
LOS JARDINES BOTÁNICOS DE SEVILLA por BENITO. VALDES.- .-1995
Departamento de Biología Vegetal y Ecología, Universidad de Sevilla.
A pesar de su situación privilegiada y del clima benigno que disfruta Sevilla, esta ciudad no cuenta en la actualidad con un Jardín Botánico.
Esta no ha sido, sin embargo, la situación en otras épocas, ya que ha contado con un auténtico Jardín Botánico durante el siglo XVIII, que fue por su actividad el segundo del país, después del Jardín Botánico de Madrid. En el siglo XVI y en el XIX, contó además con varios jardines de aclimatación, mantenidos los primeros por iniciativa particular y los últimos por iniciativa institucional.
Los intentos recientes de conseguir un Jardín Botánico para Sevilla, no han fructificado todavía, aunque se está construyendo en la actualidad bajo los auspicios de Expo-92, un Jardín Americano dentro del recinto de la Exposición Universal de Sevilla de 1992, que va a reunir una importante colección de especies americanas.
La utilidad de las plantas del Nuevo Mundo dio origen a un intenso tráfico de productos vegetales entre América y Europa, centralizado en sus inicios en Sevilla.
Hasta 1510, todas las expediciones que salen para América lo hacen desde las costas de Andalucía Occidental, y desde que la Ordenanza de 1495 entregara el usufructo del comercio de aquel continente a Sevilla, Cádiz y Sanlúcar de Barrameda, esta región se convierte en la zona de arribada y distribución hacia el Viejo Mundo de todas las mercancías procedentes de las tierras recién descubiertas.
Sevilla acabó centralizando el comercio con América a partir de la creación en 1503, de la Casa de la Contratación. No es de extrañar, por tanto, que surgieran en esta ciudad los primeros intentos de aclimatación de plantas americanas, debidos a algunos médicos y eruditos que interesados por el estudio y aprovechamiento de nuevos productos vegetales, mantuvieron a sus expensas huertos o jardines donde cultivaban plantas del Nuevo Mundo, originándose así los primeros jardines botánicos sevillanos.
Se puede considerar como el primer jardín botánico de Sevilla el que mantuvo Hernando Colón (1488-1539), en su palacio situado cerca de la Puerta Real o de Goles (MORALES PADRÓN, 1977:314). En él crecían varios cientos de plantas americanas (CALDERÓN, 1892:58), una de las cuales, un corpulento ejemplar de Phytolacca dioica (ombú o zapote) se conservó hasta principio de siglo, en que fue talado al rectificarse las rondas de la ciudad. De él dice BARRAS (1945:43) que parecen derivar todos los zapotes que crecen en la ciudad, afirmación difícil de aceptar ya que se trata de una especie dioica de la que existen en Sevilla tanto plantas masculinas como femeninas.
A mediados del siglo XVI, mantenía también un jardín de plantas SAUZEDO, corredor de la Lonja de Sevilla (MORALES PADRÓN, 1977:316). No se conoce su extensión e importancia, pero el médico Francisco Franco, contemporáneo y amigo de Sauzedo, dice que cultivaba en él plantas medicinales tales como Dictamnus a/bus L. (diptamno) o Rubus idaeus L. (rubus y deus, frambueso) (FRANCO, 1569: XXVI, Ll).
El mismo Franco intentó del Ayuntamiento de Sevilla que se estableciera en esta Ciudad un jardín botánico (COLMEIRO, 1858), similar al que Felipe II había fundado en Aranjuez en 1553 (ASSO, 1801), lo que nunca llegó a suceder.
LOS JARDINES BOTÁNICOS DE SEVILLA
En 1592, el erudito Benito Arias Montano (1527-1597) mantuvo en las afueras de la ciudad, en una finca de su propiedad llamada «Campo de Flores»,un jardín botánico, donde según COLMEIRO (1858:156) se ocupó del estudio de las plantas y donde redactaría su Naturae Historia (ARIAS MONTANO, 1601), en que expone una curiosa clasificación del Reino Vegetal basada fundamentalmente en las indicaciones de la Biblia. Este jardín estaba en pleno apogeo en 1596, año en que Arias Montano escribió varias cartas al botánico francés Charles de l’Ecluse (Clusio), que al parecer visitó este jardín en uno de sus viajes por la península Ibérica (BARRAS, 1907, Not.4).
También mantuvo a sus expensas un auténtico jardín botánico Simón de Tovar (7-1597), médico y astrónomo sevillano. Cultivaba en él numerosas plantas americanas y redactó catálogos anuales, al menos los de 1595 y 1596 (COLMEIRO, 1858:152). A él se debe la introducción y cultivo del nardo {Polianthes tuberosa L.), que se conoció en Europa por las plantas cultivadas por Tovar (COLMEIRO, 1842:14).
Mantenía correspondencia profesional con Clusio, a quien envió repetidas veces productos vegetales americanos, sobre todos frutos y semillas, como las del Coxco o de la planta de las buenas noches. Clusio incluyó los que le había enviado en 1595, en el capítulo 18 del libro segundo de su Exoticorum íibri decem (CLUSIUS, 1605), que lleva por título «Fructus exotici hispali acceptr.
