El Acebuche.-Salida de los Jeeps para realizar la visita

El Parque Nacional de Doñana es un mosaico de ecosistemas que albergan una biodiversidad única en Europa. Destaca sobre todo la marisma, de extraordinaria importancia como lugar de paso, cría e invernada para miles de aves europeas y africanas. En el Parque viven especies únicas, y en serio peligro de extinción, como el águila imperial ibérica y el lince ibérico.

Doñana supone la confluencia de un conjunto de ecosistemas (playa, dunas, cotos, marisma…) que dotan a este Parque de una personalidad única.

Desde el 1 de julio de 2006, la gestión del Parque Nacional de Doñana corresponde en exclusiva a la Comunidad Autónoma de Andalucía

REAL DECRETO 712/2006, de 9 de junio, por el que se amplían las funciones y servicios de la Administración del Estado traspasados a la Comunidad Autónoma de Andalucía, en materia de Conservación de la Naturaleza (Parques Nacionales de Doñana y Sierra Nevada)

El Acebuche.-Reloj solar

l a Historia de Doñana comienza con los primeros pobladores del Golfo de Cádiz, con pruebas de presencia en Gibraltar hace unos 28.000 años, y que transitarían por toda la costa de este Golfo. Se trataba muy posiblemente de neandertales. La marisma de Hinojos, según prospecciones geológicas y paleontológicas, estuvo poblada en el 3000 a.c., pero hacia el año 2000 a.c., debido a un tsunami, el paisaje del estuario del Guadalquivir quedó totalmente transformado, y los poblamientos y formas de vida humana que albergaba desparecieron. La inestabilidad de sus terrenos duró casi mil años más, con al menos otros dos tsunamis. Hasta el final de la Edad del Bronce, años 1000 a.c., no se conocen nuevos poblamientos en la zona. Serán los escritos de exploradores y comerciantes fenicios los que muestren la existencia de las culturas encontradas en estas tierras. Algunos autores romanos, desde el s. VI a.c. al I d.c. citan una laguna costera, Lago Ligustinus, que cubriría todo lo que conocemos como el Parque Nacional de Doñana, y que iría colmatándose progresivamente, hasta los límites de la Marismas del Guadalquivir.

Entre los siglos II a.c. y V d.c. se establecieron asentamientos romanos dedicados fundamentalmente a la pesca y a la salazón, y que debían situarse en torno a lo que actualmente conocemos como Marismas del Guadalquivir. En el Cerro del Trigo quedan los restos excavados de una de estas factorías.

Poco se sabe de los periodos de pueblos visigodos y árabes, aunque parece que los terrenos, en permanente cambio, no eran propicios para los asentamientos.

Parque Nacional de Doñana

Tras la conquista de Sevilla en 1248 por los reinos cristianos, el rey Alfonso X el Sabio convierte Doñana en un cazadero real. Sin embargo, no es hasta el siglo XV cuando comienza el dominio señorial y con éste los primeros límites y acotamientos, y la prohibición de cualquier aprovechamiento que perjudicara a la caza.

El nombre de estas tierras se encuentra en documentos de la casa de Medina Sidonia, que describe como en 1523, el VI Duque de Medina Sidonia alquila Las dehesas del Carrizal y la Ahulaga a Sancho Herrera, alcaide de Sanlúcar de Barrameda y su mujer, Doña Ana Mallarte, que construyó un hato o vivienda, conocido como Hato de Doña Ana. Medio siglo después el VII duque de Medina-Sidonia construyó  un palacio para su esposa, Doña Ana Gómez de Mendoza y Silva, aristócrata que durante muchos años fue considerada la que dio nombre a este territorio. 

Las torres almenaras se construyeron durante el reinado de Felipe II, a finales del siglo XVI y principios del XVII, y servían de protección frente a los ataques de los piratas berberiscos.

Después de este primer período dedicado casi en exclusiva a los recursos cinegéticos, comienza una segunda época (hacia el siglo XVIII), en la que se consolidan tres usos: la explotación forestal del bosque, el mantenimiento de las dehesas y pastos para la ganadería, y el fomento del coto como cazadero, para lo que se acondiciona de nuevo el antiguo palacio.

El interés científico y naturalista arranca en el siglo XIX, con la publicación del Catálogo de las aves observadas en algunas provincias de Andalucía, realizado por Don Antonio Machado y Núñez. Es también el comienzo de una intensa búsqueda de huevos y pieles por parte de naturalistas y cazadores, lo que llega a poner en grave peligro las poblaciones de algunas especies.

