El cambio climático y los bosques están íntimamente ligados. Por una parte, los cambios que se producen en el clima mundial están afectando a los bosques debido a que las temperaturas medias anuales son más elevadas, a la modificación de las pautas pluviales y a la presencia cada vez más frecuente de fenómenos climáticos extremos.

Al mismo tiempo, los bosques y la madera que producen atrapan y almacenan bióxido de carbono, con lo cual contribuyen considerablemente a mitigar el cambio climático.

En el reverso de la medalla sucede que la destrucción, explotación excesiva o incendio de los bosques puede producir bióxido de carbono, gas responsable del efecto invernadero.

El cambio climático está alterando la distribución geográfica de las especies en todos los ecosistemas del planeta.

En función de la climatología y las barreras que encuentran, las especies se redistribuyen por zonas donde consiguen sobrevivir pero se desconoce hacia dónde se mueven exactamente y la magnitud de este cambio en su distribución real.

Existe, pues, «una compensación entre la supervivencia y el reemplazo con nuevos ejemplares»

Las transformaciones de la naturaleza por el cambio climático son cada vez mayoreS

El cambio climático está alterando la distribución geográfica de las especies en todos los ecosistemas del planeta.

Luchar contra el cambio climático es una de las principales preocupaciones que hay en la sociedad actualmente. El incremento de las temperaturas motivado por las emisiones de CO2 puede desencadenar en grandes problemas que afecten directamente a la población.

El clima y los arboles

Estos son algunos de los elementos que debe contemplarun plan de prevencion, en el que se  fijado las oportunas innovaciones imprescindibles para mitigar los posibles impactos del cambio climático en la ciudad.

Es el caso de la adaptación de los sistemas de drenaje de espacios urbanos para hacer frente a los fenómenos meteorológicos extremos o la creación de áreas inundables.

Es curiosa su propuesta sobre “la inclusión de áreas verdes recreativas sobre superficies permeables que puede utilizarse como estrategia de amortiguamiento ya que sirven como áreas temporales de inundación en episodios de precipitaciones intensas”.

La revegetación de solares o los bosques urbanos son otros de las acciones que  puede contemplar este plan. Destaca, asimismo, que a la hora de hacer una planificación de los tipos de árboles que se deben elegir para combatir el cambio climático hay que tener varios aspectos en cuenta. Por ejemplo, dado que uno de los previsibles impactos sobre la salud humana del calentamiento es el aumento de alergias, será imprescindible dar con aquellas especies cuyos efectos sean menos agresivos en este sentido.

Hay también que valorar que el cambio climático no solo conlleva altas temperaturas por las que haya que buscar sombra o frescor, sino que también puede traer sequía, así que elegir especies resistentes que no requieran demasiada agua es fundamental.

Así, el Informe Mundial de Ciudades 2016 (WCR2016) mantiene que “el modelo de urbanización actual es insostenible. Y necesita cambiar para poder responder a los retos de nuestro tiempo, y atender asuntos como la desigualdad, el cambio climático, y el crecimiento urbano informal, inseguro e insostenible”.

Efectivamente, nuestra movilidad diaria, el transporte de productos de consumo y de alimentos, la calefacción, o la elaboración y exportación de objetos depende del uso de fuentes de energía fósil (petróleo, carbón o gas natural). Y su quema incrementa el CO2 en la atmósfera, acelerando el cambio climático. Además, según la ONU, la contaminación urbana contribuye a casi 3,4 millones de muertes prematuras en todo el mundo y es un factor decisivo en las enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

En las ciudades, los árboles en buen estado moderan las temperaturas extremas y garantizan la biodiversidad.

Los árboles de la ciudad son el mejor aliado para mitigar los efectos cada vez más visibles del cambio climático,

Presentes desde siempre en calles y parques, y castigados hoy s los arboles son cada vez más valorados por su aporte de sombra, frescura, belleza y refugio de biodiversidad.

Passeig Maristany a Camprodon Girona                                                                                                            Passeig de San Joan a Barcelona

La conciencia ambiental de las generaciones más jóvenes de ciudadanos, así como los efectos cada vez más palpables del clima sobre la vida cotidiana, también abrieron las puertas para el regreso de las especies nativas, mejor adaptadas a esta zona geográfica.  ¿Que especies autóctonas ¿

«Los vecinos están cambiando de la mano de una conciencia ambiental más avanzada. Antes se hacía un manejo de control, mientras que ahora hay más información sobre los beneficios que aportan»,

«Hemos cometido graves errores

Cada verano el debate sobre el estado general del arbolado y su mantenimiento se renueva….decenas de ramas y troncos caídos: «Vemos que estos eventos son más frecuentes que antes, y el árbol lo padece al igual que todos los seres vivos»,

Existe cierto margen para modificar el clima general de un espacio abierto para transformarlo en un microclima más o menos acorde al estándar óptimo de confort. El manejo de la vegetación es uno de los instrumentos más potentes y conocidos desde la antigüedad. Las plantas, y sobre todo los arboles, son valorados por la función protectora que ejercen al captar la radiación directa del sol. Sin embargo, la proyección de sombras es una parte muy reducida de los bienes que pueden aportar las plantas al clima urbano.