El jardín de Simón Tovar debió ser muy importante, porque Felipe II ordenó que se mantuviera tras la muerte de este médico (MORALES PADRÓN, 1977:315), a pesar de lo cual desapareció poco después.
Pero el Jardín más conocido de esta época fue el que mantuvo en Sevilla a mediados del siglo XVI el médico Nicolás Monardes (1508-1577), a quien se debe la incorporación a la farmacopea de Europa de numerosas plantas medicinales americanas.
Monardes utilizó el huerto de su casa para sembrar y cultivar plantas, muchas de ellas de origen americano, como el tabaco, que se utilizaba por sus propiedades analgésicas, los pimientos, el girasol o las cuentas jaboneras (MONARDES, 1574).
Se trataba de un jardín de aclimatación, mantenido por Monardes para poder disponer fácilmente de plantas medicinales con las que poder experimentar y utilizar en sus tratamientos médicos.
Hay que mencionar además otros dos jardines que mantuvieron a finales del siglo XVI Juan de Castañeda, médico del Hospital de los flamencos de Sevilla (ALVAREZ LÓPEZ, 1945:278) y el licenciado Rodrigo Zamorano, Cosmógrafo Mayor de las Indias (ASSO, 1801:171).
Castañeda cultivaba un jardín de plantas americanas (AREVALO, 1935:103), que fue destruido en 1604 al desbordarse el Guadalquivir, y mantuvo correspondencia con Clusio, a quien mandaba regularmente muestras de dichas plantas (CLUSIUS, 1605).
Zamorano, amigo de Castañeda, quien al parecer le puso en contacto con Clusio, tenía también un jardín botánico y mantenía por simple curiosidad una colección de productos americanos que recibía de marinos viajeros a su llegada a Sevilla (GIL BERMEJO, 1982:246). Según RUIZ & PAVÓN (1794:11), envió observaciones y plantas americanas a Clusius.
JARDÍN BOTÁNICO DE LA SOCIEDAD DE MEDICINA
En el siglo XVIII, la Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla, que pasaría a llamarse después Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla, creó un Jardín Botánico que se mantuvo hasta principios del siglo XIX.
Su creación estaba impuesta por las segundas ordenanzas de la Sociedad, firmadas en 1736 por el rey Felipe V, que obligaban a que ésta dispusiera de un jardín de plantas medicinales y a que se nombrase un Socio Botánico que se ocupase del mismo (HERMOSILLA, 1970:165).
Este mandato sólo pudo llevarse a cabo cuando en 1771 (según AGUILAR PIÑAL, 1982: 165) o en 1772 (según BARRAS, 1945), la Sociedad traslada su sede al Colegio de San Gregorio de los Irlandeses, en que dispone de un huerto con la suficiente extensión como para mantener un jardín botánico.
La formación del jardín se debe a Antonio Ramos, que obtuvo en 1776 la plaza de Botánico del mismo (BARRAS, 1945: II; HERMOSILLA, 1970). Ese mismo año se ocupó de la preparación del terreno y de efectuar las primeras siembras disponiendo las plantas de acuerdo con el sistema de Tournefort (BARRAS, 1945), en boga entonces en gran parte de Europa. Un año después, en el jardín se cultivaban 33 especies, y en 1780, 280 especies (BARRAS, 1945:12-14).
La actividad de Ramós en el jardín fue más la de un jardinero que la de un botánico, profesional ya que según explica Trigueros en una carta inédita a Ortega, que se conserva en el Archivo del Jardín Botánico de Madrid, tenía escasas dotes de botánico teórico, aunque gozaba de gran intuición y de un amplio conocimiento de Botánica práctica.
Se ocupó del jardín, impartió lecciones de Botánica en la Sociedad de Medicina (TRIGUEROS inéd.), y organizó una excursión a las marismas del Guadalquivir en 1777 y otra a Sierra Nevada en 1778 (BARRAS, 1945) con objeto de recolectar semillas para el jardín.
En 1779, la Sociedad perdió el derecho de las 100 toneladas que sobre la flota de Indias tenía concedidas por Felipe V, por lo que pasa por una crisis económica que conduce al cese de Ramos en 1780 (HERMOSILLA, 1970). Se encarga entonces del jardín Bonifacio Jiménez de Lorite, Vicepresidente de la Sociedad, que no era sino Catedrático de Medicina (BARRAS.1918:11), no perdiéndose totalmente porque fue cuidado hasta 1785 por el jardinero Juan Espino.
Tras la asignación por Carlos III de una dotación económica a la Sociedad en 1783, se nombra en 1785 Botánico a Juan de Cuellar (BARRAS, 1917), y posteriormente, al cesar éste, a Pedro Abat a primeros de 1786. Abat era un botánico de Igualada muy experimentado y con una gran afición, y desarrolló hasta su muerte acaecida en 1800, una intensa actividad que se tradujo en un importante impulso para el jardín.