En el siglo XX Doñana pasa a manos de la burguesía gaditana, con la venta por parte de la Casa de Medina Sidonia a D. Guillermo Garvey, vinatero de Jerez. Los nuevos propietarios de Doñana introducen especies animales, plantan pinos piñoneros y organizan monterías de forma habitual. En 1912 la finca seré heredada por María de los Ángeles Medina y Garvey, casada con el Duque de Tarifa, ingeniero de montes, que continúa la labor de acondicionamiento de la finca, y costean cuatro campañas arqueológicas en el Cerro del Trigo a los arqueólogos Adolf Schulten y Jorge Bonsor para la búsqueda de la mítica Tartessos. Pocos años después, en 1940, se constituye la Sociedad Cinegética del Coto del Palacio de Doñana.

La inmensa riqueza faunística de estas tierras atrae también a ornitólogos de todo el mundo, que proponen en 1952 la internacionalización de su propiedad.

Es el comienzo de una conciencia conservacionista dentro y fuera de nuestras fronteras, que culmina en 1963 con la adquisición de unas 7.000 ha por parte del Estado Español, en colaboración con el Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza (WWF), para la creación de la Reserva Biológica de Doñana.

Seis años después se crea el Parque Nacional de Doñana, que será ampliado y reclasificado por la Ley de Régimen Jurídico en 1978 y que posteriormente ha ampliado sus límites en 2004. Desde entonces, diversas figuras de protección internacional confluyen en este territorio.

Alto grado de diversidad biológica. Se localizan tres grandes sistemas ecológicos: marismas, dunas móviles y cotos, y una importante zona de contacto o ecotono.

La singularidad de Doñana se debe a la gran diversidad de paisajes y especies que alberga. Además de la marisma, ecosistema que se caracteriza por su gran biodiversidad y su aspecto cambiante, existe un conjunto de ecosistemas excepcionales que confluyen aquí: la playa, las dunas móviles y los corrales; el monte con sabinares, alcornocales y pinares, englobados bajo la denominación local de «cotos», con numerosas lagunas dispersas entre la vegetación y una zona de transición que enlaza y separa a todos, la vera.

Parque Nacional de Doñana.-Ojo de la Marisma

La marisma

La marisma es el mayor ecosistema en extensión del Parque, unas 27.000 ha, y el que otorga a este espacio una personalidad inconfundible. Es una zona húmeda de extraordinaria importancia como lugar de paso, cría e invernada de aves europeas y africanas.

Se inunda gracias al aporte de algunos arroyos y a las aguas de lluvia, lo que hace que presente una estacionalidad muy marcada.

En otoño, la marisma se encharca con las primeras lluvias y en invierno se va inundando progresivamente a medida que se incrementan las lluvias; en primavera, la superficie del agua se ve cubierta por las flores de los ranúnculos y grandes extensiones de castañuela y bayunco. En verano, la marisma es un desierto de arcilla rota y polvorienta. A pesar de la ausencia de relieves significativos, pequeños desniveles condicionan la existencia de diversos hábitats en el ecosistema marismeño.

La marisma dulce es la que tiene una mayor profundidad y, por lo tanto, concentra en años de lluvias normales mayor cantidad de agua y durante más tiempo, lo que hace que disminuya su salinidad y pueda crecer una vegetación palustre de castañuela (Scirpus maritimus) y bayunco (Scirpus littoralis). En zonas más profundas aparecen algunas plantas acuáticas como Ranunculus peltatus, R. tripartitus, Eleocharis palustris, Potamogeton trichioides, Elatine alsinastrum y otras. Aquí encuentran alimento y refugio numerosas especies de aves: ánade azulón (Anas platyrhynchos), cuchara europeo (Anas clypeata), ánade rabudo (Anas acuta), cerceta común (Anas crecca), focha común (Fulica atra), porrón común (Aythya ferina), malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), etc. Las larolimícolas incluyen al avefría europea (Vanellus vanellus), chorlitejo chico (Charadrius dubius), chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), avoceta común (Recurvirostra avosetta), cigüeñuela común (Himantopus himantopus), charrancito (Sterna albifrons) y fumarel cariblanco (Chlidonias hybridus). También se pueden observar grandes bandadas de flamencos (Phoenicopterus ruber) y ánsares comunes (Anser anser). Durante la sequía veraniega, estas láminas de agua quedan muy reducidas o completamente secas, mostrando un fondo cuarteado de limos arcillosos grises, cubiertos a veces de costras salinas blanquecinas.

