio uso, una modesta vivienda indigna en la ladera sur de la colina debajo del claustro. Su dormitorio estaba tocando a la iglesia, para que desde su cama en la que podrían participar en la Misa a través de una puerta de cristal.
Pero su habitación de trabajo miraba hacia el sur, y estaba completamente rodeado por el jardín sin terminar que se había hecho, mientras más lo fueron las hermosas colinas y laderas de Verga de Plasencia, cubiertas de castaños, moras, nueces y almendras.

Junto a estas salas, que eran alcanzadas por un pasillo que divide el norte del sur, había una amplia terraza con jardín: la mitad de esta hecha de una especie de jardín colgante en la planta baja de la casa que lindaba en la ladera de la colina y Carlos V convirtió en la terraza jardín de tierra y la planto con naranjos, limones y hierbas aromáticas.
Él había obtenido de los botánicos más destacados de la época las plantas que crecían en todas las partes de sus dominios poderosos, y éstos había cultivado en todos los centros principales: Viena, los Países Bajos y España.
En el centro de la terraza había un vivero de truchas que fueron capturadas y mantenidas en los arroyos de montaña, y se utilizaban para la mesa real en días de ayuno.
En el otro extremo del pasillo en el oeste había una terraza similar, y por lo tanto se llegaba a los patios del claustro en el mismo nivel. Un sendero de suave pendiente conducía desde la terraza hacia el este a la parte baja del jardín.

Se dice que el emperador, al estar tan mal, no quería ir mas por las escaleras, pero la falta de inclinación de pasos terraza a principios de los jardines del Renacimiento puede haber tenido algo que ver con eso.
El jardín inferior había sido el huerto del monasterio, Carlos V lo cedió a los monjes, haciendo uno nuevo para sí mismos en el nordeste del claustro.
El emperador tenía un muro para protegerse de los ojos curiosos y visitantes indeseables, y una puerta que le dejaba pasar al jardín de los monjes nuevo cuando quisiera.
El huerto inferior mostró una exuberante vegetación, con árboles ornamentales y frutales, y los troncos de los limones y las naranjas que llegaban hasta las ventanas de la habitación del emperador, y él encantado con su color y perfume. En su última enfermedad que disfrutaba de los placeres puros de este mundo, y en los buenos días caminaba por la puerta del jardín del claustro de altos muros, y salir por tierra llana en un parque lleno de viejos robles y castaños, debajo de la cual en el verde césped, pastaba el ganado, mantenido por la leche en la casa real.
Había pequeños oratorios a lo largo del camino, y cien pasos de distancia estaba la ermita de Belén, donde el emperador descansaba un rato el día antes de entrar en el claustro.

El Escorial Jardín, cerca de Madrid
La vida de Carlos V como un monje sólo duró dos años. Cuando a finales de 1558 su hijo Felipe recibió la voluntad de su padre, se encontró con una petición de que se estableciera una tumba digna.
Un año antes, tras la victoria de San Quintín, cuando uno de sus generales habían destruido el monasterio de San Lorenzo, el Rey de España se había comprometido a construir un nuevo monasterio apuesto a que santo. Estas dos ideas se combinan ahora con una tercera, que hacía tiempo que había echado raíces en el corazón de Felipe y ahora hasta el noble ejemplo de su padre había adquirido nueva importancia: era para unir un monasterio y una iglesia construida en una tumba real con un palacio principesco, y así crear un lugar de inédita magnificencia.
Así surgió el plan del Escorial

El acto final de la reparación realizada por Carlos V impresionó al mundo con un sentimiento de reverencia y asombro, porque se pensaba que era el paso más noble que un hombre puede tener.
Parece como si el hijo hubiera deseado, mediante la construcción de una residencia real, para producir la impresión de que él también estaba dispuesto a combinar la vida monacal con el poder real, y unir a los dos en su propia persona.
La idea actual de la conexión de un claustro con una casa real no era ajeno a la corte española, de hace mucho tiempo los reyes habían poseído un retiro en el monasterio de San Jerónimo que se extendía por encima del prado delante de la puerta de Alcalá en Madrid.
Las habitaciones reales estaban cerca del santuario.