Reorganizó el jardín, disponiendo las 50 especies que aún quedaban de acuerdo con el sistema sexual del Linneo, que se había impuesto ya entre los botánicos españoles. En 1788 el jardín contenía 413 plantas y en 1793, 884 (BARRAS,1 945:22-24).
Realizó numerosas excursiones por las provincias de Sevilla y Cádiz, mantuvo intercambio con los jardines botánicos de Madrid y Cartagena, de los que Abat era socio correspondiente (BARRAS, 1918) y recibió semillas para el jardín de particulares, especialmente de Antonio Bas de Barcelona (HERMOSILLA, 1970:174) y de Antonio Guzmán, boticario de la Cartuja de Cazalla (BARRAS,1921; ESTRELLA, 1988:9).
Formó un herbario de plantas cultivadas y autóctonas, que se conserva en la actualidad en el Departamento de Biología Vegetal y Ecología de la Universidad de Sevilla.
Se ocupó además de organizar anualmente cursos de Botánica a los que asistió José Demetrio Rodríguez, que sería más tarde colaborador de Lagasca y Director del Jardín Botánico de Madrid. Además, pronunció en la Sociedad, entre 1786 y 1792 varias conferencias sobre temas botánicos, parte de las cuales se encuentran publicadas en las Memorias Académicas de la Sociedad (SÁNCHEZ LANCHA, 1974).
Durante 15 años el jardín Botánico funcionó como un auténtico centro de docencia e investigación, dedicado, como la mayoría de los de la época, al estudio empírico de las plantas.
Al morir Abat en 1800, el Jardín inicia su decadencia, que no frenó el nombramiento en 1805 para la plaza de Botánico del Médico Francisco Santos Domínguez (SÁNCHEZ LANCHA, 1974), perdiéndose definitivamente pocos años después.
JARDINES DE ACLIMATACIÓN DEL SIGLO XiX
En 1816 llega a Sevilla el jardinero Claudio Boutelou (1774-1842), como Director de los establecimientos de Agricultura de la Compañía de Aguas del Guadalquivir (BARRAS, 1945:40). Había sido Jardinero Mayor del Jardín Botánico de Madrid (AÑON, 1983:31) desde 1793 hasta 1814, y Subdirector del mismo en 1804 (COLMEIRO, 1858:190), así como Director de Jardín de Aranjuez, en que fue responsable de las pruebas de aclimatación de plantas americanas que se realizaron en aquel Jardín hasta su expolio para las tropas de Napoleón (BOUTELOU, 1842).
En 1825 Boutelou formó en el jardín de las Delicias de Sevilla un semillero y un vivero para iniciar los estudios de aclimatación de plantas americanas de esta ciudad (BOUTELOU, 1842). Comenzó multiplicando la mayoría de los árboles que se habían cultivado en Aranjuez, así como numerosas plantas ornamentales arbustivas y herbáceas, recibiendo después diversos árboles procedentes de Cuba.
La finalidad del vivero era proporcionar a los Parques de Sevilla, así como a los municipios que lo solicitaban, las plantas producidas en dicho jardín, cuya actividad se prolongó al menos hasta 1842.
En 1832 se proyectó en Sevilla un jardín de Inmutación, del que se encargó igualmente Claudio Boutelou. Dicho jardín nunca llegó a funcionar, no pasando de la fase de proyecto.
A finales del siglo XIX MALINGRE (1870) hizo una propuesta de formación de un jardín de aclimatación botánico-zoológico en el jardín de las Delicias. Pese al informe favorable de la Comisión nombrada al efecto, el Ayuntamiento se opuso a su creación en dicho emplazamiento, por lo que se perdió la oportunidad de su fundación.
SITUACIÓN ACTUAL
Gestiones recientes encaminadas a lograr un Jardín Botánico para la ciudad de Sevilla no han tenido éxito, a pesar de que en el Plan Especial de Ordenación del Parque de la Cartuja (Dirección General de Urbanismo, Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía) se había reservado en el Parque una parcela de 16 Ha. para albergar dicho Jardín. El destino posterior de esos terrenos para otros fines, ha privado a la ciudad de Sevilla la posibilidad de inaugurar un Jardín Botánico durante la celebración en esta ciudad, en 1992, de la Exposición Universal conmemorativa del V Centenario del Descubrimiento de América.
Sin embargo, Expo-92, responsable de dicha Exposición Universal, está formando en colaboración con el Departamento de Biología Vegetal y Ecología de la Universidad de Sevilla, un Jardín Americano cuyo contenido se ha divulgado recientemente en los medios de comunicación (VALDES, 1990).
Dicho Jardín, situado en un punto neurálgico de la Exposición Universal, ocupa una superficie de unas 2 Ha. y albergará una importante colección de plantas americanas enviadas a Sevilla por diversos países del Nuevo Mundo, a través del llamado Programa Raíces, surgido por iniciativa de Expo-92 (VALDES et al., 1990).
Se espera que el Jardín Americano pueda ser el precursor de un futuro jardín botánico de Sevilla, que estaría dedicado a la introducción y aclimatación de plantas ornamentales americanas y al estudio de la flora neotropical.
REFERENCIAS
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Publicado en Botánica Macaronésica 21 .-Año 1995