La marisma salada o marisma de almajo es la que tiene zonas ligeramente más elevadas donde el aporte de agua dulce es menor y la salinidad del suelo mayor. Las plantas dominantes son los almajos, el almajo salado (Arthrocnemum macrostachyum) y el almajo dulce (Suaeda vera), con una cohorte escasa de plantas herbáceas entre las que destacan Plantago coronopus y Hordeum maritimum, que suele crecer asociado a los pies del almajo. Aquí nidifican grandes colonias de aves limícolas como cigüeñuelas (Himantopus himantopus), avocetas (Recurvirostra avosetta), alcaravanes (Burhinus oedicnemus), canasteras comunes (Glareola pratincola), etc.

El golfo que originaba la desembocadura del Guadalquivir estaba surcado por pequeños encauzamientos o por desviaciones temporales seguidas por el curso principal. Los caños son lo que antaño fueran cauces de arroyos, brazos y afluentes del río. Hoy están cubiertos de eneas (Typha latifolia) y carrizos (Phragmites australis), en los que se ocultan carpas (Cyprinus carpio), ranas (Rana perezi), gallipatos (Pleurodeles waltl), galápagos leprosos (Mauremys leprosa), galápagos europeos (Emys orbicularis), calamones comunes (Porphyrio porphyrio), avetorillos comunes (Ixobrychus minutus), martines pescadores (Alcedo atthis), etc.

Las vetas y vetones son terrenos que se elevan por encima del nivel medio, formando pequeñas islas que raramente se inundan. Son lugares de descanso y refugio durante las grandes inundaciones, y área de nidificación muy importante de larolimícolas, que forman grandes colonias, compuestas por cigüeñuelas (Himantopus himantopus), avocetas (Recurvirostra avosetta), canasteras comunes (Glareola pratincola), chorlitejos patinegros (Charadrius alexandrinus), avefrías europeas (Vanellus vanellus), pagazas piconegras (Gelochelidon nilotica) , charrancitos comunes (Sternula albifrons) y gaviotas picofinas (Chroicocephalus genei). A menudo era el lugar que escogían ganaderos, guardas y pescadores para instalar sus casas o chozas.

Los paciles son amplias superficies ligeramente más bajas que vetas y vetones, que se encharcan ocasionalmente, y en las que conviven almajos con otras plantas halófilas, aquéllas adaptadas a hábitats con gran cantidad de sales. Muchas especies animales establecen aquí sus territorios de cría, como la cigüeñuela común (Himantopus himantopus) , la canastera común (Glareola pratincola) y el chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus).

Los ojos de la marisma son surgencias de agua, fuentes naturales por las que afloran aguas dulces almacenadas a mucha profundidad. Aparecen en puntos cercanos a los bordes de la marisma, y para muchos animales se convierten en un recurso para calmar la sed en épocas de sequía o en verano.

En las zonas más alejadas de las aguas, la vegetación se aferra a un suelo inestable y seco, formando pequeños obstáculos que serán el origen de las dunas vivas: alhelí de mar (Malcomia littorea), nardo marino (Pancratium maritimum), cardo marino (Eryngium maritimum), lechetrezna de mar (Euphorbia paralias). Sólo en su parte alta, más estable, aparece una vegetación característica con Ammophila arenaria, Agropyrum junceum, Carex arenaria y otras.

Parque Nacional de Doñana.-Pinus pinea

Las playas

Como compendio y origen de todo, la playa sigue recogiendo las arenas traídas por el mar y el viento que hace 6.000 años cerraron el estuario del Guadalquivir, depositándose como bajos y flechas a lo largo de toda la costa. La intensa dinámica costera modifica incesantemente el perfil de las playas.

En las zonas de la playa más alejadas de las aguas, la vegetación se aferra a un suelo inestable y seco, formando pequeños obstáculos que serán el origen de las dunas vivas: alhelí de mar (Malcomia littorea), nardo marino (Pancratium maritimum), cardo marino (Eryngium maritimum), lechetrezna de mar (Euphorbia paralias). Solo en su parte alta, más estable, aparece una vegetación característica con el barrón (Ammophila arenaria), Agropyrum junceum, Carex arenaria y otras.