La combinación de ejercicios religiosos con los placeres de un festival correspondientes al carácter español.
«La capilla es la primera sala que los reyes españoles establecen en sus casas».
Cuando Felipe II. ordenó la restauración de Aranjuez, comenzó con la capilla y el antiguo Aranjuez fue originalmente una casa de verano para los hermanos de Santiago. «En este lugar las ceremonias, audiencias y otras ocasiones formales se alternan con ejercicios devotos, al igual que los tiempos de sueño y vigilia, y el que parece convocar una a la otra.»
Tal es la descripción de la corte de Felipe V. por un italiano, es válido de una manera diferente, pero con mayor intensidad, a la de su abuelo.
Este estado de cosas era bastante ajeno al temperamento italiano, aunque un cierto orgullo en tener un ermitaño en casa de un solo país, con el fin de conseguir algún apoyo piadoso pacífico cuando su estancia fuese allí y por lo tanto conseguir más felicidad, ciertamente se encuentran aquí y allá, incluso en Italia en los primeros días del Renacimiento a un propietario le gustaba construir como tal un asilo en su parque.
Vamos a encontrar esta disposición más marcada en Francia, pero no había en una fecha muy temprana una especie de sentimiento lúdico teatral al respecto, que se extendió a través de todo el norte de Europa, hasta que al final tener una ermita en el parque fue una especie de ley no escrita.
Pero en una ocasión había un gran deseo genuinamente sentido por los españoles de los siglos XV y XVI para unir el refresco del cuerpo con la devoción más profunda del alma.

La gigantesca expresión de este deseo se ve en el Jardín del Escorial.
El primer arquitecto que hizo los planes para el claustro real, Juan Bautista de Toledo, murió poco después de la primera piedra fue colocada en 1563.
Su sucesor, que realmente fue quien lo construyó, fue Juan de Herrera.
Tienen que haber tenido más posibilidades tanto él como el jardinero Marcos de Cardona, a quien Felipe entonces llamó para comenzar en el jardín, tan pronto como las paredes de los cimientos fueron para arriba, eran hombres que habían estado con fidelidad hacia su padre hasta el final.
Juan de Herrera, después de su aprendizaje de la arquitectura, se había convertido en un oficial y se fue a Yuste en la guardia personal del emperador, pero después de la muerte de su amo se fue para su educación a Toledo.
Cuando su maestro había muerto inesperadamente le sucedió en el lugar y era digno de él.
La agrupación de las partes del edificio Escorial tuvo que satisfacer las demandas de muy largo alcance del rey de España.
El conjunto forma una plaza inmensa, y por la entrada principal en el centro de la fachada oeste se llega a la corte que da a la entrada de la iglesia, que tenía en la izquierda de la universidad ya la derecha del claustro.

La capilla principal del altar mayor está por encima de la fachada este, y se agrupan alrededor de ella son las viviendas particulares de la familia del rey.
Las propias habitaciones del rey, a diferencia de los otros edificios, son simplemente muy dispuestas, porque su deseo era quedarse aquí como monje y no como rey.
En cualquier caso, las paredes encaladas que golpean los visitantes a día no nos puede decir nada, porque el propio Carlos V tenía tapices de Flandes para colgar en sus paredes, y entre las propiedades privadas que ordenó Felipe por su voluntad de haber vendido, estos bienes fueron valorados al menos con siete millones de ducados de oro.
Las tapicerías de sus habitaciones en el Escorial fueron incluidas.
Con la idea de su padre siempre en su mente, el rey Felipe de España tenía su dormitorio tan cerca de la iglesia que él pudiera participar en la misa de su propia cama, y allí murió con un crucifijo en sus manos.
Como su padre, él se encargó de tener su residencia privada aislado tanto de claustro y de la ciudad, y porque se proyecta sobre la fachada oriental tuvo una ronda de jardín por tres lados. Una gran terraza amplia el jardín que se encuentra en el frente de la fachada este conjunto, y se extiende, igualmente amplio, a lo largo del sur de la casa.

Fue un gran parterre expuesto con setos y flores-, en comparación con los visitantes de la antigüedad para jardines colgantes: la mejor característica es la hermosa vista de las montañas.
Las paredes al lado de esta terraza parecen haber tenido en su base originalmente solamente huertas, en todo caso se habla de otra cosa en mayores cuentas.
El parque más bajo, con la Casa de Abajo, una bonita casa de placer, no es anterior al siglo XVIII.
Originalmente los jardines estaban llenos de estatuas y fuentes, que también sirvieron para adornar los patios interiores.
Había no menos de setenta y seis fuentes y estatuas setenta y tres que el rey estableció aquí.
Entre los patios más pequeños hay un patio muy grande, no sólo del Jardín del Escorial, sino del mundo entero, el Patio de los Evangelistas