Para una ciudad, el síndrome de “isla de calor” es un grave problema que hace disminuir la calidad de vida de los ciudadanos, reduciendo la eficacia energética de los edificios y competitividad de los sectores económicos.

Este problema del sistema urbano se forma a medida que las ciudades van reemplazando las áreas naturales por edificios y espacios abiertos con materiales como el cemento, asfalto y todo tipo de sellado de la superficie.

La calidad climática es uno de los bienes más importantes que otorgan las plantas y zonas verdes a ciudades de clima cálido y seco. Se trata de un servicio de regulación climática de interés público, que mejora la calidad de vida de los ciudadanos y turistas, tanto en el espacio abierto como cerrado, ya que la atenuación del efecto isla de calor, o incluso reversión a isla fresca, implica la mejora de la eficiencia energética en las viviendas y movilidad en espacios abiertos. Conseguir hacer una ciudad con un clima local confortable es un logro que repercute positivamente sobre multitud de sectores como salud, movilidad, turismo, comercio e industria, entre o otros.

Sevilla.-Alameda de Hercules sustitución de olmos por almeces

Los árboles actúan contra el calentamiento global ya que absorben del aire CO2, gas con propiedades de efecto invernadero, pero además brindan otros importantes servicios ambientales: brindan alimento y refugio para insectos y aves, recuperan parte del paisaje orginario, evitan la erosión del viento y del agua, purifican el aire en las ciudades, hacen más lenta la escorrentía de agua frente a posibles inundaciones, disminuyen la contaminación auditiva, embellecen nuestros espacios y ayudan a combatir el efecto de isla de calor en las ciudades.

Los árboles naturalmente capturan el CO2 de la atmósfera durante el estado de la fotosíntesis y lo usan para formar carbohidratos utilizados en la estructura de la planta; liberando a la vez oxígeno (O2) como subproducto. Se considera que los árboles actúan como lo que algunos llaman un sumidero de carbono; lo almacenan en sus ramas, tronco, hojas y raíces.

“No se está entendiendo la magnitud del problema y localmente se dan respuestas parciales o no se hace nada, cuando lo que se necesita es una respuesta integral que no sólo involucre al Estado, sino también a las instituciones como los colegios profesionales y a la población”

Articulo sobre el tema que publico Victor Comas  en Interempresas  sobre que  los parques y jardines deben adaptarse a una nueva realidad y que reproduzco por su interés.

¿Cómo influye el cambio climático en el paisaje urbano?

El cambio climático es ya una realidad incuestionable y sus efectos negativos sobre el paisaje urbano tema continuo de debate entre científicos, urbanistas, ecologistas y políticos a la búsqueda de soluciones para mitigar este deterioro. Y dentro del ámbito urbano, uno de los espacios que se ven más directamente afectados por el cambio climático son las zonas verdes.

Los parques y jardines urbanos, que constituyen para muchos ciudadanos el único reducto natural que tienen para aliviarse de los males endémicos de las ciudades, están ahora en peligro por culpa de los efectos que el cambio climático está produciendo. Hoy, los parques y jardines de nuestro entorno están viendo alteradas sus exigencias de conservación debido a los daños causados por la progresiva contaminación del aire, el aumento de las temperaturas y la escasez de recursos hídricos. En un contexto de crisis dar respuesta a estos problemas es caro y los jardines y parques “verdes” empiezan a plantearse como un problema.

La contaminación ambiental

Uno de los factores que determina el nivel de contaminación ambiental de un entorno es el de la calidad del aire, y diversos estudios sitúan la calidad del aire de los núcleos urbanos españoles como unas de las más bajas de Europa. Si a este hecho se le suma el que de por si las ciudades, sobre todo las más industrializadas, no tienen un ambiente muy propicio para el cultivo de plantas al exterior, tenemos ya una de las claves de por qué los parques y jardines de nuestras ciudades tienen serios problemas para mantener una conservación idónea de su vegetación,aunque este no es el caso de nuestra ciudad.

Los efectos de la pésima calidad del aire sobre la vegetación de parques y jardines es evidente. El humo hace que el número e intensidad de las horas de sol disminuya y el hollín y los gases se depositan en las hojas reduciendo su labor de asimilación todavía más. Esto contribuye a que árboles y arbustos perennifolios puedan llegar a perder sus hojas, los caducifolios lo hagan antes de tiempo y que tanto la floración como el crecimiento se retrasen. A su vez las hojas pierden todo su lustre debido a la lluvia ácida que las motea como si fueran hongos. Este fenómeno es debido a los anhídridos sulfúricos que emiten algunas industrias y que se combinan en las capas altas de la atmósfera con el agua y caen en forma de diminutas gotas de ácido sulfúrico, quemando las hojas y moteándolas de amarillo. Sin duda, una descripción dantesca, pero real.