El fondo marino inmediato a la playa presenta praderas de Cymodocea nodosa y probablemente Zostera noltii, con abundantes lamelibranquios y gasterópodos en los fondos blandos.

En la orilla  aparecen grandes bandos de gaviotas sombrías (Larus fuscus), que acompañan a las gaviotas patiamarillas (Larus cachinanns), gaviotas picofinas (Larus genei), y a los ostreros (Haematopus ostralegus), correlimos (Calidris spp.), charranes patinegros (Sterna sandvicensis), charrancitos (Sterna albifrons) y chorlitejos patinegros (Charadrius alexandrinus).

Dunas y corrales

Junto a la playa encontramos los primeros corrales, bosquetes de vegetación “encerrados “ entre los cordones de dunas.   Estos primeros corrales, más cercanos al mar, aparecen ocupados por un matorral de clavelinas (Armeria pungens) y siemprevivas (Helichrysum picardii), que ofrecen un manto rosado durante la primavera. Más al interior, los pinares colonizan el corral, dejando en ocasiones pequeñas lagunas temporales, con junqueras (Juncus spp.), matas de adelfas (Nerium oleander) y matorrales de camarinas (Corema album). Las zonas más deprimidas son ricas en Scirpus holoschoenus, Agrostis stolonifera, Mentha pulegium, Anagallis tenella, etc.

En las dunas móviles aparecen el enebral costero (Juniperus oxycedrus subsp. macrocarpa) y el barrón (Ammophila arenaria).

Parque Nacional de Doñana.-Juncias

Los cotos

Los cotos o zonas de matorral representan una etapa intermedia del ecosistema terminal y maduro de bosque mediterráneo.

Desde el punto de vista paisajístico, los cotos cambian poco durante el año, y los animales son difíciles de ver (falta la espectacularidad de las aves marismeñas), aunque presenta elementos propios de gran interés, como ungulados de gran tamaño, ciervo (Cervus elaphus) y jabalí (Sus scrofa) y grandes predadores como el lince ibérico (Lynx pardinus) y el águila imperial ibérica (Aquila adalberti).

La vegetación de estos parajes está formada por un matorral espeso de composición heterogénea con pies dispersos de alcornoque (Quercus suber), sabina (Juniperus phoenicea subsp. turbinata), madroño (Arbutus unedo), acebuche (Olea europaea var. sylvestris), labiérnago (Phillyrea angustifolia) y pino piñonero (Pinus pinea).

El matorral está formado por una treintena de especies leñosas que se incluyen en dos grandes tipos:

Monte blanco: formado por un matorral de jaguarzo (Halimium halimifolium) al que acompañan algunas jaras (Cistus salvifolius, C. libanotis). En áreas más secas y expuestas aparecen otras especies leñosas de ámbito mediterráneo, como el cantueso (Lavandula stoechas), el romero (Rosmarinus officinalis) y la mejorana (Thymus mastichina).

Monte negro: formado por un matorral que coloniza zonas con suelos muy húmedos, donde el nivel freático se encuentra casi superficial. Es un matorral oscuro, denso, apretado e impenetrable, dominado por varias especies de brezos (Erica scoparia, E. umbellata, E. ciliaris) y la brecina (Calluna vulgaris), que se entremezclan con mirto (Mirtus communis), labiérnago (Phillyrea angustifolia), zarzas (Rubus ulmifolius), tojos (Ulex minor) y aulagas (Ulex australis). Estas especies son incapaces de sobrevivir sin un aporte continuado de agua en verano, pero resisten bien el encharcamiento invernal.

En estas zonas viven alrededor de 80 especies de vertebrados, la mitad de las cuales son aves. Entre ellas, destacamos algunas sedentarias como el águila imperial ibérica (Aquila adalberti), la culebrera europea (Circaetus gallicus), el pito real (Picus viridis), la curruca rabilarga (Sylvia undata), la curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala), el milano negro (Milvus migrans), el alcaraván común (Burhinus oedicnemus), el críalo (Clamator glandarius), el abejaruco común (Merops apiaster), el alcaudón real (Lanius excubitor), el petirrojo (Erithacus rubecula), etc.