En el medio hay un pequeño templo octogonal con cuatro cuencas cuadrados en las esquinas, por encima del cual se destacan las estatuas de los cuatro evangelistas, sus símbolos concomitantes abastecen las cuencas de agua.
Alrededor de un parterre con borde ahora distribuido, con caja en arabescos del siglo XVIII, pero originalmente una imagen más brillante de setos geométricos y flores.
En este lugar sagrado, que respondía al alma más interna del rey, que era aficionado a lo persistente y cada vez más a medida que se hacía mayor y más sombrío.
Era él, sin embargo, que muy al principio de su reinado comenzó a reconstruir la fortaleza medieval del Alcázar.
Tuvo la gran plaza en el frente sur abierto y una imponente fachada construida en el estilo italiano, pero abandonó el palacio en la orilla del río, donde se encuentra en la colina empinada, para conservar su aspecto medieval.

Delante de la zona oeste, al pie de la subida, Felipe encontró a un extenso parque, y no quería echarlo a perder por la persecución.
Se ha dicho que Carlos V tuvo torres traídas de los Países Bajos.
Poco se sabe acerca de los jardines que Felipe ha presentado en el noreste de su palacio, Jardín del Rey, Jardín de la Reina, y el Jardín de la Priora.
Todos los jardines perecieron en el gran incendio de 1747, y durante largas décadas lo arrasaron todo.
En el lado norte tiene que haber habido un gran espacio suficiente para un anfiteatro donde tenían lugar las corridas de toros.
Hay más información acerca de un lugar favorito que hizo el rey.
En el lado sur, cerca de la Torre del Oro Azul y sólo accesible desde esa dirección, hizo un pequeño jardín de estatuas.
Había una terraza con fuentes establecidas como un parterre, y toda ronda Felipe II estableció medias figuras de los emperadores romanos, que habían sido enviados a él como regalo en 1561 por el cardenal Ricci de Montepulciano, que había empezado entonces a construir Villa Medici.
Estas y una copia del Niño de la Espina fueron traídas al cardenal por los propios artistas, quienes también pueden haber ayudado al rey para ponerlos en marcha.
Felipe II cuyo deseo era hacer este jardín de estatuas una imitación de los italianos, pero se encontró con que tenía pocas piezas incluso cuando toda la serie de emperadores llegaron del Papa para ponerlos a todos en el mismo jardín.
Más tarde, un busto de bronce de sí mismo se añadió también la una de su hermanastro, Don Juan de Austria.
En las salas de jardín-que daba a la terraza de las estatuas del rey colgó sus fotos favoritas, que Tiziano pintó para él.
En este tranquilo rincón remoto del palacio sombrío pasaba horas sin problemas con la paz y el disfrute.
Para este asceta sombrío, cuya figura ha aparecido en toda la historia del mundo pintado con los colores más oscuros, tenía un lado humano sensible.
Esta parte de su carácter no sólo se muestra en las alegrías silenciosas y humildes de la vida: en sus hijos, en la naturaleza, en su jardín, o hacia sus fieles servidores
Se presenta de forma muy clara en algunas cartas que han sido recientemente descubiertas, escritas por él durante la ocupación de Portugal en los 1581 años a 1583, a sus dos hijas, niñas de catorce y quince años.

Nada podría ser más sorprendente, y tan inesperado, que la ternura y la paternidad que nos encontramos aquí, hay casi una visión de una madre sobre la naturaleza y las necesidades de sus hijas.
Con palabras cariñosas que son más inusuales en el siglo XVI escribe a los de su deleite en la naturaleza y su anhelo de su casa y de sus hijas.
De hecho, es una imagen diferente que aparece en estas cartas de la que conocemos de un desprecio tirano de la humanidad, porque aquí se le ve deseando escuchar los ruiseñores en los jardines de la casa, y recordando a sus hijas de la noche cuando se sentaron juntos en el chat en un banco del jardín en la luz de la luna.
Él había llevado con él a sus siervos y una anciana que fue su cocinera, y disfrutaba de sus chismes, y tenía un montón de flores traídas diariamente por su jardinero.
Él admiraba los jardines de Lisboa, y tenía planes establecidos. La naranja dulce en primer lugar, que se presentó en Portugal, se la envía a las niñas y dispuesto a escuchar lo que piensan de su sabor.
En estas cartas, una gran parte la dedica a sus jardines, al hogar y los cuidados que deben tenerse de ellos.
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