Soluciones a los problemas causados por la contaminación existen. Para evitar la acumulación de hollines en las hojas y el suelo es necesario realizar riegos periódicos muy pulverizados para que arrastren esas impurezas. Para evitar que la tierra se contamine, se pueden pavimentar todas las superficies libres de plantas, pero es costoso y poco estético, por lo que es mejor vigilar la superficie, y cuando se aprecie que hay excesiva acidez, cambiar una capa de unos 15 centímetros por otra nueva, rica en turba y bien abonada. También se pueden replantar todos los jardines y parques con especies resistentes a la contaminación exterior. ¿Quién puede asumir hoy este coste?

La escasez de agua

El déficit hídrico debido a la escasez de lluvias es una de las consecuencias más directas del cambio climático y su influencia en el desarrollo de los espacios verdes urbanos devastadora. Las condiciones para el desarrollo de plantas y árboles en un entorno urbano serán cada vez más hostiles. Las grandes extensiones de césped, que hoy exigimos como parte de una imagen ambiental propia del paisaje urbano, es uno de los componentes que los paisajistas y técnicos de urbanismo ya se están replanteando dado su alto consumo de agua de riego. La sustitución del arbolado es otro ítem que ya está sujeto a evaluación para privilegiar especies rústicas de menor requerimiento hídrico.

Todos estos cambios –el uso de otras especies vegetales, la limitación de las zonas con césped y el abandono del cultivo de árboles y plantas con alta necesidad de agua– implican una alteración profunda en la estética del paisaje urbano que deberá ser asimilada por la ciudadanía como parte integrante de un nuevo sistema ambiental urbano que está al llegar.

El aumento de las temperaturas

Los datos proyectados para finales del siglo XXI en relación al cambio climático hablan de un aumento medio de las temperaturas de hasta 4 °C. Aunque faltan bastantes años para el fin de siglo, los efectos de este aumento progresivo de la temperatura ya se están percibiendo en el adelanto de los procesos de brote y floración de muchas de las plantas que habitan los jardines y parques españoles. De momento no están afectando a su supervivencia, pero a medida que aumenten las temperaturas medias su hábitat natural se ira desplazando hacia zonas más frías.

Lo que si es ya un problema en nuestros parques y jardines, provocado directamente por el aumento de las temperaturas, es la proliferación de plagas que están acabando con especies que hasta ahora tenían una destacada presencia en las zonas verdes urbanas. La expansión del picudo rojo estos dos últimos años por toda la costa mediterránea es un claro ejemplo del peligro que supone para el medio ambiente la expansión de este tipo de plagas. El picudo rojo ataca a diferentes especies de palmeras, invadiendo sus troncos para alimentarse hasta perforarlos, causándoles la muerte al igual que el picudo negro que ataca a las agavácea y aloaceae.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sevilla.-Efectos del ataque de picudo rojo a las palmeras de Canarias

 

Las encinas se mueren en las dehesas, los eucaliptos en el Parque de Maria Luisa se están secando de forma alarmante ,las nuevas plagas se suceden con rapidez.

Otro ejemplo en este sentido es el de la procesionaria del roble. Un estudio de la Organización Holandesa de Investigación Científica revela que la polilla del roble ha comenzado a eclosionar sus huevos más tarde para hacerlo coincidir con el desarrollo de su fuente de alimentación, que son las hojas de los robles, afectadas por el cambio climático. Esta plaga representa un grave problema sanitario ya que los árboles a los que ataca suelen encontrarse en parques públicos, jardines y carreteras. Su hábitat natural es la región mediterránea de Europa, sin embargo en los últimos años se ha extendido hacia el norte y amenaza al norte de Europa, incluidas las regiones nórdicas y el Reino Unido.

La galeruca es otra plaga que vemos que cada año con más intensidad  afecta los olmos en la actualidad, ya desaparecidos los que fueron atacados de grafiosis “ enfermad holandesa del olmo,.

El futuro

Es evidente que los trastornos producidos por el cambio climático están aquí, y que en el futuro sus efectos irán en aumento. La solución global al problema es muy compleja, pero en lo que hace referencia al desarrollo del paisaje urbano el futuro debe pasar por la puesta en marcha de estrategias de ordenación del territorio y de planes urbanísticos que presten una atención especial a la información climática y a los efectos del cambio climático, de forma que las propuestas de ocupación y distribución en el territorio de los distintos usos y actividades integren entre sus objetivos impedir y prevenir la degradación de los recursos naturales con influencia negativa sobre el clima, a la vez que tengan en cuenta el mejor aprovechamiento y adaptación a las características del clima y a los efectos del cambio climático.

Solo así los parques y jardines de nuestras ciudades podrán seguir siendo un auténtico “pulmón verde”.

Textos y fotografias bajadas de Internet y mias