Entre los mamíferos, junto al lince ibérico (Lynx pardinus) y al meloncillo (Herpestes ichneumon), podemos observar zorro (Vulpes vulpes), tejón (Meles meles), jabalí (Sus scrofa), ciervo (Cervus elaphus), liebre (Lepus granatensis) y lirón careto (Elyomis quercinus). Los anfibios están representados por el sapo de espuelas (Pelobates cultripes) y los reptiles por la culebra bastarda (Malpolon monspessulanum), culebra viperina (Natrix maura), culebra de collar (N. natrix), lagartija colirroja (Acanthodactylus erytrurus) y tortuga mora (Testudo graeca).

Atascados en el desierto de Doñana

Rompiendo la línea continua del horizonte del matorral observaremos pequeños bosquetes de pinos piñoneros, con un sotobosque formado por lentisco (Pistacia lentiscus), labiérnago (Phillyrea angustifolia) y escobón (Cytisus grandiflorus). En ellos nidifican el milano real (Milvus milvus) y el milano negro (Milvus migrans), el aguililla calzada (Hieraaetus pennatus), el críalo (Clamator glandarius), el cernícalo (Falco tinnunculus) y el busardo ratonero (Buteo buteo), y son visitados asiduamente por ginetas (Genetta genetta) y meloncillos (Herpestes ichneumon).

La vera

El contacto del matorral de los cotos con la marisma se hace a través de una franja de 200 a 1.500 m de anchura denominada «vera», que corresponde a un ecotono de gran riqueza ecológica. Es el límite entre las arcillas y las arenas. En esta estrecha franja, en la que coinciden especies vegetales y animales de uno y otro ambiente, aflora la humedad filtrada por las arenas, favoreciendo el crecimiento de junqueras y pastizales.

En un nivel inferior, se desarrollan pastizales asentados sobre un substrato arenoso y seco. El pasto es pobre y dominado por Rumex bucephalophorus, que le confiere una notable coloración rojiza. Junto a esta especie suelen aparecer Plantago coronopus, Erodium cicutarium, Vulpia membranacea y Urginea maritima, especie geófita de mayor porte.

En estos pastos, el abejaruco común (Merops apiaster) excava sus nidos sobre la superficie del suelo. Además, son frecuentes los conejos (Oryctolagus cuniculus), los gamos (Dama dama) y las avefrías europeas (Vanellus vanellus).

A un nivel aún más inferior, pero más cercano a la marisma, se desarrolla un pasto rico en especies vegetales, dominado por el gamón (Asphodelus aestivus) y acompañado por Trifolium subterraneum, Ornithopus pinnatus, O. roseus, Agrostis stolonifera, Tolpis barbata, Briza minor y otras.                 

A un nivel más inferior, donde el encharcamiento invernal es patente, aparece una vegetación compuesta por Senecio jacobaea, Trifolium resupinatum, Ranunculus bulbosus, Cynodon dactylon, Juncus capitatus y J. bufonius.                          

El límite de la marisma está formado por una banda espesa de juncos (Juncus acutus, J. maritimus, J. effusus, J. conglomeratus y Scirpus holoschoenus).

El pastizal más húmedo es utilizado por la lavandera boyera (Motacilla flava), la codorniz (Coturnix coturnix), el topillo (Microtus duodecimcostatus), la rata común (Rattus norvegicus), el sapo de espuelas (Pelobates cultripes) y el gallipato (Pleurodeles waltl). El majadeo más intenso del pastizal se debe, sin embargo, a conejos (Oryctolagus cuniculus), gamos (Dama dama), ciervos (Cervus elaphus) y jabalíes (Sus scrofa).

La presencia de alcornoques, restos de bosques antiguos, en el matorral inmediato a la vera confiere a este enclave características excepcionales, pues son las perchas donde se asentarán grandes colonias de aves.

Parque Nacional de Doñana.-Juncias

LA FLORA DE DOÑANA

La situación geográfica del Parque Nacional de Doñana, al suroeste del continente europeo, y la compleja historia geológica y botánica de la región andaluza, determinan la presencia de una flora muy diversa y singular. Así, aunque en Doñana predomina la flora mediterránea, también podemos encontrar plantas atlánticas como el brezo de ciliosos y la camarina; íberoafricanas como la hierba tumera; exclusivas del suroeste de la península ibérica como el escobón; eurosiberianas como el mordisco de rana, o representantes relictos de bosques terciarios como el helecho real, abundante en épocas antiguas y hoy reducido a pequeñas áreas. Los catálogos más recientes recogen más de 1.300 especies de plantas vasculares y helechos en la Comarca de Doñana

La diversidad de ambientes de Doñana la convierte en una zona con especies muy peculiares y diferentes, y un número relativamente alto de endemismos, es decir, especies que solo existen en una zona limitada a nivel mundial. Las dunas y arenales costeros son el hábitat de endemismos como la Linaria tursica, una florecilla diminuta que se alza apenas 15 centímetros del suelo entre las dunas, o la clavellina de Doñana .También encontramos endemismos en enclaves muy reducidos de Doñana, como la Rorippa valdes- bermejoi, que vive únicamente en los bordes del Arroyo de La Rocina, o un cardo que sólo habita en algunos arenales de los bosques de Doñana, el Onopordum hinojense.

