
El Parque Metropolitano Marisma de los Toruños y Pinar de La Algaida, gestionado por la Consejería de Fomento, Infraestructuras y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía a través de la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía, nos ofrece un sorprendente conjunto de ecosistemas, paisajes y actividades para disfrutar en familia o con amigos que te provocará sensaciones y experiencias únicas, a sólo un paso de casa.
El parque metropolitano quiere tender puentes entre la naturaleza y la sociedad de la Bahía de Cádiz, que permitan a los ciudadanos residentes en este área metropolitana, y también a quienes visitan este territorio, disfrutar de forma sostenible los valores ambientales, culturales, etnográficos, históricos y naturales de este espacio integrado en el Parque Natural de la Bahía de Cádiz.
El parque se ha dotado de equipamientos e infraestructuras para uso público. Ofrece servicio permanente de atención al usuario, pone a disposición del público una oferta de actividades de ocio, realiza trabajos para la recuperación y puesta en valor del patrimonio histórico, etnológico y cultural del parque metropolitano, programa actividades de dinamización sociocultural, ambiental y deportivo en el parque, y promueve la organización de eventos metropolitanos.











Asimismo, el parque de Los Toruños trata de contribuir, con su gestión, a la mejora de la movilidad en el ámbito metropolitano facilitando la comunicación entre municipios a través de la red de senderos, ha adecuado sus accesos e instalaciones para mejorar la accesibilidad de personas con discapacidad o movilidad reducida, fomenta la organización y celebración de actividades entre las asociaciones ciudadanas de la Bahía, y realiza una continua difusión de los valores que promueve y quiere fomentar el parque metropolitano.
Conocidas todas estas condiciones medio ambientales organizamos una visita con la Asociacion Sevillana de Parques , Jardines y el Paisaje con el interés de conocer in situ las obras realizadas en la marisma.
Llegamos al Centro de interpretación y tuvimos la mala suerte de que el tren que nos introducía al Parque en una visita rápida no funcionaba, por avería nos indicaron, así que recorrimos los alrededores del Centro y dejamos para otro día una visita completa al Parque.













Nuestro próximo destino fu el Jardin Botánico de San Fernando.
El Jardín Botánico San Fernando, está ubicado en la ciudad gaditana del mismo nombre, fue inaugurado en 1998 como primer equipamiento de Uso Público del Parque Natural Bahía de Cádiz, zona húmeda de especial importancia para la migración de la avifauna.
Construido en los terrenos de un antiguo vivero forestal, del que conserva su estructura aterrazada en distintas alturas, el invernadero transformado en sala de usos múltiples, y el sistema de riego por gravedad con sus albercas, canalizaciones y pozo de mareas, recrea la flora y la vegetación de la provincia gaditana.
Pudimos realizar un recorrido por los diferentes bosques, matorrales y cultivos de Cádiz que se representan en sus parcelas centrales en el Jardín Mediterráneo, observar la vegetación de lagunas de la campiña gaditana en un pequeño estanque, ver las adaptaciones que presentan las plantas a la salinidad en la recreación de la marisma, o acercarse a la flora que habita los diferentes sustratos rocosos y con escaso suelo de dunas, acantilados y laderas rocosas y gargantas de nuestras serranías.
En la colección de Conservación se pueden observar las especies amenazadas del sector gaditano-onubo-algarviense con que trabaja este equipamiento en conservación. Otras dos colecciones de planta foránea nos mostraban las plantas de jardines y parques de los distintos municipios de la bahía de Cádiz en el Jardín de la bahía y una representación de plantas que han llegado a nuestra tierra procedentes de Canarias y América, en el Jardín de Aclimatación. Un total de más de 500 especies diferentes en menos de 1 hectárea exposición.




Comimos en La Urbanización el Buzo en el Puerto de Santa María y luego aunque no estaba previsto vistamos los jardines del Hotel Duques de Medinaceli.
Es éste un jardín recoleto, silencioso, un jardín para la lectura bajo sus árboles centenarios. Un jardín que nos lleva a las declaraciones de amor de la burguesía de finales de siglo XIX, cuando el tiempo pausado de las gentes pudientes permitían mil y un juegos florales con el idioma y con el aroma de los jazmines. El Hotel Duques de Medinaceli ha conseguido crear el ambiente decimonónico de los hoteles aristocráticos en una Casa-Palacio andaluza, (la Quinta de los Ruiz-Golluri, que posteriormente pasó a ser propiedad de los Terry, accionista mayoritaria hasta hace unos años de la firma productora de Vinos Finos y Brandys Fernando A. De Terry, bodegas que se pueden contemplar a través de los setos, al otro lado de los jardines) donde el patio, las fuentes, la vegetación y la luz son los ingredientes básicos para un confort que va más allá del lujo, encaja en la exquisitez y tiene como nota fundamental lo que era calidad de vida en aquella época y hoy un verdadero privilegio: el silencio, la intimidad, los aromas frutales, la embriaguez de la dama de noche y la alegría visual de la jacaranda. Todo ello en el centro de una ciudad histórica que no ha perdido su identidad, El Puerto de Santa María.














Al entrar al hotel por este Jardín Botánico de la Victoria, llamado así por el nombre de estas antiguas fincas frente al Monasterio de la Victoria, se encuentra con la primera placita que está coronada por un magnífico cedro rodeado de adelfas y jazmines olorosos. Por este jardín sevillano-francés, semejante al Parque María Luisa de Sevilla, recorren numerosos senderos que conducen a fuentes, estanques y bancos alrededor de los árboles centenarios.
Entre sus más de 5.000 metros de la arboleda destacan: la araucaria excelsa, con más de 150 savias (años), las acacias robinias, ya señoras mayores de igual edad, y una de ellas partida en su día por un rayo que revitalizó todas sus ramas, el paraíso o Melia azedarach , con cerca de 100 años, la palmera datilera, que como en las Mil y una Noches, se pierde en el cielo estrellado de agosto, los múltiples magnolios grandiflora y las jacarandas que son un espectáculo visual de la primavera, vestidas de morado, y que cubren el albero. Jacarandas y palo santo que son las mejores maderas para los instrumentos de cuerda, siendo la jacaranda la preferida para la construcción de la guitarra flamenca. Destaca en el jardín una Cica revoluta macho, una especie de helecho con forma de palmera y un fruto enorme en su centro, vestigio de su antiquísima procedencia desde el Jurásico y símbolo de su alta toxicidad, defendida por las pinchudas hojas. Una variedad de Hibiscus syriacus, la altea, que es un arbusto caducifolio, se enseñorea entre uno de los bancos con un color extraño de rosa desvaído y una flor compuesta. El palo borracho, Ceiba speciosa de flores bellísimas y curioso tronco con ronchas y espinas se cubre de magníficas flores en primavera. El jazmín celeste y el jazmín moruno deleitan con su sencillez y su aroma penetrante las noches del verano y acompañan a los amantes en su viaje por las estrellas de este magnífico hotel.







Finalizamos la visita en Viveros El Lago.-Puerto de Santa María. Donde algunas de las excursionistas adquirieron plantas.
Fotos tomadas en las visitas realizadas.