Parque Nacional de Doñana.-Juniperus oxycedrus.-Enebro

El principal factor físico que condiciona la distribución de la vegetación en Doñana es el tipo de sustrato, que divide el territorio en suelos arenosos, en su parte norte y occidental, y la marisma de suelos arcillosos, al sur y el este.

A su vez, la elevada superficie ocupada por humedales temporales, entre los que se incluyen lugares higroturbosos, genera hábitats que albergan especies y comunidades de plantas acuáticas o ligadas al agua, de gran singularidad.

La vida de las plantas en las arenas

Si comenzamos nuestro itinerario botánico al borde del mar, las primeras especies que encontraremos son aquellas pioneras que colonizan las dunas móviles. El barrón, ampliamente usado en la construcción de chozas, forma plumeros en pequeños acúmulos de arena a escasos metros de las últimas olas. Un poco más adentro, la armeria o clavellina ofrece rosados tapices en primavera, a los pies de la primera línea de enebros marítimos. El enebro, un arbusto o pequeño árbol perfectamente adaptado al movimiento de las dunas, se eleva a la vez que va formando un montículo al atrapar la arena con sus raíces. Esta estrategia permite al enebro marítimo sobrevivir al movimiento de las arenas y no sucumbir bajo su peso. El Parque Nacional de Doñana cuenta con la mayor población española de esta subespecie de enebro, ya que en otros puntos del litoral atlántico y mediterráneo ha desaparecido o está muy degradada por la urbanización y el desarrollo desordenado de las costas.

Junto al enebro, desde lo más alto de la duna, vemos cómo se extiende un corral. Los corrales son depresiones interdunares, que dan cobijo al pino piñonero, al matorral e incluso a juncales en las zonas más bajas y húmedas.

Parque Nacional de Doñana.-Limoniastrum monopetalum

A medida que el viento foreño, proveniente del mar, pierde fuerza y las arenas dejan de moverse, comienza el territorio de las arenas estabilizadas  o cotos, donde la distancia desde el suelo al agua subterránea da lugar a comunidades vegetales bien diferenciadas

Las sabinas están situadas en las zonas más elevadas y secas del manto arenoso, formando bosquetes. A medida que el suelo desciende y la capa freática es más cercana, surge el monte blanco o jaguarzal. Aquí la capa freática está a mayor profundidad, y las especies más representativas pertenecen a las familias de las jaras, aulagas y aromáticas propias del matorral mediterráneo, como el romero, tomillo y lavanda, que principalmente en primavera y verano florecen, salpicando de color el monte. Donde la capa freática y la superficie del suelo están más cerca crece el monte negro o brezal.

Cuando los árboles aparecen se configuran diferentes tipos de bosques. El alcornocal es la vegetación potencial en el ecosistema de arenas estables con cierto grado de humedad. Sin embargo su presencia es muy escasa. Solo quedan en Doñana bosquetes aislados, situados principalmente en la vera y en la zona norte del Parque Nacional. En las zonas más húmedas, junto al alcornoque aparecen los helechos. Acebuches y piruétanos acompañan a los alcornoques en otras ocasiones. Cuando el alcornoque empieza a escasear, el matorral alto y denso típico del monte mediterráneo prospera, con palmitos y mirtos, localmente llamado arrayán.

El pinar de pino piñonero es actualmente el arbolado más abundante en Doñana. El piñón supone una fuente de ingresos muy importante para muchas familias, así como un recurso alimenticio para muchos animales.

Parque Nacional de Doñana.-Lucio

La vida de las plantas en la marisma

La marisma, en sus suelos de arcilla y limos, guarda el sabor salado del Guadalquivir. Por eso las aguas dulces de la lluvia o arroyos y caños, en contacto con la arcilla, adquieren diferente grado de salinidad.  Por otra parte, los microrelieves  marismeños y su cercanía a los cauces de agua hacen que la duración de las inundaciones sea diferente. Estos dos factores, salinidad y permanencia de las aguas, definen el crecimiento de diferentes tipos de plantas.

La vegetación de la marisma dulce o marisma de castañuela. En las zonas de marisma donde el aporte de agua dulce es mayor  y permanece durante más tiempo, predominan la castañuela y el bayunco. La castañuela sigue siendo una especie muy usada para la construcción de las chozas, y su rizoma, o tallo subterráneo, forma parte de la dieta de los invernales ánsares comunes. 

La vegetación de la marisma salada o marisma de almajo. Son las zonas ligeramente más elevadas donde el aporte de agua dulce es menor y la salinidad del suelo mayor. Las plantas dominantes son los almajos, que se recolectaban y utilizaban para la obtención de jabón, combinando su ceniza con sosa caustica.

Pequeños reductos de una vegetación particular

La diversidad ecológica del Parque Nacional de Doñana permite que se den algunas comunidades de plantas restringidas a zonas muy concretas.

La vegetación sumergida de marismas, lagunas y arroyos. Formada por una variedad de plantas acuáticas, sumergidas o flotantes. En la zona se conoce comúnmente como “Porreo”.

La vegetación de lagunas temporales o permanentes de agua dulce.

 Las lagunas y charcos de agua dulce de las zonas arenosas presentan en sus orillas bayuncos, eneas y lirios acuáticos, y en su interior, especies flotantes que prácticamente se han extinguido en Doñana, como el nenúfar amarillo, o son ya muy escasas como el nenúfar blanco. En algunas de estas lagunas se conservan especies relictas, amenazadas, muy escasas o extinguidas en el resto de la Península Ibérica y Europa, como el Hydrocharis morsus-ranae en aguas permanentes, y Caropsis verticillatinundata o Avellara fistulosa en lagunas temporales.

Parque naciaonal de Doñana.-Los mismos jeeps nos devolvieron a El Acebuche

El bosque en galería de bordes de arroyos.

 Destaca el bosque de ribera del Arroyo de la Rocina, que posee una gran importancia como bosque relectico. Además de las especies de sauces, fresnos y álamos, destaca la presencia del endemismo ibérico arraclán o sanguino, que posee gran importancia como indicador de riberas bien conservadas, y constituye la única población existente en zonas tan meridionales de la Península Ibérica y en tan baja cota.

Es fácil deducir que una flora tan dependiente del agua subterránea y de las aguas superficiales como la del Parque Nacional de Doñana, tenga en la pérdida o alteración de la calidad y cantidad de éstas su amenaza más importante. Sin embargo, existen otros riesgos como los derivados de los ungulados silvestres y domésticos (ciervos, gamos, jabalíes, vacas y caballos) que viven en Doñana: con su pisoteo pueden degradar sus hábitats y el exceso de herbivoría afecta a menudo a sus poblaciones, por lo que es necesario aplicar medidas de gestión para protegerlas.

La presencia de especies exóticas invasoras puede suponer una amenaza a las autóctonas, ya que las desplazan de sus hábitats naturales, que como hemos visto, pueden ser muy reducidos incluso a nivel mundial.

Centro de Visitantes La Rocina

Localizado junto a la aldea de El Rocío, a un kilómetro de ésta en dirección a Matalascañas, por la carretera A-483. También tiene acceso a pie desde El Rocío

Vecino a la aldea del Rocío y situado en el curso bajo del arroyo del mismo nombre, el centro de visitantes La Rocina sirve, además, de punto de partida para el interesante sendero que recorre parte de su cauce.

La Rocina representa el principal aporte de aguas que llega a la marisma. Contiene un medio natural muy rico, con una tupida red de pequeños afluentes. Se compone de un mosaico de distintos paisajes desde pinares, helechales, brezales, zarzales y carrizales hasta la vegetación típica del monte blanco, integrado principalmente por jaguarzo y matorral aromático como la lavanda, el romero o el tomillo. Además de explicar estas formaciones vegetales, el centro de visitantes también muestra la fauna presente en ellas, donde abundan las aves migratorias y acuáticas como el voluminoso ánsar común, el llamativo calamón o la amenazada garcilla cangrejera.

Extraído de Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.-El Parque de Doñana

Fotos de la visita realizada organizada por la Asociación Sevillana  de parques ,jardines y paisaje.